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Hasta hacía un momento, él pensaba seriamente en la idea de olvidar los últimos días, en rebobinar su propia mente con tal de olvidar aquel incómodo encontronazo y el hecho de que tenía flores en el cuerpo cual cuento infantil. Planeaba totalmente dejar pasar que algo así había sucedido y seguir con su trabajo y rutina, claro porque él no sabía que simplemente aquello no podía quitarse de una manera simple y sencilla como si fuera un resfriado. O que podía morir si hacía de la vista gorda.

Se quedó mirando la hoja que una de las enfermeras le había dado completamente en blanco, releyendo una y otra vez el diagnóstico como si estuviera en un idioma que no podía comprender.

«... Enfermedad crónica mortal, Hanahaki Disease. Padecimiento: semillas de flores en los pulmones, tráquea, laringe, faringe y boca.
Sin cura clínica, extraoficial o conocida aparente.
Tiempo estimado de vida: 250 días.»

Y sinceramente aunque Víktor siempre había creído que su muerte no sería por vejez, en calma después de un largo silencio o con una familia formada, porque para él era más risible terminar muriendo por desangramiento o herida de bala en su trabajo, tampoco creyó que sería de una manera tan surrealista como una asfixia casi inducida que consumía y mermaba sus fuerzas gradualmente.

─ ¿tengo riesgo alto de morir? ─se susurró lentamente, procesado la información y luego subiendo la mirada a la enfermera ahora frente a él, quién sólo dio un amargo suspiro y asintió.

─ lamentablemente, en estas zonas del mundo jamás habíamos visto algo así en nuestros años de trabajo, se conoce un rumor parecido entre asia occidental y partes de Rusia ─ella negó y le entregó el DNI que momentos antes le había brindado─. Pero más allá de eso, sólo podemos hacer lo que mejor esté en nuestras manos para prolongar su salud e investigar si hay una cura en el bajo mundo así por malo que parezca.

Volkov asintió sin nada más que perder, no causaría un escándalo en todo el hospital por algo que él mismo había causado. Guardó la hoja y su identificación mientras se levantaba de la silla que le habían brindado y hacia un ligero gesto de cabeza para despedirse.

El bajo mundo, un lugar despreciable y oscuro, lleno de la peor zaña en su tipo. No le gustaba la idea de poder seguir viviendo gracias a un tráfico ilegal y rojo, pero ante algo que no podía controlar o comprender era la mejor solución que podían brindarle.

Cuando salió de la sala de hospital, miró a su izquierda donde descansaban el comisario Rodríguez y el propio Conway, uno frente al otro sobre la blanca pared, fumando y sumergidos en un silencio tan sepulcral que se hacía incómodo apenas con pasar la mirada sobre aquellos dos imponentes hombres que esperaban por él. Porque en el fondo Greco a pesar de todas sus diferencias era su amigo y él mismo era la mano derecha de aquel superintendente grosero y maleducado, no podía irse al otro lado de la vida de rositas sin que ellos dos estuviesen para encararlo.

─ ¿qué te dijeron? ─Greco apagó el cigarrillo apenas le vio y buscó en sus facciones algo apenas risible como una pista para contener o maldecir al propio aire, lo cual era bastante difícil considerando que Volkov era distinguido por tener o una cara de póker o una de enfado casi todo el tiempo.

─ no conocen qué coño me sucede, pero investigarán y la siguiente semana me darán un fichaje para venir ─evitó la parte de «morir en siete meses» porque seguramente su siguiente imagen en el hospital sería deteniendo (véase intentar) a Conway de golpear a los enfermeros por algo que no estaba en sus manos controlar─, no me dieron una restricción clara así que puedo suponer que estoy en el derecho de seguir trabajando con un horario normal, al parecer no es algo grave.

─ vaya servicios de mierda ─la voz ronca y molesta de su mayor se hizo ver junto a un chasquido de lengua─. Vamos nenazas, tienen manitas para ganarse el sueldo y hoy parece que no tienen ganas de esperar otro día para atracar toda la puta ciudad ─les dejó atrás con un paso apresurado mientras miraba como perro rabioso a todo aquel que osase siquiera pasar cerca en dirección a la salida, porque como no podía ser más, habían salido los tres en horario laboral y se escuchaba por la radio como los alumnos hacían un desastre y Brown se jalaba los cabellos por no poder con tanto.

Flores En Un Frío Invierno   ❆•̩̩͙ ✩ •̩̩͙Volkway•̩̩͙ ✩ •̩̩͙❆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora