Capítulo único.

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El teñido entró a su casa, dejando las grandes bolsas de maquillaje en la entrada, para después quitarse su abrigo, colgarlo y volver a coger las bolsas para dirigirse a su cuarto.

Vegetta seguramente estaría trabajando, asique tendría un rato el teñido para estar a solas, cosa que agradecía.

Rubius, entró dentro de su habitación, dejando todo el maquillaje encima de su gran escritorio, este estaba llenísimo de maquillaje, por encima, por los cajones, y por todos lados.

Se sentó en la silla, encendiendo un aro de luz blanca haciendo que este le iluminase directamente, cogió un espejo y se lo puso directo en su cara.

Se observó a sí mismo, su piel estaba perfecta e uniforme, sus pestañas estaban largas y negras, sus pómulos resaltaban, sus mejillas tenía un color rojizo debido al colorete, sus cejas estaban perfectamente pintadas y por último, sus labios estaban de un tono neutro, pero se veían bastante suaves.

— Hora de quitarse todo esto. — Murmuró para sí desganado, cogiendo algodón y desmaquillante, empezando a pasárselo por todo el rostro varias veces, hasta que se quedó limpio.

Rubén hizo una mueca de desagrado al verse sin esos kilos de maquillaje, su piel ahora no era perfecta, tenía imperfecciones, granitos, puntos, y rojeces debido a que se lo intentaba quitar y no funcionaba.

Sus pestañas ahora eran cortas y de un color clarito, haciendo que su mirada se viera más cansada, tenía unas grandes bolsas debajo de sus ojos de color morado oscuro, haciéndole verse demacrado.

Su tono de piel ahora no era "vivo" y colorido, sino de un tono pálido bastante claro, y el único color que tenía era a causa de sus imperfecciones.

Sus cejas ahora no estaban tan rellenas, tenía pequeños huecos y eran más claras de lo que eran. Sus labios estaban partidos y resecos.

Era todo lo contrario a hace unos segundos, toda la seguridad que poseía hace nada, se había esfumado, haciendo sentir al teñido aún más inseguro.

Tenía mucha envidia a la gente que tenía bonita piel y era bella sin maquillaje.

¿Por qué él no podía ser así? — Se preguntaba siempre mirándose fijamente todas sus imperfecciones en su propio espejo, haciéndole sentir peor.

Muchas veces sus amigos le decían que si seguía así su "piel real" iba a empeorar por usar tantos productos.

Pero la verdad era que había usado de todo para que se le fuera, y sin embargo, nada funcionó.

Lo único que nunca le había defraudado era el maquillaje, el creador de su seguridad e inseguridad.

Él no era una persona que se maquillara para los demás, todo lo contrario, lo hacía para verse bien él.

Aunque al final del día, la realidad le golpeaba en la cara, y viera lo que realmente era.

Un inseguro que se refugiaba en el maquillaje, intentando autoconvencerse de que se veía mejor.

Todas las personas que lo veían, decían que desprendía seguridad, autoestima, y amor propio. Quién diría que realmente era todo lo contrario.

Era solamente una tapadera.

Una tapadera para que nadie viese el fracasado que era por dentro, porque realmente se sentía así.

No podía comprender como Vegetta había empezado a salir con él, prácticamente su vida era una máscara que nunca se quitaba a no ser que estuviera solo.

— No entiendo cómo puede estar conmigo. — Murmuraba para sí, mirándose cansado conectando sus ojos con su mirada a través del espejo.

No le gustaba su físico, nadie lo iba a querer si no era atractivo y Vegetta no era la excepción.

Por eso nunca le mostraba como era, ya que ni él mismo se quería.

Solamente le hacía creer a los demás como un gran actor, sintiéndose superior y teniendo un gran ego.

Aunque después, cuando estuviera solo, la realidad le volvería a pegar en la cara.

Obviamente está inseguridad no había salido sola, Rubén sufrió bastante respecto a su rostro y demás.

Él solamente quería ser perfecto, pero se le olvidó que la perfección no existe.

— Solamente quiero quererme a mi mismo. — Murmuró para sí mirándose fijo en el espejo, como si estuviera mirando a otra persona.

La puerta principal se abrió, Vegetta ya habría llegado, y seguramente pronto aparecería por el umbral de la puerta.

Rubén suspiró levemente desviando su mirada a otro lado, específicamente a lo que había comprado hoy.

Se había gastado muchísimo dinero en estos nuevos productos, y seguramente su pareja se decepcionaría de él.

— Hey Rub. — Le llamo Vegetta apareciendo en la habitación con una sonrisa en el rostro, llevaba algo detrás de su espalda.

El teñido sonrió al otro algo apenado, no era la primera vez que el azabache lo veía así, pero aún así se sentía algo inseguro.

— Hey, ¿Que llevas ahí? — Preguntó el de ojos lima mientras que el de ojos morados se acercaba al otro mientras que le daba un corto beso en los labios.

— Adivina. — Respondió en un tono burlón, viendo el bello rostro de Rubén.

No comprendía porque se echaba tantas cosas, si era hermoso de igual forma.

El problema, era que él no veía lo mismo.

— Mmmm, no lo sé. — Dijo el de orejas de oso divertido, sonriendo burlón, quería ver lo que tenía detrás de su espalda.

El azabache suspiró sonriente, dejando ver lo que traía detrás de su espalda, traía algunas mascarillas faciales para su pareja.

— Te he comprado esto, se que te gusta mucho los cosméticos y he comprado un par, para ti y para mí, así te hago compañía mientras te lo echas. — Le explicó el azabache, quería entender a su pareja.

Rubén sonrió algo apenado, aceptando el regalo y abrazando al otro, lo amaba demasiado.

Lo amaba porque veía cosas en él que ni el mismo veía.

— Gracias. — Murmuró el más alto en el oído del otro, aún abrazando a su novio, era una de las mejores cosas que le habían pasado.

Vegetta se separó sonriente viendo los nuevos cosméticos que había eran muchísimos, Rubén se avergonzó levemente mirando hacia otro lado.

— Yo... — Empezó a hablar el teñido, pero el azabache lo interrumpió.

— Déjalo, si te sientes seguro con ello, te voy a apoyar siempre. — Murmuró el de ojos morados sonriente, dándole una cálida sonrisa.

Sabía que su pareja tenía unos problemillas de autoestima y era su única forma de escapar de eso, con su maquillaje.

Rubén sonrió ante esas palabras, sintiendo sus ojos algo aguados, asintiendo con la cabeza mirando a otro lado.

Triple 7 le acarició levemente la mejilla, sonriéndole con tranquilidad.

Si tenía que apoyar a su pareja en todo, lo haría, incluso en sus inseguridades.

— Cariño, voy a ir haciendo la cena, te aviso cuando esté lista.  — Le dijo el más bajo, cruzando miradas con el de ojos lima.

— Guardo todo esto y bajo. — Respondió el otro, Vegetta asintió sonriente saliendo de allí para empezar a hacer la cena.

Rubius ahora se miró en el espejo, haciendo que una pequeña sonrisa saliera de él.

Tal vez no estaba tan lejos de quererse  a sí mismo como pensaba.

Tal vez, la solución no era el maquillaje, sino su pareja.

Tal vez, el debería empezar por acostumbrarse a ver así su piel, poco a poco.

Tal vez, Vegetta sería la seguridad que Rubius necesitaba.

Porque Vegetta haría que Rubius viera cosas que ni el mismo pudo ver.

Ya que él era la solución a todos sus problemas.

maquillaje - rubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora