🌺 KARMALAND 🌺 One-Shots by Honey

☁️It's Quiet Uptown☁️

...

Habrían pasado ya varios meses desde la partida de sus hijos, Rubius pensó que podría engañarla toda la vida. Pero Nieves no era tonta, descubrió todo lo que su marido le oculto,la muerte de sus niños, la infidelidad con Vegetta, Amidala, Sor Rita. La verdad se sintió como un balde de agua helada. Estaba destrozada, el hombre al que tanto amo no era más que un mentiroso que le vio la cara más de una vez.

Ahora ya no era la misma de antes dejo de hablarle, rechazaba sus abrazos, sentía asco con sus besos, su toque se sentía como ácido en su piel. Rubius se dio cuenta por primera vez de todo el daño que había hecho a su familia, sobre todo a su mujer. Salió a tomar aire quería mantenerse despierto, los llantos de Nieves lo mantenían despierto, se sentía como un cobarde no tenía el valor de arreglar las cosas con su flor de nieve. Paso horas en el jardín incluso ya había pasado la hora del almuerzo, salió a comprar comida, se pasó frente a ella, respiro hondo, ¿Desde cuándo era tan difícil hablarle? No la vio a los ojos.

- Voy al pueblo,... ¿Quieres algo? - Soltó, su voz se escuchaba temblorosa. Espero un momento ninguna respuesta de su parte, solo se levantó y subió al segundo piso. Suspiro y bajo el ascensor. Si se trataba de una pesadilla por favor que alguien la detuviera ya.

No tenía ganas de llegar rápido ni siquiera si se hacía de noche compro unos cuantos espaguetis, estaría bien si pasaba por la iglesia, aun siendo entre semana, vio a dos niños jugando en el patio el recordaron a su Brayan, se pregunto si le hubiera gustado vivir en Laputa, seguiría vivo si así hubiera sido, sería feliz con Nieves y Lely, ahora que lo pensaba nunca llegó a conocer a su hija, nunca supo sus gustos; por eso no lloro su muerte. Suspiro cansado se dirigió al altar, arrodillado le rezo a los dioses, esta vez no quería nada solo alejar la sensación de desasosiego.

Regreso a su hogar, por la ventana vio a su mujer, tan hermosa como siempre, su piel se veía radiante, aunque tenía un semblante triste eso no quitaba su belleza, prefería verla feliz, pero en ese momento parecía una misión imposible. Respiro hondo y salió,ya no tenía miedo, debía arreglar lo que destruyó.

- Mira lo que somos - Recogió una flor que creció en el patio, era bastante bonita - Mira lo que iniciamos, se que no te merezco, Nieves, escúchame, es suficiente - Ella se levantó para volver a dentro tenía la cabeza agachada. Quería detenerla - Si pudiera salvarles las vid... - Sostubo su brazo, suspiro cerrando los ojos, antes de que Nieves tomara el pomo de la puerta, volvió a hablar - Si pudiera cambiar mi vida por las suyas - Dio en el blanco, ella se detuvo en seco. En la mente de la pelirroja podía escuchar a sus niños riendo, verlos jugando, los Romualdos leyendo un libro, parecía que todo sería perfecto, pero no tendría a su osito.

Continuó su camino, solo quería acostarse y dormir toda la tarde, el chico oso la siguió, ya había capturado su atención era ahora o nunca.

- No pretendo saber, perdimos tantas cosas que jamás se podrán recuperar - subió al segundo piso ella estaba por acostarse - Se que te sientes perdida - Quería tomar su hombro, girarla y abrazarla hacerla sentir que no estaba sola, que el estaría allí para ella, pero fue el quien causó su dolor no tenía el derecho para eso - Y necesitas tiempo - Dijo esto como un susurro, perdió su oportunidad, no, aún no.

- Pero escuchame, yo sé con quién me case, no estoy asustado - Se arrodilló frente a la cama parecía que Nieves ya se había dormido, suspiro dejando la flor frente a ella, así cuando despertará vería un lindo gesto, se dirigió a las escaleras - Creo que ya fue suficiente - Se fue de la casa estar el mina, lo calmaría un poco. En cuanto la casa estuvo en silencio, Nieves se destapó, escucho cada palabra de su marido, su corazón latía como cuando tenían sus primeras citas. Observó la flor que le dejo la tomo era bastante bonita y tenía un buen aroma. Una ligera sonrisa se formo en su rostro.

Al día siguente el desayuno fue silencioso pero cómodo, irían al pueblo para visitar la tumba de sus hijos. A diferencia de otras veces el silencio se convirtió es su mejor amigo. En cuanto llegaron compraron una ramo de flores. Varias personas del pueblo se sorprendieron por verlos juntos de nuevo, cualquiera pensaría que Rubius estaba loco por intentar arreglar sus errores, pero olvidaron que aún así ellos se amaban. Dejaron los flores y unas cuantas palabras de aprecio, pasearon por el pueblo de vez en cuando se hacían alguna broma. Si era imposible que volviera a ser como era antes pero ahora tenían que aprender de sus errores.

Nieves se detuvo frente a la fuente principal y tomo la mano de su esposo, tenía una sonrisa en su rostro - Afuera está tranquilo - dijo, no necesitaba decirle que lo perdonaba era suficiente con esas palabras, por primera vez entendió lo que alguien le insinuó. Abrazo a su mujer con fuerza, ella acepto el abrazo. Todos vieron aquel acto. Rubius logro lo inimaginable, algo imposible. Y aquellos niños a los que tanto quisieron los observaron con una sonrisa ya podían irse tranquilos al más allá. Ambos pudieron jurar que los vieron por un segundo.

Pero no todos tenían la suerte de ser perdonados por esa persona a la que tanto lastimaron, no todos tenían esa comunicación para sentir el dolor de su pareja. No todos lograban lo inimaginable. Akira lo sabía bien, ellos jamás lograrían algo así. Su Edén era una mentira, la perfección no era más que un engaño que ella quería fuera verdad. ¿Podían ser sinceros por una vez?. No, el silencio a las afueras la está matando, a diferencia de Nieves, Akira ya no va a soportarlo, solo quiere que el ARDA.

Fin

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Llore con esta mierda en serio, el segundo acto de Hamilton conforma parte de mi lista de canciones para llorar a las tres de la madrugada. Cuando termine esta cosa eran mil palabras exactas, me he superado a mi misma.
Ahora que lo pienso, ¿les gustaría un libro de artes?. Los dibujos que hago, son algo buenos... Eso creo UwU