Capítulo único

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Las pisadas resonaron sobre el duro pavimento. Su respiración agitada  se volvió errática y el dolor en su rodilla se tornó en una agonía latente, pero Chwe Hansol no dejó de correr.

Los matones estaban cerca. No cesaban de gritarle insultos y más de alguna previa de lo que harían cuando lo tuvieran entre sus garras.

El chico esquivó gente y cruzó la calle sin mirar a ambos lados, su imprudencia ganándole maldiciones de los conductores, pero su corazón acelerado y su miedo de ser atrapado le permitió no darle importancia. 

Fue al girar en un callejón que encontró su triste destino. Había llegado a un callejón sin salida, el lugar frío, gris y maloliente.

—Estas acabado, niño —La voz de aquel chico le erizó el vello de la nuca. No quería girar y ver a los cuatro jóvenes que lo harían papilla en ese solitario callejón.

Solo cerró los ojos y sintió el primer golpe.

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Hansol despertó al sentir unas suaves y gentiles manos acariciar sus cabellos.

Abrió lentamente los ojos. El dolor de los golpes recibidos volvieron a estallar por su cuerpo pero en oleadas pequeñas.

Tardó en enfocar su visión, todo lucía borroso e irreal, pero cuando logró hacerlo pudo ver con detenimiento y claridad el hermoso rostro de Seungwkan, quien le devolvía una mirada preocupada.

—Debes dejar de hacer esto —Le dijo el mayor. Su mano en ningún momento dejó de acariciar sus cabellos.

—No hasta que ellos dejen de molestarte —Le prometió el castaño.

—Aún sigo sin entender el por qué lo haces —Susurró. Ayudó a Hansol a sentarse. —Ellos jamás se metieron contigo hasta que empezaste apoyarme. Deberías ser cómo el resto y solo ignorarlo.

—¡Ni loco dejaría que ellos te hicieran daño! —El menor desvío la mirada, su corazón latiendo de forma rápida. No quería levantar ni una sospecha de sus sentimientos —No dejaría que nadie sufriera a mano de esa bola de ignorantes. Las personas no deben ser maltratadas por no seguir el patrón de gustos de otros.

Seungwkan se sentó junto a él, su espalda apoyándose en la fría superficie del contenedor de basura.

—Sus mentes son muy pequeñas para que entiendan eso y dejen de lastimar a otros por sus peculiaridades —Dijo el niño rubio con tristeza. Su mirada se volvió a enfocar en la del menor. —No me gusta que ellos te hagan daño.

—Yo estoy bien. No fue nada —Hansol trató de brindarle una sonrisa tranquilizadora, pero se transformó en una mueca de dolor cuando la profunda herida en su labio inferior se abrió.

—No lo estás. Deberías ver tu mal estado —El mayor llevó una mano al rostro contrario, rozando con las yemas de sus dedos el borde de su ojo izquierdo dónde se había formado un morado. Su mano viajó con suavidad hasta su sucia mejilla y terminó en sus labios, acariciando con demasiada ternura el contorno de estos.

Retiró su mano de inmediato al notar la gran atención que le daba a esos labios.

Hansol soltó todo el aire que no sabía que estaba reteniendo.

—No quiero que ellos te sigan lastimando por mi culpa —Exhaló el rubio.

—Aprenderé karate y ellos no querrán meterse conmigo ni contigo —Respondió el menor con decisión.

➸ Verkwan 💫 With You [One Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora