Cuando el coche se paró frente una pequeña casa blanca, supuse que aquel sería nuestro destino, el lugar donde iba a avivir junto con aquella simpática mujer de sonrisa reluciente y su hijo al cual se le daban de forma pésima los estudios. Ese chico a quien desseaba no encontrar, ya que la presencia masculina era algo que me resultaba totalmente insoportable. La voz cordial de Jay me devolvió al lugar, como indicación de que mi cuerpo debía reaccionar y bajarse del coche junto con todo mi equipaje de bolsas y maletas. Abrí la puerta del copiloto y salí descargando las bolsas con la ayuda de Jay. Dejó el corche estacionado justo al lado de un pequeña puerta de hierro, forjada por un color blanco brillante que medía por lo menos el doble que yo. Abrió la puerta con amabilidad y se hizo a un lado para dejarme pasar. Pude ver el pequeño jardín lleno de flores que rodeaba la casa, tenía alguna figuras decorativas realmente bonitas y alegres, acordes con las flores y la personalidad de Jay. Al acercarnos a la puerta, Jay dió un par de melódicos toques en la puerta con sus nudillos. No pasó mucho tiempo cuando la puerta se abrió, dejando ver a un chico despeinado, con unos pantalones grises de deporte, y una camiseta a rayas, bastante arrugada, se acababa de despertar, o eso dejaban ver sus ojos aún poco acostumbrados a la luz del nuevo día. Era ya la una y media de la tarde, y este chico aún tenía una cara de sueño de no haber dormido en varios días, aunque claramente no era así. Era alto, aunque no mucho más alto que yo. Los rasgos de su rostro eran practicamente perfectos, y parecía realmente atractivo. Cuando volví a la realidad, Jay ya había entrado, y el chico continuaba con cara de confusión mirándome, no me había dado cuenta de lo descarada que estaba siendo mirándole tan detenidamente. Bajé la mirada avergonzada, después de ver que él ponía sus ojos en blanco.
— ¿Vas a pasar o te vas a quedar ahí mirándome? — el sonido de su voz me llevó de nuevo al lugar en el que me encotraba. Qué voz más...peculiar. Su acento era pronunciado, y claramente tenía una voz...angelical. Sí, eso. Pero en ese modo que pronunció esas palabras sonó de un modo frío y seco. Lo que me indicó que la convivencia con él sería del todo dificil. Pasé adentro de la casa, y una vez dentro miré todo, no era muy grande, pero las paredes estabas cubiertas por estampados florares en tonos pastel, y muchas fotos familiares colgando de las paredes. Era muy agradable ver eso.
— Louis, ayuda a Clarisse a meter las cosas en casa. Voy a buscar a tus hermanas al colegio. — dijo Jay despidiéndose de su hijo con un beso en la mejilla, a lo que él respondió con un mal geto. Me dedicó una sonrisa mientras le ponía los ojos en blanco a Louis y cuando pasó por mí lado para salir, me dijo:
> — Tardaré poco, intenta no matarlo. — susurró a lo que yo reí. Se despidió de nuevo con la mano y salió de la casa cerrando la puerta detrás de ella. Louis no tardó mucho en irse a otro lugar y dejarme sola en el hall de la entrada sin saber muy bien qué hacer o a dónde ir. Caminé al escuchar el sonido de la televisión, comencé a seguir el sonido y llegué a lo que parecía ser el salón comedor. Era espacioso. Había un sofá en el centro, frente a una televisión de plasma en el que Louis se encontraba viendo la tele muy acomodado. Al lado había una vieja butaca, llena de cojines. Detrás del sofá, se encontraba una mesa redonda, de madera oscura, con un centro floral muy bonito. Louis ni se percató de mi entrada, y si lo hizo, lo ignoró por completo. Ya había asumido que no me iba a dirigir la palabra, y mucho menos iba a invitarme a acomodarme, por lo que caminé hacia la mesa y tomé asiento en una de las sillas, cruzando mis manos y apoyando mi cabeza sobre ellas mientras miraba el centro floral con atención, tratando de averiguar de que flores se trataba. Pasados unos minutos, Louis se levantó y se fue. No sé muy bien a donde, pero tampoco era algo que me interesara demasiado.
El sonido de la puerta y las risas de lo que parecían niñas pequeñas, hizo que me pusiera en pie. Rápidamente dos pequeñas niñas totalmente idénticas entraron corriendo a la casa. Eran rubias, menudas y con ojos claros, y por la apariencia podría decir que tenían entre diez y doce años.
— Daisy, Phoebe, venid a saludar a Clarisse. — les dijo Jay, y ellas rápidamente al verme vinieron corriendo a donde yo estaba y tirando de mi ropa hacia abajo, me dieron un beso en la mejilla, entre risa y risa. Al momento en el que Louis entraba de nuevo al salón. Ahora sus ojos estaban mas despiertos, y se podía apreciar sus preciosos ojos brillantes de color verde grisáceo.
— ¡Lou!¡Lou! — gritaron las gemelas al unísono mientras se lanzaban a los brazos de él, quien respondió a ellas de inmediato, agachándose para abrazarlas y darles un beso en la mejilla.
— Hola, princessitas. — respondió él con tono dulce, mostrando esa peculiar voz que en ese momento parecía acariciar mis oidos. Quién diría que podría ser tan bipolar. Pensé para mí y puse los ojos en blanco inconscientemente.
— Louis, ¿has hecho la cena? - preguntó una de las niñas. Seguro que me iba a costar bastante trabajo aprenderme sus nombres, o más bien, lograr diferenciarlas.
— Sí, ¿ a qué no sabes qué he hecho?
— Mm...¿pizza?
— No, algo que te gusta mucho más.
— ¡Pasta con tomate y queso!
— ¡Sí! Pasta con tomate y queso para la chica más guapa. — dijo él haciéndole cosquillas a su hermana. Yo contunié inmóvil viendo todo desde donde estaba al principio. Admirando su sonrisa sincera y juguetona con sus hermanas. Era una sonrisa reluciente, sin duda las había sacado de su madre. Las niñas volvieron a su juego y subieron las escaleras corriendo y riendo llenando el ambiente de la casa de un sonido risueño y divertido. Louis alzó la vista, y de nuevo me pilló mirándole. Mis mejillas tornaron rápidamente a un color rojo. Y aparté la mirada cuando amabas se encontraron.
— ¿Qué miras? — me preguntó él con el mismo tono borde del principio, siendo otra vez la persona fría y desagradable que había abierto la puerta.
— Nada... — respondí avergonzada sin saber muy bien que decir. Aunque para mi suerte él se giro para irse, a lo que supongo era la cocina.
— Será mejor así. — le escuché decir cuando cruzaba la puerta de la cocina.
Ayudé a Jay a poner la mesa, y una vez que habíamos colocado todos los platos, los tres nos sentamos en la mesa, esperando por las niñas. En realidad no tenía nada de hambre, y pensé que sería descortés rechazar la comida, hasta que recordé que había sido Louis quien la había hecho, y me dio igual si le parecía mla o no. Así que le dije a Jay que si era tan amable de indicarme donde estaba mi habitación. Subimos a la segunda planta, y Jay me mostró amablemente cuál sería mi habitación, y donde estaba el baño, que para mi mala suerte, debería compartir con Louis. Se lo agradecí, y cogí una toalla para darme una ducha. Entré al baño, puse mi música con mi teléfono móvil y me metí en la ducha. Después de unos minutos relajantes bajo el agua, me recubrí en la toalla y fui a vestirme. Al llegar a la que sería mi habitación, cerré mis ojos frustrada.
— Mierda. — susurré al recordar que Louis no había hecho caso a su madre, y no me había ayudado con el equipaje, por lo que todo seguía abajo. Salí de la habitación, con la idea de poder ir a por mi ropa, pero al salir mi cuerpo impactó contra alguien y mi toalla apenas sujeta por mi masno calló al suelo.
— ¡Joder!¡Pero tápate! — gritó Louis mientras recorría mi cuerpo con la mirada. Sentí toda mi sangre acumulada en mis mejillas, y me apresuré a taparme de nuevo con la toalla que acababa de caerseme al suelo. — ¿Se puede saber por qué paseas desnuda por mi casa? — preguntó él alzando una de sus cejas mientras me miraba con una media sonrisa en su rostro.
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Look after you
FanfictionClarisse Beckinsale es una adolescente de diecisiete años que sufre el maltrato de su padre. Este la maltrata tanto física como psicológicamente, atormentándola por la muerte de su madre, por la que la culpa. Tras varias peleas sobre los estudios de...