Un verdadero traidor

941 154 57
                                    

AULLIDO

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel EMH/AU/Omegaverse

Parejas: Stony, Winterwidow, Antwasp, entre otros.

Derechos: a rascarme mi pancita.

Advertencias: esta historia es un Omegaverse, ósea que habrá mpreg y otras cosas propias del universo. También involucra Shifters (humanos que pueden transformarse) y algunos temas que quizá sean escabrosos. Haciendo guiños al universo EMH. Muchas lágrimas, risas y lo acostumbrado en mí.

Gracias por leerme.


***


Capítulo XXIV.

Un verdadero traidor.


"Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto."

Proverbio chino.



—Diosa Madre... te lo suplico...

Hubo un rumor lejano, que el Omega ya no quiso ver, cerrando sus ojos para esperar por los Skrull. Al menos moriría al lado de su Alfa, se consoló con ello. El rumor se hizo más sonoro, proveniente del cielo. Lord Carbonell abrió sus ojos para mirar a una estrella que caía del firmamento. Fue su primera impresión. Anthony se quedó boquiabierto al notar que esa luz se hizo más grande y gruesa hasta ser algo que jamás había contemplado: un lobo envuelto en llamas corriendo por el cielo como si lo hiciera en tierra firme. Incluso olvidó por unos momentos a los Skrull que los rodearon al ser testigo de aquella aparición que fue a su rescate. Ese lobo de fuego cayó sobre ellos, protegiéndolos entre sus cuatro patas antes de aullar y escupir fuego alrededor. Los demonios quedaron carbonizados, sin que ninguno hubiera podido huir a tiempo de aquella muerte ardiente. Un hocico envuelto en llamas se asomó por debajo de su cuerpo hacia el Omega.

¡Hola! ¿Están bien?

Al joven lord le tomó un poco ordenar sus pensamientos luego de escuchar en su mente aquella voz cantarina sin una gota de preocupación, abriendo sus ojos de par en par después. Estaba nada más y nada menos que ante un Lobo Imperial, su Alteza, el Príncipe Jonathan Spencer, hermano de la Emperatriz. El Lobo de Fuego. Sonrió, sollozando un poco antes de asentir con su mano tratando de decir lo que su boca no pudo, señalando a su Alfa malherido en su regazo igual que sus lobos y Estrella.

¡Oh, cierto! ¡Qué cabeza la mía!

Moviéndose para verlos de frente, el lobo se inclinó soplando fuego sobre ellos para cerrar sus heridas sin que las llamas los lastimaran.

Eso servirá, hay que llevarlos a que los atiendan. Me llevaré a Steven en mi hocico, tú y los lobos pueden subir a mi lomo, ¡vamos! Uh, oh, no te preocupes, no se quemarán. Je, je.

Si no fuera porque sabía que era un Lobo Imperial, Anthony hubiera jurado que estaba viendo a un perro muy feliz moviendo su cola y envuelto en fuego que se echó para que subieran. Un gigantesco perro, era al menos tres veces más grande que su Alfa en su forma lobuna. Dejando para después sus observaciones, el castaño subió, ayudando primero a sus lobos huargos, tomando a Estrella entre sus brazos. El príncipe tomó al Mariscal Rogers y con un salto ágil volaron en el cielo una vez más. Anthony quedó maravillado ante el vuelo y la vista tan tranquila del cielo desde donde el bosque por el que habían atravesado lucía tan apacible, sujeto a ese cabello en llamas que se sentía más como una manta cálida que fuego verdadero.

AullidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora