Hace ya unas horas que la fiesta comenzó. El lagarto, como he podido comprobar estas semanas, desde que anunció a bombo y platillo la celebración, no ha escatimado en nada. Resulta que posee una enorme sala de banquetes, que no había visto, dado que el palacio es inmenso; sala que ha adornado con luces que cuelgan desde todos los ángulos de la sala, hasta una lámpara enorme de araña en el centro, sobre el único espacio libre de mesas. Hay alrededor de ochenta, llenas por esos invitados de los que nos habló en sus jardines el día que nos anunció la fiesta. A algunos ya los hemos conocido Star y yo. Son igual de arcaicos que nuestro anfitrión. Me sacan de mis casillas, poco me falta para saltar ante alguno de sus estúpidos comentarios. La mano de Star, con la que he entrado bajo el brazo, me ha parado en varias ocasiones. En un par, he recordado que, a diario, ya he tenido que enfrentarme a sus excentricidades y comentarios altivos; por lo que he logrado calmarme yo solo a tiempo.
Mi compañera, tal y como me ha prometido, lleva toda la noche ayudándome en todo. Me ha enseñado a comportarme en una mesa demasiado anticuada, a coger los cubiertos o a sentarme recta en la silla. Reconozco que disfruto cuando me agarra la mano para indicarme algo incorrecto; o sus llamadas de atención más disimuladas como el pegarse a mí. Por supuesto, el comodín de mi dolor de garganta ha sido un éxito. El Rey, su esposa y los invitados, con los que he tenido el no tan placer de hablar, se lo han tragado. Únicamente he abierto la boca para decir un par de frases cortas a modo de saludo y por supuesto para comer. La única cosa que soporto de toda esta paparrucha de fiesta: la comida. Los cocineros de palacio, desde que estamos aquí, no tienen queja alguna por mi parte. Los manjares que me estoy llevando a la boca esta noche... Exquisito es la palabra.
- Y díganme, ¿cuánto hace que están casados? – Lord Milion, un tipo con un ojo pipa, ataviado con un traje muy parecido al mío, pero con muchos adornos en las hombreras, con forma de flores, es igual de curioso que Quetzalcóat.
- Hace apenas unos meses. Lo nuestro fue lo que en las novelas se denomina: un amor a primera vista. Moon y yo nos miramos, hablamos durante unos minutos y se nos removió todo – Star me mira, sonriendo como lo hace cuando finge ser mi esposa. Yo le agarro la mano que descansa sobre la mesa, junto a la mía.
Lord Milion es uno de los invitados con los que llevo toda la noche conteniéndome. Ya es la quinta vez que le echa una mirada de superioridad a Star. Para él, que una mujer se dirija a él, en lugar de hacerlo un hombre, o sea yo, es como si le golpeasen quinientas veces seguidas en la entrepierna. ¿Se entiende por dónde voy? Pues eso. Me tiene harto.
Tiene la piel, escamosa, cubierta por motas marrones en lo que parece ser todo su cuerpo. Al igual que el resto de los lagartos, no tiene pelo y, cuando sonríe... Me resulta menos siniestro que el rey, pero igual de peligroso que él. Por eso, es mejor no hacerlo enfadar. Con mayor motivo para controlar la paciencia que tengo.
- Yo estuve a punto de casarme una vez – hace un barrido por la estancia, Star y yo lo imitamos. Sus ojos, amarillos, se detienen en la última mesa de la izquierda de los anfitriones –. Luhan, sobrina de la reina. Una mujer exquisita. Pero caprichosa, histérica y replicona. No era amor, por supuesto – ríe, apartando su mirada con asco.
- No todos estamos hechos para el amor. Probablemente, usted está mejor solo.
- Oh, eso no lo dudo, querida. Encuentro en tu género algo fascinante, pero es puro divertimiento. Un vano pasatiempo.
Me acerco más a Star, sentada a mi derecha, rodeándola con mi brazo por los hombros. Es un claro gesto de posesión. Uno que detesto, que me repugna. Pero es la única forma de dejarle claro a este tipo que me está molestando lo que insinúa. No voy a hablar para echar a perder la única baza que tengo de soportar un poco la absurda fiesta, pero no por ello pienso tolerar que haga ese tipo de comentarios, o que mire a Star como si fuese un simple objeto de divertimiento, como él mismo ha comentado.
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Levitating
Science FictionUna piloto en prácticas con labia y chaqueta de cuero, encuentra una compañía inesperada cuando, en uno de sus días libres, visita el recién estrenado negocio de su mejor amigo.