SÁBANAS BLANCAS (JACOBxGUSTABO)

SÁBANAS BLANCAS

Esa noche la luna se alzaba radiante en la noche estrellada, pero por más brillante que fuera, su luz apenas lograba ingresar por la ventana hacia el interior de aquella habitación en la cual el sonido obsceno de suspiros y jadeos comenzaba a hacerse presente. Los ruidos solo eran opacados por el crujir de la cama y el incesante choque de pieles de dos figuras masculinas que solo disfrutaban del momento. Esa no era la primera vez que se encontraban carnalmente, no, claro que no, ni tampoco sería la última.

Jacob se hallaba sobre el sumiso cuerpo de Gustabo que solo gemía sin parar y aún apesar de la penumbra del lugar solo trataba de cubrirse el rostro con ambos brazos.

Al pelinegro sinceramente le sorprendía como es que alguien como ese rubio podía sentirse tan bien apesar de la edad que se llevaba encima. Y no mentía, realmente se sentía muy bien. Talvez incluso mejor que otras mujeres con las que había estado, las cuales mayormente solo hacían ruidos exagerados de placer. Muy diferente a Gustabo, que incluso solía tratar de cubrir sus gemidos haciéndose el inocente y luego como provocándole movía sus caderas en un movimiento muy sensual... justo como ahora. Tomó las piernas del contrario y las alzó aún mas para permitirse ir más profundo en la estrecha y húmeda entrada del más bajo, aumentando así el ritmo y volviéndolo incluso más feroz. Los gemidos por un breve segundo se convirtieron en un lamento, llevando su mente a vagar en recuerdos de hace dos años aproximadamente.

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El día que se llevarán al sujeto apellidado García como "trofeo"

Aquella vez se supone que debían terminar con la eliminación de los agentes del CNP que fueran secuestrados. Sin embargo, no todo resultó como planearon, ya que después de que acribillaron al oficial Torrente, un helicóptero comenzó a disparar a lo lejos. Obviamente dieron respuesta pero entre todo ese caos originado y la molestia de obtener un plan incompleto, cogieron a uno de los dos alumnos que habían y se lo llevaron. El hombre en ese entonces no dio ninguna objeción, es más, ni parecía poder hablar tan siquiera, estaba como ido, con los ojos mostrando nada más que su color natural frío y vacío, era como un títere.

El de la calavera subió al helicóptero junto a su piloto. Y sus otros hombres se embarcaron en sus lanchas junto a su nuevo acompañante y partieron a rumbo desconocido. No dejaron pista de nada, solo un pequeño mensaje escrito con sangre sobre la frente del de cresta, al cual dejaron inconsciente sobre el cuerpo inerte y ensangrentado de Torrente. Eso fue todo.

Había sido divertido recibir las noticias de como Conway enloquecía en la búsqueda de su agente desaparecido. Incluso casi llegando a faltar al entierro de su compañero caído. Se notaba a leguas su desesperación, se veía agotado, hastiado y al borde de la locura total. Nuevamente habían lizado otra bandera y dos simples alumnos que salieron a practicar resultaron víctimas. Uno de ellos fue raptado, y lo peor es que no habían señales de que quisieran pedir rescate, así que ya muy posiblemente podría estar muerto y lo único que verían de el sería un vídeo nuevo. Y el otro, el otro se encontraba inmerso en un coma inducido, al parecer el golpe provocado por el impacto con el culatazo que usaron para dejarlo inconsciente fue demasiado. Los días solo pasaban y Conway apesar de tener la cabeza más fría apenas podía mantenerse en pie, pero debía seguir. Por el bien de su malla.

Y todo eso sucedía mientras tenían a Gustabo encerrado en un oscuro sótano. Aún sin poder hacer o decir nada, tal parecía continuaba en shock por los recientes sucesos. Por supuesto que eso también era divertido, pero tener todos los días a una persona de mirada inexpresiva que nisiquiera se quejaba del trato ya comenzaba a hacerse aburrido. Un mes fue todo lo que soportaron los miembros a cargo del sujeto. Pensaron en tenerlo como protagonista de su siguiente "película", pero...no tenía sentido para ellos. Porque su invitado sencillamente no reaccionaba a nada. Ni al sonido de un gatillo presionando en su cien, ni tampoco al filo de una navaja recorriendo su piel. Lo único que hacía era mirar hacia la nada mientras día tras día las ojeras se apoderaban de su rostro, su piel y cabello perdían su brillo natural y la ropa de policía que aún llevaba se veía más floja que el primer día. Empeorando todo con el hecho de que tampoco quería comer, y la única forma incluso de darle de beber agua era casi a la fuerza. A ojos de cualquiera se estaba muriendo de a poco.