Prejuicios

1

Madara suspiro con resignación después de que el carruaje aparco frente al hotel "villas de konoha" uno de los más caros de la ciudad, uno que solo podía pagar la familia real y donde su abuela Kanguya le había organizado una cita con su pariente Karin Haruno la hija mayor de una de las tantas nietas de kanguya, Mabuki y según su abuela la hija mayor de esta era la más indicada para ser la futura esposa del futuro rey de la nación.

—Vamos no hay razón para tan mal humor, si más no recuerdo Karin es la más preparada de las hijas de Mebuki.— Sasuke su sobrino se había ofrecido ha acompañarlo en aquel viaje, el chico se mostró realmente entusiasmado cuando la abuela les informo que Madara debía reunirse en el villas Konoha con Karin y que la chaperona de esta sería Sakura la menor de las Haruno.

—Tengo razones suficientes para sentirme molesto, frustrado, exasperado con esta reunión, el aspecto de Karin no es de importancia para mi, Itachi y tu saben mejor que nadie que mi corazón ya tiene dueña.

Ambos entraron a la suite que se les había asignado, la más grande, la más lujosa y obviamente la más cara.

—Si, la dueña era una mujer con muy mala fama en la sociedad, ella ya está casada, Lord Orochimaru la hace feliz y ella ya te ha olvidado, tu deberías hacer lo mismo, olvídala en brazos de la bella Karin. 

Sasuke dijo sin preocupación al tiempo que tomaba asiento y se quitaba las botas, para Sasuke la vida aún era fácil a sus diecisiete años aún no tenía porque pensar en un matrimonio arreglado o en el cargo que se le sería asignado pues para preocuparse aún le faltaban un par de años o tal vez más, en cambio Madara a sus Veinticuatro años debía hacerse cargo ya de todo lo que había postergado por años.

—Tu no entiendes nada.

—No y no me interesa hacerlo, ahora descansa, la cita con tu futura esposa será en una par de horas, daté un baño y ponte elegante para impresionarla.

Sasuke echo la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y minutos después se quedó dormido, el viaje de dos días en carruaje realmente lo había agotado, Madara se sentía igual de cansado pero optó por tomar un relajante baño para despejar la mente, los aceites esenciales no faltaron en la bañera, el olor a lavanda y rosas se esparció por el cuarto de baño.

La sirvienta acomodo una toalla húmeda sobre el rostro se Madara después de haberlo afeitado, él se dejó hacer por aquella chica de manos temblorosas, sonrió arrogante pues sabía que era lo que producía el nerviosismo de la joven y es que cualquiera de la alta sociedad solía describir a Madara Uchiha como un sueño, alto, fuerte, de rostro hermoso y finas facciones, educado y sobre todo rico.

—Ya hiciste suficiente, ve preparar el baño para el príncipe Sasuke.

Madara se relajo en la bañera después de que la chica salió casi corriendo del lugar, estaba asustado y molesto por el atrevimiento de su abuela para buscarle esposa, pero no podía culparla, en el palacio ya se rumoraba lo grave que sería la falta de un heredero si Madara se seguía negando a contraer matrimonio.

Acepto que no podía postergarlo, le daría una oportunidad a su pariente pero si está no era de su agrado el definitivamente la rechazaría, no se casaría con alguien que no cumpliera todas sus expectativas. 

Pasado el tiempo y una vez que ambos jóvenes estuvieron listos bajaron al lugar donde se encontrarían con las hermanas Haruno, Madara se acomodo el corbatín de seda rojo mientras que Sasuke no paraba de mover las manos.

Madara sabía que estaba nervioso por volver a ver a la pequeña Sakura, él mayor de los Uchiha sabía que su sobrino y aquella joven de apariencia desconocida se habían conocido tres años atrás en uno de los tantos viajes que hacían los padres de Sasuke a las cálidas costas del país de las olas y que desde ahí forjaron una especie de amistad que se fortaleció con infinitas cartas que su abuela desaprobó pues para ella la mucha no era digna de ningún futuro heredero.