PREPERS SUBWAY

Capitulo I

El estruendo fue tan grande y repentino, que no entendí para donde dijo mi padre que debíamos de correr. De pronto todo fue caos, corrida y desesperación. No concebí que esto estuviera pasando, hace cinco segundos, Nos encontrábamos dentro del refugio en compañía de amigos de papá. Ellos; los tres hombres estaban bebiendo ron en la puerta de entrada subterránea donde estaba nuestro refugio.  En compañía de mis amigos; Karim y Josué, estábamos sentados alrededor de mi cama, ojeando antiguas álbumes de fotos y después mirando las páginas señaladas viejos libros. De pronto una gran nube de polvo invadió el lugar y nos absorbió completamente. El techo se vino abajo con la explosión y las lámparas quebraron y cayeron astilladas. Paralizados nos quedándonos en la oscuridad absoluta. El silencio reinó largos minutos y de pronto escuché la voz de mi padre e instintivamente me guie hacia ella. Corrí frenéticamente por los túneles alejándome de la onda expansiva, cuando de pronto una nueva y poderosa explosión se produjo, sacudió y abrió un enorme agujero en la tierra elevándola por los aires, se llevó todo lo que encontró a su paso. Una especie de viento huracanado le siguió detrás de ello, hasta que segundos después decidí salir antes de ser enterrado vivo. Emergí en medio de los escombros que caían y volaban por los aires, con los brazos me protegía lo que me golpeaban la cabeza y pero las esquirlas herían la piel por todos lados. Después, lo último que vi de  Batimos Santiago, fue su sombra retorciéndose y envolviéndose en un gran remolino de tierra y luego perderse   en un estallido voraz de gritos y lamentos que se extinguieron en segundos y para siempre. En la huida, gire la cabeza para ver hacia donde estaban los demás, mientras corría apresurado buscando algún claro hacia donde dirigirme. Vi como hombres, mujeres y niños, eran levitados y embutidos por una cosa monstruosa de la naturaleza. Una gran masa de aire densa, que con su embestida descomunal dejaba destrucción a su paso.
  Sin proponérmelo me tiré al piso y me sujeté fuertemente en una roca que sobresalía. La tierra me cubrió totalmente mientras estaba boca abajo, gire mi cabeza para intentar respirar, pero el peso de la tierra me ejercía presión en el tórax y abdomen, dejándome inmóvil.  Por unos minutos traté de contener la respiración, para que no tragara tierra, pero fue inútil y en el último segundo antes de ahogarme, comprimí todo mi cuerpo, obligándome con las últimas fuerzas que me quedara y después empujé hacia arriba y logré mover mi cabeza y liberarla. Una parte de la tierra se desplazó y por fin pude tragar una bocanada de aire viciado, pero fue suficiente para que recobrara ánimos y nuevas fuerzas. Salí del entierro como una lagartija sale de su escondite, arrastrándome centímetro a centímetro. Cada movimiento era puñales que se me clavaban en los músculos, pero pensaba que sentir aquel agudo dolor era bueno, porque admitía que aún estaba vivo, tarde más de una hora en liberarme totalmente, cuando al fin mis pulmones se pudieron inflar a su gusto, una especie de letargo me embargó y así quedé no sé por cuánto tiempo.

   Desperté ahogado con el pecho a punto de estallarme, tenía las fosas nasales tapado de tierra húmeda. Sediento de aire abría la boca hasta que la articulación de los maxilares me dolía, solo con el fin de adentrar aire que mi organismo necesitaba. En medio de esa lucha tenaz y desesperada, una mano amiga sentí en mi rostro. Que con un paño húmedo me limpiaba suavemente la cara; liberándome de sangre y lodo acumulado. No podía abrir los ojos sin que me doliera hacerlo, pero su voz suave y tranquilizadora, me contuvo maternalmente. – Tranquilo la explosión provocó una torbellino de tierra, pero ya pasó, ¿Cómo estás?- decía la voz de una joven mujer , ella levantó mi cabeza hacia su regazo y allí sentí gran alivio en el cuello. Sus dedos suaves tocaban mi rostro con verdadero esmero. Me sentí confortado y de pronto empecé a asociar ,ver y sentir la realidad. Me preguntaba en silencio, quién sería aquella alma caritativa que se detuvo justo este momento, pero no recordaba por más fuerza que hacía, a quien pertenecía aquella voz de mi salvadora. En todos estos años que llevábamos el refugio "el tronador", muy pocas chicas he visto. – Si estoy bien gracias-, -solo algunos dolores producto de las piedras y cemento que me cayó en todo el cuerpo- , -soy Constantine- le alcance la mano para saludarla y al fin pude abrir apenas los ojos. –Soy Raquel- dijo la chica blanca y rubia, ojos verdes vivaces y achinados. Me estrechó la mano con gran vitalidad, - no entiendo porque seguimos vivos, las personas con quien venía volaron por los aires, están descuartizadas y regados por todos lados-, dijo en tono triste y sus ojos se llenaron de lagrimas, pero que en seguida supo que no debía flaquear y fue así que se sacudió de golpe y dejo que su debilidad no la desanimara, la absorbió su fortaleza, no se dejó intimidar y se limpio las lagrimas rápidamente con su camisa larga a cuadros que llevaba. Al verla recordé a mi padre que no se dejaba dominar por las cosas malas que pasaba, sino que aquellos bajones le duraban apenas unos segundos porque en seguida respiraba hondo y se le podía sentir con más fuerzas y ánimos, entusiasta para volver a intentarlo nuevamente. Fue cuando aproveché el apretón de manos para sentarme, mis huesos rechinaban de dolor, pero aquella chica me había inspirado tanto que me olvide de todo y me paré sin más preámbulos. Raquel me abrazó al ver que apenas podía permanecer de pie y me condujo lentamente hacia algún nuevo refugio. El nuestro había quedado destruido, aún se sentía el fuerte olor a material explosivo y polvo radiactivo dando vueltas. No sabíamos hacia dónde dirigirnos pero ambos sabíamos que cualquier lugar fuera de este entorno sería mejor. Todo lo que sabía era lo que decía mi padre; "toda explosión inevitablemente traería mucha más", entonces era lógico salir de allí, por más que podríamos encontrar cosas útiles en "el tronador".