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-Manuel, dame eso.
-No hasta que repitas lo que dijiste -me crucé de brazos-.
-¿Por qué tanto empeño con que repita eso? -preguntó frustrado-.
-Me hace ilusión.
Mateo relajó su cuerpo y me sonrió.
-¿Y...? -pregunté-.
-Dije que te amo -respondió para luego bajar la cabeza-.
-¿Por qué te escondes?
-Me da vergüenza.
-Bebe -me acerqué a él y le acaricié la mejilla, él levantó la cabeza, mirándome-. No te tiene porque dar vergenza, yo también te amo.
Mateo me sonrió y me abrazó, sé que todavía le costaba asimilarlo. Había crecido pensando que solo le gustaban las mujeres, fue todo muy rápido y eso lo confundió aún más, pero nos amamos y eso es lo que importa, ¿No
