3 de febrero de 1975.
5:30 pm
Era relajante. El sonido de las gotas de agua precipitándose contra el cristal del coche siempre le había desestresado; y hoy era uno de esos días lluviosos. Al volante de un coche amarronado de segunda mano, se encuentra Eric Miller, quien prudentemente avanza por las calles de Nueva York en dirección al Hotel Caprice. Con un cigarrillo a medio consumir entre los labios y uno de sus tantos casetes de jazz reproduciéndose levemente, no deja de darle vueltas al trabajo que le fue encomendado por la mañana.
*9:45 am - Redacción del NY Times*
- ¿Qué? ¿Por qué tengo que ir yo a esa estúpida fiesta? – pregunta Eric descontento.
- Ya te lo he dicho, el fotógrafo encargado está indispuesto, así que eres el único que nos queda. Además, no sé por qué te quejas, vas a ir a un hotel rodeado de famosos y personajes ilustres de la ciudad con todos los gastos pagados – responde el jefe de la redacción.
- ¿Ilustres? Son todos una panda de cretinos elitistas.
-No me importa, Miller. Te guste o no, te recuerdo que sigue siendo tu trabajo. Así que vas a ir a fotografiar el evento o te pongo de patitas en la calle. ¿Queda más claro así?
Con resignación, Miller asiente y pide unas falsas disculpas por su actitud. Coge la cámara de fotos, así como su acreditación, y abandona el despacho de su jefe. Los presentes le observan mientras regresa a la puerta principal, nunca ha sido muy querido entre sus compañeros. Tras abandonar el edificio, vuelve a casa (un apartamento cutre y minúsculo en el Lower East Side). Abre la puerta de madera desgastada y al entrar coloca su chaqueta con cuidado sobre una silla del mismo material; justo encima, la corbata. Enseguida saca unos documentos de su bandolera y los pone sobre la mesa. El apartamento es viejo, las paredes necesitan una mano de pintura, y la decoración destaca por su ausencia.
-Esto va para largo – dice mientras suspira con tono cansado. Seguidamente prepara un café en la cocina y lo lleva nuevamente a la mesa. - Qué asco – pero sigue bebiendo.
Eric lee unos documentos relativos al encargo mientras pega pequeños sorbos a su taza de café, muy poco apetecible. El Hotel Caprice había anunciado una pequeña fiesta en la que algunas celebridades locales participarían. Al parecer, el dueño del hotel quiere promocionar su reapertura y ha invertido una generosa cantidad en que acepten la invitación. También ha reservado el hotel para ellos, y no admite a gente del exterior sin una razón justificada. Se ha enviado una nota de prensa a dos diarios nacionales para que realicen un reportaje detallado. La fiesta se celebrará esta noche a las 21:30 en el salón de actos, habrá canapés variados, bebida, baile...
-Bah, el resto es publicidad barata – comenta Eric mientras se balancea hacia atrás en la silla y dirige la mirada al techo – pero hay algo que no termina de encajar...
5:45 pm
Tras media hora de conducción ininterrumpida, llega a su destino. Si bien la lluvia arrecia, no es algo insoportable, por lo que avanza en línea recta hasta la entrada del hotel sin demasiada prisa. Un paraguas es protección más que suficiente. A primera vista no parece en absoluto un gran hotel, ni siquiera un hotel por encima de la media. Al entrar por la puerta acristalada cierra el paraguas y lo sacude unas cuantas veces. Frota sus zapatos marrones contra un felpudo para no empapar el recibidor y avanza hasta el mostrador, donde un señor de bigote pronunciado y aproximadamente 50 años espera pacientemente.
-Bienvenido al Hotel Caprice. ¿Podría enseñar su invitación? Por favor – pregunta el recepcionista.
Eric saca su acreditación del bolsillo izquierdo de su chaqueta y la pone sobre el mostrador mientras observa los alrededores, decepcionado por lo que ve.
- ¡Oh! Señor Miller, así que es usted de la prensa. Muchas gracias por venir, espero que el hotel sea de su agrado, y por supuesto también está invitado a la fiesta.
- Gracias, ¿en qué habitación me hospedaré?
- La número 110, señor. Por supuesto, tendrá acceso a todas las instalaciones del hotel hasta su marcha, que si no recuerdo mal será mañana a las 12:00 del mediodía.
- Así es. Por cierto, ¿es usted el recepcionista? – pregunta Eric extrañado por su excesiva amabilidad y la ausencia de uniforme.
- No, no. Lamento haberle confundido, mi nombre es Matthew, y soy el dueño de este humilde hotel – responde con orgullo.
- Entiendo, muchas gracias por su amabilidad, ahora si me disculpa, me retiraré a mi habitación a dejar el equipo.
- Por supuesto, disfrute de su estancia y saque buenas fotos – tras estas palabras, sonríe de manera forzosa y vuelve a sus quehaceres. Eric coge su llave plateada y sube las escaleras hasta el primer piso. Al encontrarse frente a su alcoba, un escalofrío recorre su espalda. Su mirada se torna hacia la derecha y por un instante divisa una silueta que jamás esperaría encontrar. De hecho, era totalmente imposible que estuviera allí. Sus llaves caen al suelo y sus ojos cobran un matiz impreciso. Totalmente inmóvil, sus labios son los únicos músculos que parecen funcionar...
- ¿S-Sarah?
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Looking Forward
Misterio / SuspensoEric Miller, aquel famoso detective que en su día tuvo Nueva York a sus pies, hoy no es más que otro fotógrafo mal pagado del New York Times. Anclado a su pasado y habiéndolo perdido prácticamente todo, un desafortunado evento en el Hotel Caprice le...