Capítulo 1

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-Padre, no puedes hacerme esto -dije siguiéndole por los largos pasillos del Olimpo.

-Créeme Sky, yo tampoco quiero hacerlo, pero cuanto antes mejor -dijo y siguió caminando.

Si mi padre fuera como se lo imaginan los humanos... Le patearía el trasero y saldría corriendo, pero él no es así. No es el bebé con pañal que lanza flechas de corazones que todos imaginan. Él era otro prototipo. Alto, fuerte, musculoso, de pelo rubio y ojos azules que lanza flechas con los extremos echos de las plumas de sus propias alas. Así era el verdadero Cupido.

Y bueno, yo como su hija era su viva imagen, solo que más joven y en versión femenina. Alta, delgada, rubia de ojos azul grisáceo y con sus características alas.

Llegamos a la sala principal para encontrarnos con Zeus.

-Hola pequeña -me saludó con un cálido abrazo-. Cupido -saludó a mi padre con un ligero movimiento de cabeza-. ¿Qué os trae por aquí?

-Quería proponerte el llevar a mi hija a la tierra de los humanos ya -respondió mi padre serio.

-¿Tan pronto? -preguntó Afrodita sorprendida y me acarició el pelo- Solo tiene diecisiete años humanos, normalmente van con veintiún años.

-Creo que ya está lo suficientemente preparada para ir -Oh padre, creí que te caía bien.

-No, no lo estoy. ¡Padre, no sé ni usar el arco! -protesté y me cruzé de brazos. No iba a bajar al mundo así porque sí.

-Eso se arregla fácilmente -dijo Zeus y chasqueó sus dedos, así ensañaba a la gente demasiado torpe para aprender.

Lo miré con cara asesina, al ver lo que había hecho hizo una mueca rara y susurró un "Perdón".

-Ya no hay problema para que no puedas ir -dijo mi padre y se dió vuelta-. Voy a llamar a Atenea, ahora vuelvo.

-Tranquila Sky, no será tan horrible, todos hemos pasado por esa etapa.

-Lo sé Afrodita, pero todavía me quedaban cuatro años para disfrutar de mi libertad.

-Mira la parte buena, podrás hacer vida de joven allí.

-Eso no es bueno, Zeus. Tendré que ir a una escuela con mundanos, ¿sabías lo salvajes que pueden llegar a ser? Hacen guerras sin sentido, pelean por todo, hasta pueden matar a personas por conseguir una miserable pulsera de oro -dije ya al borde de las lágrimas, de verdad no quería ir allí.

-Hola -saludó Atenea entrando en la sala acompañada de su hijo.

-Ya que estamos todos aquí vamos a aclarar las cosas -dijo mi padre mirándome fijamente-. Sky, mañana bajarás a la tierra -en ese momentó una lágrima resbaló por mi mejilla, mierda, ahora me verían débil y yo no quería eso-. Pero no irás sola, Carter será tu hermano en la tierra.

-Pero no nos parecemos en nada. Yo soy rubia, él es moreno, yo tengo los ojos claros, él los tienes oscuros...

-No pongas más pegas, Sky, los dos tenéis un año de diferencia, el será tu hermano mayor.

-Sky, mi hijo cuidará bien de tí -intentó calmarme Atenea-. ¿Verdad Carter?

-Sí, pero es verdad, no nos parecemos en nada.

Afrodita cerró fuertemente los ojos y al abrirlos cambió el color de ojos de Carter por el azul.

-Ahora os parecéis más -dijo Zeus y nos entregó una mochila a cada uno-. Tenéis lo que todo adolescente de vuestra edad tiene en la tierra, mañana pasad por aquí para los últimos retoques y estaréis listos, buenas noches.

-Buenas noches -dijimos Carter y yo a la vez y nos dirijimos a las habitaciones en silencio.

Ese día aprendí que por más que proteste, los mayores se saldrán con la suya.

La hija de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora