Final

1.6K 318 104
                                    

Su rostro fue iluminado por la luz de la noche una vez más, una pequeña sonrisa le fue dada a la Luna y aquél chico apoyó sus codos en el barandal del balcón.

—Hola, Luna. ¿Cómo estás hoy? Yo demasiado emocionado. En exactamente treinta minutos cumpliré dieciocho—el silencio de la noche en aquella tranquila ciudad fue su única respuesta—. Sólo estoy feliz por mis amigos, siempre salimos y nos divertimos en mí cumpleaños.

—Oh, no me malinterpretes, no vamos a beber ni ese tipo de cosas, todos somos menores—una suave carcajada brotó de sus labios—. Sinceramente, los tres preferimos sentarnos a comer y jugar videojuegos, a veces simplemente hablamos y eso es más que suficiente para mí.

El viento de aquella noche helada le erizó la piel y movió sus cabellos.

—¿Está bien si me quedo aquí hasta que sean las doce? —frunció sus labios—. Me gustaría que lo primero que vea con dieciocho años seas tú, eres muy bonita, Luna.

Revisó el reloj en su muñeca.

—¡Oh, sólo faltan dos minutos!. El tiempo contigo se me pasa volando—sonrió abiertamente—. Oficialmente, soy mayor de edad.

Repentinamente, grises nubes cubrieron el resplandor de la Luna, haciendo que la noche se viera más oscura de lo que parecía. El chico frunció el ceño confundido, pues solo segundos antes no había ni un rastro de aquellos nubarrones. Se enderezó dispuesto a dar media vuelta y entrar de nuevo a su apartamento, sin embargo, un destello blanco a un costado de su patio le llamó la atención.

Agudizó su vista, divisando lo que parecía ser la figura de un chico, pero, extrañamente su silueta era blanca. Su corazón empezó a latir rápido, intentó correr, pero se encontraba paralizado. Abrió grandes sus ojos y se sujetó fuertemente del barandal cuando vió aquella silueta acercarse poco a poco, dejando ver, a su vez, la ropa y rostro de el que se suponía era un chico. La situación era simplemente aterradora.

En un parpadeo, aquél joven se puso a su lado derecho, sacándole un grito de terror al pelinegro. Quien hubiera salido corriendo si estuviera en todos sus sentidos, claramente. El hombre ya no brillaba, parecía un humano completamente normal, dejando de lado el hecho de que había salido de la nada. El extraño le sonrió abiertamente y Soobin no supo si apreciar su sonrisa o salir corriendo.

—Choi Soobin—su voz profunda le erizó la piel, pero ya no sintió miedo, es más, su corazón empezó a latir a un ritmo normal y su respiración se calmó apenas pudo escucharlo. Ni siquiera le importó el hecho de que aquél joven supiera su nombre—. Al fin puedo verte, no sabes cuánto tiempo estuve anhelando conocerte en persona—la sonrisa en su rostro se ensanchó.

—¿Quién eres?—su voz inevitablemente se quebró.

Una carcajada escapó de los gruesos labios del hombre.

—Oh vamos, me conoces, Binnie—una de sus manos se posó sobre el hombro del pelinegro, haciendo que éste de un pequeño salto en su lugar y la risa del intruso volviera a romper el silencio de aquél lugar—. Yo soy a quién miras por tu balcón todas las noches, quién escucha cada cosa que dices aún si no eres consciente de ello, quién ilumina tu rostro en la oscuridad. Yo soy a quién le llamas "Luna", Choi Soobin.

Y ahí lo supo, cada rasgo de aquél hombre. Su cabello azul como el cielo al anochecer, su sonrisa tan brillante como las estrellas e incluso sus ojos que parecían contener miles de galaxias dentro de ellos. Él era la Luna misma.

Los poetas y escritores suelen representar a la Luna como una mujer. Una hermosa y cruel mujer. Pero ésta también podría ser un hombre. Un bello y sensible hombre.

Y Soobin fue consciente de aquello en ese instante en el que sus ojos se encontraron con los de Choi Yeonjun, mejor conocido como "La Luna".

숩┊ Luna ›› Yeonbin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora