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Puede contener escenas no muy apropiadas para todo tipo de público, es tu decisión leer.

El albino abrió sus ojos desganado, estaba mirando al techo tumbada en su desecha cama, no sabía cuántos días habían pasado tumbado ahí.

Dió un suspiro intentando de coger algo de aire cuando sus ojos empezaron a lagrimear rápidamente, ni cinco minutos habían pasado de haberse despertado y ya empezaba a llorar de nuevo.

Todo estaba en un silencio que lo ahogaba, levantó levemente su cabeza mirando a su alrededor, llevaba días sin limpiar, y todo estaba desordenado.

- Si estuviera aquí Vegetta me mandaría a limpiar. - Murmuró el de ojos verdosos para sí sonriendo de lado para después recordar lo que había pasado días antes, haciendo que algunas lágrimas cayesen de sus cansados ojos.

Su barriga empezó a sonar, tenía hambre, últimamente almorzaba y cenaba, las otras comidas se las saltaba, no tenía ganas de cocinar.

No tenía ganas de nada.

Incluso lo poco que comía no eran comidas que te hacían no tener hambre, sino cosas precocinadas o que se hacían en cinco minutos.

La semana se le había pasado bastante rápido, tal y como las otras semanas, no sabía cuánto tiempo llevaba así, había perdido la noción del tiempo.

Miró el reloj de su habitación intentando enfocar su vista entrecerrando levemente los ojos, eran las 20:34.

Volvió a suspirar cansado, secándose sus lágrimas con su brazo sintiendo como sus ojos picaban levemente, dirigió su mirada por toda la habitación parándose en un bote de pastillas para dormir.

Últimamente no conseguía dormir muy bien, asique de la frustración compró un bote para que pudiese dormir mejor.

Empezó a gatear levemente por la cama hasta que llegó al borde poniéndose de pie, mareandose levemente, apoyándose en su mesa de noche, entrecerrando levemente sus ojos.

Cada vez le pasaba más frecuente aquellos mareos, puede que fuese por las pastillas o incluso de estar todo el día tumbado en su cama.

Cogió el bote de pastillas mirándolo de cerca, pensativo, iba a hacer algo pero finalmente lo terminó soltando. Antes iría a comer algo, se iba a morir de hambre.

Bajó con sus ascensores a su cocina, está tenía platos sin lavar, algunos cajones abiertos, papeles y servilletas de haber sido usadas y la basura sin sacar.

La verdad, estaba todo hecho un asco, pero el de boina no se sentía con ánimos para limpiar.

Algo asqueado empezó a abrir los cajones viendo haber si hubiera algo comestible, aunque solo encontró un paquete de galletas que caducaría dentro de un mes, pero le bastaba.

Volvió a su habitación acostándose de nuevo en su cama mientras se metía sin ganas una galleta a su boca, pensativo en estos últimos días.

Hasta que recordó lo que le había dicho Vegetta aquella noche.

Hasta que recordó lo que le había dicho Vegetta aquella noche

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suicidio - rubegetta/wigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora