Un cachorro desafortunado

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AULLIDO

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel EMH/AU/Omegaverse

Parejas: Stony, Winterwidow, Antwasp, entre otros.

Derechos: a rascarme mi pancita.

Advertencias: esta historia es un Omegaverse, ósea que habrá mpreg y otras cosas propias del universo. También involucra Shifters (humanos que pueden transformarse) y algunos temas que quizá sean escabrosos. Haciendo guiños al universo EMH. Muchas lágrimas, risas y lo acostumbrado en mí.

Gracias por leerme.



***


Un cachorro desafortunado.



Howard Stark tomó entre sus brazos a su cachorro recién nacido con manos temblorosas por miedo a lastimar a un cuerpecito tan frágil y también debido al llanto que estaba conteniendo. La partera le miró con compasión, cerrando los ojos de María Stark, su pareja, mientras que el curandero del pueblo limpiaba todo y le tendía una cobija de lana con qué cubrir a su hijo. María había muerto en el parto, demasiada sangre que no pudieron parar. Ella tomó la mano de Howard con las últimas fuerzas que le quedaban en su cuerpo, mirando a su cachorro entre sus brazos.

—Cuida de él... nuestro Anthony... cuídalo, Howard... te amo...

María nunca se quejó.

La conoció cuando fue al Dominio del Príncipe Carbonell, a instalar unos mecanismos para el Memorial de su difunta esposa. Howard comenzaba a ser conocido como un inventor algo loco pero que podía resolver grandes problemas con muy pocos recursos, y en el Imperio donde la guerra llevaba azotando a su pueblo por varias décadas, ese talento era bien recibido. Ahí vio a María, bailando en uno de los jardines interiores de la torre, con su hermoso vestido blanco y ámbar como sus ojos. Se enamoró de ella tan solo de admirarla, suspirando resignado porque un Beta de Baja Casta como él jamás podría alcanzar a una princesa Beta de Alta Casta y sangre noble como ella, menos teniendo por padre a un Alfa Pura Sangre como el Príncipe Carbonell. La mano derecha del Emperador.

La joven le fue a ver una noche, para regalarle una flor con un beso, ella también se había enamorado en secreto y esa noche Howard escuchó su juramento de amor. Huyeron del castillo, de los territorios del príncipe, de todos cuantos los pudieran reconocer hasta que llegaron a las Tierras Yermas donde la vida era muy difícil. Fue ahí donde comenzaron su vida como pareja, con toda esa pobreza rodeándoles, la falta de trabajo suficiente para Howard que le impidió darle a su hermosa princesa la vida que merecía. Como le dolió ver esas finas manos lastimarse por mantener su casa en orden, limpia, en hacerle una comida o llenarlo de caricias cada que volvía de las fraguas donde trabajaba.

María nunca se quejó.

Siempre estaba canturreando, aun cuando pasaron los años y ellos no podían concebir un cachorro, ella no perdió su sonrisa ni sus ánimos. Ya eran maduros cuando María le anunció que llevaba un hijo suyo en su vientre. Howard trabajó con más ahínco, iniciando su jornada desde antes de ponerse el sol hasta que se ocultaba para que nada le faltara a su pareja, ni comida, ni abrigo ni los remedios que el curandero le pidió porque estaba desnutrida. En esos instintos maternales que podían caer en misterios mágicos propios de su origen de alta cuna, María ya había adivinado que sería un varón.

—Y será tan brillante como su padre.

—Espero que no con la misma suerte.

—Querido, Anthony será nuestro orgullo.

—¿Anthony? ¿Ya le has puesto nombre sin saber qué será?

—Será nuestro hijo.

Los últimos meses, ella los pasó en cama porque se cansaba demasiado rápido. Howard tuvo miedo de que algo malo le pasara y estuvo a punto de escribirle a su padre con tal de que ella no fuese a sufrir. Vino el parto cuando él estaba fuera, un cachorro le buscó para avisarle y salió corriendo para encontrarla ahí, desangrada en su cama con Anthony en los brazos. La partera le dijo que, ni con los fuertes dolores que ella había padecido ni esa sangre arrebatándole la vida, María se había quejado.

Ahora estaba muerta.

Nunca pidió más comida ni más vestidos nuevos, mejor calzado o un abrigo que le cubriera el cuerpo en los duros inviernos. Siempre resistió esos horribles momentos de las escaramuzas de los guerreros de Kang que castigaban a los habitantes de las fronteras del Imperio cuando el ejército de feroces lobos les ganaba una batalla. Incluso se había cambiado su nombre de origen por el de Antonella, con tal de que nada de su pasado alcanzara al hijo en su vientre.

María nunca se quejó.

Así que Howard se juró hacer lo mismo para criar a su único cachorro, pasara lo que pasara, su Anthony no iba a sufrir ninguna mala suerte, porque había nacido Omega y eso era peor que ser pobre. Pero no iba a fallarle al amor de su vida de quien jamás escuchó queja alguna sobre su vida, así sería con su primogénito. Se mudarían de ahí, volverían a comenzar donde la naturaleza de Anthony no llamara la atención ni fuese un problema. Y crecería sano, fuerte, como María lo hubiese querido. Howard besó la frente tibia de su cachorro quien gimió al no sentir más el calor materno, recibiendo las gruesas lágrimas de su padre en su cabecita con la promesa de siempre protegerlo.

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