[La paz de los elfos ha sido corrompida por una horrible maldición. Solo la vida puede detener la muerte, busca a la mujer elfo de cabellos rojizos, su vida me has de ofrecer, y como pago, la guerra y la muerte hacia tu pueblo terminaran.]
- Joven amo. – Dice sacándome de mis pensamientos.
- ¿Qué sucede Shaxx?
- Como me pedisteis, recogí información sobre cada mujer en este reino que posea un cabello “rojizo”, en total tenemos más de 10 posibles candidatas para realizar su ritual.
- Solo necesitamos una, él está buscando a una sola vida, si le entregamos la incorrecta, la guerra que este reino sufre será el menor de sus problemas.
- Entendido joven amo.
- … Shaxx, te he dicho que dejes de tratarme con tanta formalidad, más si estamos solos.
- Solo lo hago para molestarte Nel. – Dice en ese tono coqueto que pone cada vez que sus travesuras son descubiertas.
- Lo sé, por eso te pido que te detengas, ahora no es momento de bromas, debemos encontrar al sacrificio.
- Todavía no estamos seguros de que este pequeño ritual que estas preparando pueda terminar la guerra. – Dice cruzando sus brazos.
- Funcionará, tenlo por seguro. Ahora, dime las características de estas mujeres, necesitamos pistas de cuál podría ser nuestro sacrificio.
- En realidad, a excepción de una, todas son civiles sin ningún tipo de ascendencia importante, ni mucho menos sucesos importantes en su vida.
- ¿Y esa excepción que tiene de especial?
- Ahí está lo interesante, esta mujer en cuestión es la única que no posee absolutamente ningún pariente conocido, fue abandonada en un orfanato a una edad temprana, además hace más de un año que se unió al ejército, actualmente está en el puesto al oeste del bosque antiguo.
- Jm… no es común que un huérfano se una al ejército, es más normal que se alejen de los conflictos… Hagamos los preparativos y busquémosla, en estos momentos es lo más cercano a nuestro sacrificio.
- Como órdenes. – Dice nuevamente en su tono coqueto. – Por cierto, le recomendaría no encerrarse en este lugar tan a menudo, no puede ignorar sus labores a su antojo, “segundo príncipe de los elfos, Nelchael”
- Tú mismo lo dijiste “Segundo” – Le respondo después de hacer una obvia mueca de molestia. – Los asuntos reales no van conmigo, solo hare lo que me dé la gana.
- La gente en el castillo no te ve de forma agradable ¿Lo sabes?
- ¿Y cuándo lo han hecho? Ese asunto no podría importarme menos, mis actos serán justificados cuando esta guerra acabe.
- No existen muchos brujos tan benevolentes…
- No soy benevolente, solo soy caprichoso.
- Como digas, tu prepara tus cosas, viajaremos al amanecer ¿Te parece?
- Perfecto, convence a algunos caballeros de venir con nosotros, secuestrar a un soldado no es algo que podamos hacer sin algo de mano de obra. – Termino de decir para que luego él asienta y abandone el lugar.
Con algo de pereza me siento al lado de una de mis mesas de trabajo. Shaxx es uno de los mayordomos más altos en su jerarquía, más que un siervo y su amo, somos amigos de infancia, además, es junto a mi padre, uno de los pocos que no le parece una atrocidad convivir con un “brujo”… Si esta chica resulta ser a quien buscamos, mi deuda con el mundo será saldada. Todos en este mundo nacen con un propósito, y un destino que los llevara a cumplirlo, el mío es acabar con esta guerra, aunque tenga que vender mi alma a las artes perversas… Necesitare un sedante, mi arma, y algunos materiales, durante el viaje trazaremos el plan para realizar este trabajo, no me agrada la idea de tener que secuestrar a alguien, pero no puedo ignorar la posibilidad de poder encontrar a la persona indicada en el primer intento, en el peor de los casos solo tengo que borrarle la memoria y devolverla al campo de batalla.
- Nelchael. – Dice una voz atravesando la puerta.
- Es raro que estés despierto en la madrugada Amón.
- He estado entretenido con los documentos de historia y política, pero eso no es el tema ahora ¿Qué estas planeando esta vez? Shaxx está movilizando una pequeña caravana y unos caballeros para ti ¿Verdad?
- Estoy a punto de lograr mi cometido, este será el primer paso hacia la paz, “hermano” – Amón, primogénito del rey y heredero de los elfos, su apariencia, actitud, y aspiraciones son iguales a las del rey actual, un cabello dorado y ojos café como los de su madre, además de un sentido de la responsabilidad verdaderamente molestos.
- Tus asuntos como parte de la realeza son más importantes que las profecías que predicas, deberías abandonar todo esto y dedicarte a ser algo más que un lunático con una profesión cuestionable.
- Mis asuntos con la realeza son nulos mientras mantenga esta “profesión”, la realeza, la diplomacia y los oligarcas son las cosas con las que tú quieres vivir, no yo.
- De verdad eres insufrible. – Dice después de un largo suspiro. – Dígnate a volver con vida, y hacer algo que valga la pena esta vez.
- Tranquilo, haré que heredes el trono de un reino sin guerras. – Digo Pasando por su lado y chocando suavemente el dorso de mi mano con su hombro.
- Tus ambiciones y tus pasatiempos no encajan, hermanito.
- ¡JA! Ese ha sido tu mejor intento de un comentario ocurrente. – Digo burlonamente.
- … - Aunque abandoné el lugar, creo que alcanzo a escuchar cómo me maldice mentalmente.
El sol saldrá pronto, y los preparativos están hechos, es hora de irse. Al llegar a las puertas del castillo, Shaxx me espera pacientemente frente a la puerta del carruaje en el cual iremos, mientras 5 caballeros nos acompañan a caballo, y uno conduce nuestro carruaje. Al verme, los caballeros desenvainan sus espadas, y realizan un saludo para recibirme, mientras Shaxx abre la puerta del carruaje.
- En marcha. – Digo mientras subo el carruaje con Shaxx siguiéndome.
Una vez cerrada la puerta, el viaje hacia puesto del bosque antiguo comienza.
- ¿Los caballeros están enterados de nuestras intenciones? – Le pregunto.
- A medias, señor. Aseguré que usted deseaba una concubina de un aspecto extremadamente particular, y que va hacerla suya incluso por la fuerza.
- Si tengo mala fama, esto lo empeorara.
- Lo dudo, ellos se rieron pensando que están a punto de ayudar a un príncipe con capricho lascivo.
- ¿Entonces nos ayudaran a secuestrar a alguien solo por eso?
- Aunque no quisieran ayudarnos, su deber es obedecer sus órdenes y proteger su salud por fuera del castillo, por tanto, cualquier capricho potencialmente peligroso que tengas, ellos tendrán que ayudarte a resolverlo.
- Sus entrenamientos y códigos siempre terminan siendo usados de esta manera. Les daré algo de oro cuando regresemos.
- Primero tenemos que trazar un plan, Nel.
- Usemos mi estatus para indicarle al encargado del puesto que nos llevaremos a uno de sus soldados.
- Deberíamos dejar nuestro carruaje lejos del puesto, si planeamos meterla en el a la fuerza, no deberíamos hacerlo en medio de todos los soldados.
- Si es así deberíamos llevarla hasta el carruaje desde adentro del bosque, así pasaremos desapercibidos. Tú espera en el carruaje hasta que yo y los caballeros la capturemos.
- ¿Seguro no quieres que te acompañe?
- Te necesito en el carruaje, no queremos que los caballeros que cuidan el carruaje les dé por dar un paseo o por aflojar sus lenguas con algún extraño.
- Entendido. ¿Qué harás para alejarla del campamento y llevarla al bosque?
- Soy conocido por nuestro pueblo como un despreciable brujo, daré la excusa de estar buscando algunos ingredientes para un embrujo en el bosque, entonces le pediremos a uno de los soldados que sea nuestro guía por el bosque.
- Mientras a ti no te moleste ser tratado de esa manera está bien, pero deberías empezar a crear una buena fama.
- Dime eso cuando nuestro plan no sea realizar un secuestro. – Digo para finalizar mientras él niega con la cabeza mientras esboza una sonrisa burlona.
Ver por los costados del carruaje los campos y los pueblos a la distancia resulta tranquilizador, me gustaría poder guardar este momento en mi cabeza para aguantar la tensión que se viene. Desde los 10 años he practicado las artes oscuras, al principio solo quería entablar conversaciones con aquellas voces que resonaban en mi cabeza cada día, no esperaba que cuando lo lograra una gran responsabilidad recayera sobre mí. “La guerra ha de terminar” “Tu destino es el de la paz” Pase años recolectando frases y pistas de mi papel en este mundo, nunca creí que alguien como yo mereciera alabanzas o agradecimientos, por ello decidí actuar desde las sombras, ayudar al pueblo que el rey me enseñó a querer, al costo que fuera necesario. Aunque explore cada hechizo y embrujo disponible, no encontré nada que pudiera cumplir mi objetivo, cuando las opciones se acababan recurrí a la comunicación… Comunicarme con los dioses que observan a los humanos como juguetes. Solo uno me contesto, y me dijo el costo de mis ambiciones, y ahora estoy dando el primer paso.
- Nos detendremos aquí. – Le dice Shaxx al caballero que maneja el carruaje.
Ambos bajamos del mismo mientras los caballeros se acercan en espera de órdenes.
- Dos de ustedes esperaran aquí con mi mayordomo, el resto vendrán conmigo. – Digo con autoridad, a lo que ellos responden haciendo una pequeña reverencia a manera de afirmación
- Te esperare lo que sea necesario. – Me susurra Shaxx
- No nos tardaremos. – Digo en voz alta, para luego empezar nuestra caminata hacia nuestro destino.
- ¿Irrumpiremos así como así en un sitio como ese, su alteza? – Pregunta un Joven caballero.
- Conoce tu lugar novato. – Le reprende el más veterano entre ellos.
- Exigiré una audiencia con el Comandante a cargo y ustedes esperaran mis órdenes, recuerden que no estamos aquí de paseo.
- Sí señor. – Responden al unísono mientras marchan dos enfrente de mí y dos detrás, Uno de ellos cargando una bandera con la cresta real.
Sin demorarnos mucho, la muralla de madera característica de estos puestos entra en nuestra línea de visión. La infantería y los vigías del puesto nos divisan y dan la orden de abrir las puertas, detrás de ellas se encuentra un soldado que seguramente nos preguntara nuestras intenciones.
- Soy Nelchael, - Digo tomando la iniciativa. - segundo príncipe de los elfos, y exijo una audiencia con el comandante a cargo de este puesto.
- Su alteza. – Dice el soldado haciendo un saludo militar. – No hemos recibido ninguna orden ni mensaje sobre su llegada, no podemos permitirle el paso si no nos explica que lo trae aquí.
- Lo que vengo a hacer aquí es un asunto privado, que solo discutiré con su comandante. – Digo alzando la voz haciendo que el soldado se exalte momentáneamente.
- Déjenos infórmale de su pedido al comandante antes de tomar una decisión, su alteza. – Me responde mientras manda a un mensajero con el comandante.
Decido no decir ni una palabra más hasta que el mensajero vuelva con una respuesta. A lo lejos puedo escuchar los cuchicheos de los soldados nerviosos, y entre tantas palabras inaudibles alcanzo a entender palabras como “corrupto” o “enfermo” nada que no haya escuchado ya. Al cabo de unos minutos el mensajero vuelve bastante agitado.
- El comandante ha aceptado verlo, su alteza. – Dice sin dirigirme la palabra.
Nuevamente empezamos nuestra caminata a través de las tiendas para llegar a los aposentos del comandante, donde entro junto a los caballeros en un intento de intimidarlo.
- ¿Qué lo trae por aquí, príncipe Nelchael?
- En el bosque se encuentran unas plantas que necesito para realizar un estudio…
- La entrada al bosque esta fuera de discusión. – Dice interrumpiéndome. Entonces hago un gesto para que los caballeros salgan y esperen afuera, lo cual imita el comandante con sus soldados.
- Comandante, es verdad que este bosque tiene una variedad de flores y “especias” que resultarían útiles en mis oficios, pero en realidad eso no es lo que me trae aquí.
- ¿?
- En este puesto hay una soldado llamada Lúthien ¿Verdad? – El responde asintiendo.
- Me la llevare como una concubina al castillo.
- ¿Usted dejo sus aposentos y vino hasta aquí solo por llevarse a uno de mis soldados?
- Si, y espero que pueda colabore en ese asunto.
- Esa mujer no aceptara jamás ser usada como un juguete de los nobles.
- Lo que ella piense al respecto no es importante, y en estos momentos solo quiero llegar al acuerdo menos problemático en el cual pueda llevarla conmigo.
- Dioses… Ustedes los de la realeza son otro mundo. ¿Y cómo planeas “llevártela”?
- Con la excusa que le he dado en un principio, “necesito unas plantas originarias de este bosque para un estudio, para ello me gustaría que usted me dispusiera un guía para no perdernos en el bosque”
- ¿Y…?
- Tenemos un carruaje a una distancia considerable de aquí. La sedaremos y nos la llevaremos hasta el, entonces volveré acá con mis soldados asegurando que ella intento atacarnos y que mi escolta la elimino en el acto.
- Eres despreciable.
- ¿Tenemos un trato?
- Esa chica es uno de mis mejores soldados, no me gustaría venderla a un destino tan cruel. – No me hagas sentir pena por ella, no es lo que necesito en este momento.
- … En el caso de que ella no se subordine, su memoria será borrada y le daré un trabajo tranquilo en un pueblo alejado del conflicto.
- No creo que seas tan piadoso.
- Lo prometo por mi nombre y mi familia que su vida no peligrara en mis manos.
- … Aun con tus promesas, la entrada al bosque es un asunto serio que no se le permite a nadie más que a los soldados.
- No planeamos quedarnos mucho tiempo ahí adentro, ni tampoco entrar en contacto con el enemigo.
- Si no salen en menos de 10 minutos te aseguro que el menor de tus problemas será secuestrarla.
- ¿A que le tienes tanto miedo? – Esta actitud de un comandante no es normal, no está siendo precavido, esta aterrorizado.
- … Tomare tu palabra, entra a ese bosque, llévate a la chica y asegúrate de salir de ahí tan rápido como puedas.
- Entendido, no le causare más problemas. – Con esto dicho salimos del lugar, afuera los caballeros y los soldados esperan el resultado de nuestra charla.
- Llamen al soldado de infantería Lúthien. – Ordena en voz alta el comandante. A lo cual los soldados reaccionan dispersándose mientras el mensajero busca a la chica.
- 10 minutos máximo, si no quieren morir ahí adentro, deben salir en 10 minutos. – Me dice el comandante
- Lo recordare. – Le respondo, para que luego mi objetivo se presente en la escena.
- ¿Sus órdenes, comandante? – Pronuncia de manera firme haciendo un saludo militar, pero que a mis oídos le llega como una melodía.
Noto como los caballeros se exaltan con su apariencia, el uniforme militar femenino no deja ningún punto para satisfacer la vista, pero sin duda no es capaz de ocultar su belleza, cabello rojizo como lo indico la profecía, ojos dorados brillando como el oro mismo, una estatura baja, pero con un cuerpo presumiblemente perfecto. Sera una lástima si ella resulta ser la indicada.
- Guiaras al príncipe Nelchael y a su escolta por el bosque en búsqueda de un elemento de estudio.
- Comandante, el bosque es un sitio de alto riesgo, ir sola en búsqueda del elemento sería lo mejor para evitar que su alteza sufra algún daño. – Responde completamente segura, mientras me mira de reojo.
- La planta que busco esta camuflada entre las flores más comunes de la fauna local, para identificarla se necesita de un experto en botánica, por ello es indispensable que yo la busque. – Digo con autoridad acercándome a ella.
- El bosque no es un jardín donde admirar las flores, príncipe. – Es descarada.
- ¡Lúthien! – La reprende el comandante.
- Mis disculpas… su alteza. – Me dice mirándome a los ojos con una mirada desafiante.
- Lúthien, su alteza, deben estar fuera del bosque en máximo diez minutos, después de eso, no podre asegurar más bienestar ¿¡Esta claro!?
- ¡Si señor! – Le responde con un gesto militar firme y perfecto. – Sígame, su alteza.
Frente a la entrada que conecta con el bosque nos detenemos a revisar nuestras cosas mientras la soldado se para firme frente a nosotros.
- ¿De qué armas disponen? – Nos pregunta a los caballeros y a mí.
- Nosotros cargamos con una espada y un rifle mágico cada uno.
- ¿Y usted? – Me pregunta con un gesto serio y algo molesto.
- Una pistola vieja, y un cuchillo.
- Bien, pase lo que pase, solo utilicen sus armas blancas.
- ¿Qué? – Pregunta uno de los soldados desconcertados.
- Entraremos a un campo de guerra, no tiene sentido que no utilicemos nuestras mejores armas. – Afirmo igual de confundido.
- Estos enemigos conocen el bosque como la palma de su mano, y… siempre se dividen en grupos pequeños para emboscar a los forasteros. En el momento que ellos pidan refuerzos o nosotros disparemos contra ellos, tendremos un ejército entero movilizándose para matarnos. – Su respuesta parece improvisada, esto está empezando a preocuparme.
- ¿Entonces los 10 minutos son el tiempo máximo que podemos pasar sin encontrarnos con ninguna de esas patrullas? – Pregunto.
- Exacto. – Me responde volviendo a su voz segura y grosera de siempre.
- Bueno, adéntranos, y entonces empezaremos con la búsqueda.
Ella nos da la espalda, y una vez las puertas se abren, avanza a paso rápido hacia el bosque, mientras mis caballeros y yo la seguimos. Ella carga con un rifle mágico, un arco de combate, y una espada, supongo que el llevar un arco es para eliminar a esas “patrullas” sin alertar a las demás. Ya han pasado unos minutos desde que abandonamos el puesto, y no puedo parar de pensar en que su historia tiene huecos, al igual que el comandante, están ocultando algo sobre este bosque, y me muero por saber que es, pero primero es lo primero. Tenemos que secuestrarla. Una vez el puesto desaparece de nuestra retaguardia, le doy una señal a mis caballeros para que empiecen a movilizarse de acuerdo a lo hablado.
- Ya nos hemos alejado lo demasiado de la base, hay que empezar con la… - Ella se da la vuelta, y se queda pasmada viendo como nos acercamos… no, no está sorprendida por eso.
- ¿Qué sucede? – Le pregunto confundido.
- Hace un momento, ¿No eran cuatro caballeros los que te escoltaban? – Pregunta desenfundando su arco.
Exaltados, miramos en todas las direcciones para confirmar lo que ella acaba de decir, y no miente, el novato ya no está.
- Todo el mundo alerta, y por lo que más quieran, ¡No disparen! – Ordena causando que los caballeros desenvainen sus espadas, y yo saque mi cuchillo completamente asustado.
Giramos nuestras cabezas en todas las direcciones posibles, preparándonos para el inminente ataque. ¿Cuántos son? ¿Hace cuánto se lo llevaron? ¿Cómo lo hicieron sin que nadie se diera cuenta? Estoy aterrado, y ni siquiera han pasado los 10 minutos, ¿Qué demonios ocurre en este bosque?
Un estruendo me saca de mis pensamientos, al mirar hacia el origen del ruido, logro divisar… el cadáver del novato, sentado recostando la espalda en un árbol, con su torso, sus piernas, su cabeza en direcciones opuestas y alternadas.
- Tenemos que retirarnos ya. – Dice Lúthien moviéndose por en medio de nosotros en dirección hacia la base. No podemos dejarla ir.
- Espera, aun no encontramos la planta. – Le digo tratando de ocultar todo mi miedo, para evitar que se vaya.
- ¿¡Es que acaso quieres morir!? ¡Tenemos que irnos ahor…! – Ella se queda completamente callada, mientras veo como uno de mis escoltas se queda congelado mientras mira detrás de mí.
Volteo mi cabeza lentamente, mientras mi cuerpo se esfuerza en no desmoronarse del miedo. Atrás mío, se encuentran dos de mis caballeros, aplastados el huno contra el otro, mientras sus cuerpos caen lentamente al piso, y derraman toda su sangre por el suelo.
- ¡Al diablo! ¡Dispare! – Dice el caballero veterano desenfundando su rifle.
- ¡No lo hagas! – Grito con Lúthien al unísono, mientras intentamos detenerlo.
Y en un abrir y cerrar de ojos, su cuerpo cae arrodillado mientras un chorro de sangre sale disparado desde su cuello.
- ¿Dónde…? ¿Dónde está su cabeza? – Pregunto sumido en el pánico.
- Príncipe, tenemos que irnos de aquí ¡Ya! – Dice para luego jalarme de un brazo.
Cuando ahora soy yo el que se queda completamente pasmado, obligándola a detenerse.
- ¿¡Ahora que sucede…!? – Ella detiene sus palabras al divisar lo que yo sentí, sangre, en mi hombro.
Indudablemente, sentí como algo caía en mi hombro, al voltear a verlo, vi como la sangre manchaba mi ropa… y entonces subí lentamente la mirada, y ahí estaba, algo completamente desconocido, que supera mi tamaño con creces y que masticaba lentamente, algo que hacía que de sus fauces goteara sangre encima de nosotros. Mirándonos fijamente con unos seis ojos grandes, brillantes, y enloquecidos, no como amenazas, sino como un gato mira a un ratón acorralado, como un pequeño aperitivo con el cual se divertirá. Y entonces tragó, para luego mostrarnos sus dientes que se extendían de oreja a oreja, y rugir como un cataclismo, capaz de reducir el mundo a escombros.
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Engelsverrat
FantasyEl panteón se sacude y la guerra se desata, solo un sacrificio podra apaciguar el alarido de un dios iracundo. Su destino será traer la paz a su tierra, con la guía divina él encontrará la última pieza del ritual, y entonces... ¿Le dará fin?