El encuentro

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No recuerdo el de como llegue a ese paradero, pero en ese momento era lo único que evitaba que me siguiera mojando bajo la lluvia que golpeaba con fuerza al caer, y el camino que parecía infinito en ambas direcciones, ahora borroso por la niebla era mi única entretención. Llevaba una hora más menos desde que llegue aquí a abrigarme un poco de la lluvia que me había tomado desprevenido, mi ropa mojada y el viento hacían todo un poco más difícil de llevar.

Me preocupe de colocarme en la mejor posición posible para poder mirar bien si algún vehículo aparecía en el camino, pedir un aventón y salir de esta carretera, que la verdad no se me hacía conocida, y no sabías exactamente donde estaba, por lo que me apoye y tratando de abrigarme me senté a esperar. 

Al poco rato, vi un par de luces a las cuales hacerles señas, era una camioneta de estas grandes, y la conducía un hombre ya de edad, con esas típicas canas coloreando sus sienes, amablemente paro y luego de preguntarle  si podía llevarme, me dejo subir. No hizo falta que dijera que estaba perdido, lo supo enseguida al notar que no era de por aquí y que tampoco le dije alguna dirección, solo me hizo una extraña pregunta que no entendí: “¿Vienes solo?”, quede pensativo, pero pensé que era normal a su edad hacer esas preguntas raras.

Al cabo de unos minutos, bajo el volumen de la radio, y encendiendo un cigarro, me pregunto por mi cadenita, dijo que le llamo la atención el diseño, como buscando algún modo de romper el hielo de ese silencio impuesto por el contexto. Le respondí cortésmente, y luego de un par de palabras, me pregunto algo serio: “¿Seguro vienes solo?”, sentí intriga por la pregunta, ya que por su actitud notaba preocupación en su mirada, “Si señor, solo soy yo y esta vieja chaqueta, no se preocupe por mí, no soy mala persona”, me miro un poco, y luego de inspeccionarme rápidamente volvió la mirada a adelante.

Comencé a sentirme extraño, parecía que el resfrió no tardó mucho en hacer efecto, y me sentía cansado, y algo decaído,  al darse cuenta de esto, el gentil hombre me miro y me puso una mano en un hombro, mientras que dijo “aun no es el momento, falta poco para llegar”, y yo la verdad no tenía idea de donde me llevaba.

Viaje NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora