Capitulo 25

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Epílogo

Qué sentimiento tan extraño.

Durante la mayor parte de mi vida, he estado buscando un lugar para pertenecer. Traté de ganarlo, robarlo, buscarlo e incluso un caso luchar por ello, todo en vano. No hasta que un joven escuálido con un sombrero de paja me había salvado obstinadamente, claro. Encontré un hogar entre este variopinto equipo y no me arrepiento ni un poco de mi pasado porque me llevó directamente aquí.

Había pensado, durante más de dos años, que finalmente había encontrado la paz perfecta.

Parece que me equivoqué.

Me acosté en la cama junto a mi amante, con la cabeza apoyada en la mano para poder verlo dormir. La única luz provenía de la luna brillante fuera de la puerta de nuestra habitación abierta, que apenas iluminaba la habitación. Era una noche perfectamente tranquila, el bote se balanceaba ligeramente con las olas, adormeciendo incluso a los más enérgicos para dormir. Debería estar durmiendo también, pero estaba disfrutando demasiado este momento como para cerrar los ojos todavía.

Con la tenue iluminación, no podía ver su rostro correctamente, pero podía escuchar su respiración profunda e incluso. Su cuerpo envió ondas de calor hacia afuera, calentando mi piel de una manera deliciosamente sensual a pesar de que no nos estábamos tocando directamente. Este momento fue tan perfecto, tan confortablemente familiar, que no quería que terminara.

Hasta que Zoro pacientemente se abrió paso en mi corazón, no me había dado cuenta de que faltaba algo en mi vida. Honestamente, tener un amante nunca se me había pasado por la cabeza. Había pasado veinte años tratando de hacer amistades duraderas. Ganar eso me satisfizo y no había sido lo suficientemente codicioso como para desear más. Así que fue muy extraño para mí acostarme aquí, viendo a Zoro dormir, y darme cuenta de que lo que pensé que era una vida plena solo había sido un vaso parcialmente lleno.

Sin darme cuenta, se había convertido en esta roca en la que podía apoyarme. Era un hombre que podía luchar contra mis demonios, tan fuertes como eran, perdonar amablemente mis muchos defectos, y supe con cada fibra de mi ser que nunca me traicionaría. Pero la mejor parte ...

Su ojo nunca se abrió cuando silenciosamente retumbó: "Mujer, deja de mirar y duerme".

…la mejor parte…

Me incliné sobre él y presioné un dulce y lento beso en sus labios. "Te quiero."

Podía sentirlo sonreír contra mi boca mientras me susurraba: "Yo también te amo".

…esa fue la mejor parte.

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FIN

No solo una mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora