March to The sea

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"¡Cuán feliz es la suerte del inocente vestal. El mundo olvidando, por el mundo se olvidó. Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Toda oración aceptada, y todo deseo renunciado".

— Mary —*

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"Benditos sean los olvidadizos pues superan, incluso, sus propios errores".

Cuánta verdad hay en la frase de Nietzsche, pero también puede generar el caos.

Levi

Lunes, ¿conocen el sabor de un lunes?, claro, creo que la pregunta radica en ¿quién no conoce como sabe un lunes? Amargo, agotador, apagado, básicamente como comer excremento de perro. Ahora imaginémonos el lunes de una persona de 36 años con el horrible empleo de estar detrás de un escritorio, escribiendo un montón de informes para la empresa que trabaja cuando esta solo le paga menos de un sueldo básico y sufre explotación laboral.

Es más que comer excremento de perro, quizás mierda de rinoceronte mezclado con yogurt y una cebolla metida por ahí.

Y en esta ciudad caótica mezclada con los gases de los coches todo se vuelve más muerto y más aburrido. ¿O quizás soy yo el que está muerto?

La gente sigue caminando sumida en sus propios problemas cotidianos, los típicos sobre cómo mantener la amarga relación de amor u odio que llevan con sus vidas. ¿Por qué no somos sinceros de una vez?

Pam, pam, el traqueteo de cada pisada con las bocinas de los coches de fondo por cada estúpido que se pasa el semáforo en rojo llenan mis oídos pero aún así parece ser un sonido blanco, no es algo exactamente en lo que estoy poniendo mi entera atención. Ando centrado en la misión de hoy, llegar a la estación de trenes, tomar mi línea y trabajar. Sólo eso.

Mujeres, hombres, niños, ancianos cruzan por mi lado sin una señal de vida en sus rostros, quizás mi problema radica en mi actitud de mierda, un ser introvertido que odia interactuar con personas. Salir con mis compañeros de trabajo al terminar la jornada o ir a comer en un buen restaurante una carne asada son cosas o gustos que no me doy. Mi vida es como una vela apagada.

Entonces... Pensándolo un poco mejor, ¿por qué carajos estoy yendo al trabajo?

¿Realmente esta es la vida que deseo?

"Obviamente esto no es lo que deseo", gritó mi cerebro y mi corazón al unísono.

Por primera vez en algo estaban de acuerdo mis dos órganos, no es lo que quiero, para nada.

Llego a la estación de trenes, más específicamente estoy en el andén, mirando las vías del tren con los ojos perdidos, pensando, divagando en cosas que no sucedieron o cosas que debieron suceder. Sueños enterrados a mil metros bajo tierra

¿Realmente esto tiene que ser así?

Olas de recuerdos venían a mi cabeza mientras por los parlantes se anunciaba que el tren a la ciudad de Mare ya estaba por llegar. Mi destino para mi trabajo.

¿Qué sentido tiene el seguir con todas estas mierdas que se supone que uno debe hacer para tener una vida estable?

No...

No quiero hacerlo.

De pronto el viento golpeaba contra mi rostro, iba rompiendo las oleadas de aire con mi cuerpo corriendo por la estación de trenes, esquivando un montón de muertos vivientes, algunos mirandome con la cara confundida, pues si, no es común ver a un hombre de edad corriendo como un demente por los andénes.

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