PRÓLOGO

17 0 0
                                    

- Mamá, mamá, un cuento, un cuento.

- Bueno, ¿Cuál quieres?

- Quiero uno nuevo.

- Bueno… hoy te contare la historia de un ángel.

- ¿Un qué?

- Escucha con atención.

En el inmenso mundo de la magia, entre los hombres, y los espíritus, habitan seres capaces de alzar montañas, apagar las llamas, mover los mares, y compartir el aire. Nosotros los conocemos por muchos nombres, pero todos ellos comparten un título único que hace temblar a todas las malas personas: “los dioses” son seres a los que veneramos y rogamos porque bendigan nuestro hogar y a nuestra familia, pero somos demasiados los que imploramos su ayuda, por ello, ellos crearon seres capaces de realizar los mismos milagros que ellos, los ángeles.

Los ángeles nacieron para ayudar a todo aquel que los dioses no alcanzaran, y ser el símbolo de paz entre las razas, a cambio, prometieron abandonar cualquier deseo para albergar los de los demás.

- ¿No podían pedir nada?

- No, cariño.

- Eso es muy triste.

- ¿Verdad? Pero adivina.

- ¿Qué paso?

Los años pasaron, y los ángeles jamás incumplieron su promesa, hasta ese fatídico día. Una joven elfo, en las manos de unos malvados monstruos, imploro a los cielos ser salvada, y entonces sucedió, un ángel apareció frente a ella, dando fin a su pesadilla. La joven, temerosa todavía por aquellos monstruos, no movió ni un pelo, hasta que el ángel le extendió su mano, junto a unas simples y bonitas palabras: “El mal se ha ido”. Ella, maravillada por la belleza y la divinidad de ese ser, no pudo hacer nada más que agradecerle. El, sonriente y tranquilizador puso su mano sobre la de ella, y dijo “Cuando estés en peligro, no dudes en llamarme, yo seré siempre, tu fiel salvador.”

Días pasaron, y tanto él como ella, no podían evitar verse el uno al otro, pues esta anhelaba su compañía, y él jamás se la negaría, el ángel acudía siempre al rescate de la eterna soledad y tristeza que a ella llenaban. Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses, hasta el primer año desde su pequeño y hermoso encuentro. Él bajo la luz solar que atravesaba sus alas, le dijo que no quería volver a hacer otra cosa, que no fuera estar con ella, que desde el primer día, y con el paso de los meses, se enamoraba cada vez más de ella. Ella acepto sin dudarlo ni un momento, puesto que a ella le ocurría lo mismo. Su felicidad fue infinita, el mundo de ambos se llenaba de colores y el amor los envolvía en calidez… pero fue una lástima, cuando un dios, aquel que con sus propias manos dio vida a ese ángel le dijo, que la promesa que había hecho estaba rota, que el amor, era el peor deseo entre los mortales, y que si no lo abandonaba, una maldición caería sobre él.

- ¿Y qué hicieron? ¿La dejo?

- No… todo lo contrario.

El ángel ignorando las advertencias del dios, amó y lleno a su amada de toda la felicidad que dentro de él emanaba. El dios, furioso por sus acciones, lo maldijo, junto a toda la raza de su amada. Los espíritus malignos los cazarían sin cesar hasta que sus días se acabaran. El ángel, con todo el poder que guardaba, los encerró en un bosque muy muy lejano, gastando por completo su vida. Su amada lloro su partida, pero, él no se fue sin antes darle un último regalo a su tan preciado amor, juntos a los días que pasaban, una nueva vida surgió de ella y lleno su corazón, un joven bebe tanto ángel como elfo. La joven madre, con su corazón lleno de amor, vivió sin olvidar jamás el primer y único amor que tuvo, hasta el fin de sus días.
- ¿Por qué lloras mamá?

- El cuento es muy lindo, ¿No te parece, Lú?

- Sí, me encanta.

- Es hora de dormir hija mía.

- Bueno… mamá.

- ¿Si?

- ¿Crees que yo pueda conocer un ángel?

- No lo dudes, Lúthien, buenas noches, mi pequeño angelito.

EngelsverratDonde viven las historias. Descúbrelo ahora