Prólogo

61 8 6
                                    

6:45 pm

Me miro en el espejo por enésima vez y frunzo el ceño, realmente frustrada. Sigo sin estar satisfecha con lo que veo. Mi pelo está hecho una completa mierda y mi maquillaje luce desprolijo. A Ramón no le va a gustar esto. Volteo para ver el despertador digital que se encuentra en la mesa de noche, esperando que los números no hayan cambiado y tenga tiempo para rehacerlo otra vez. ¡Maldita sea! Es demasiado tarde. Me he preocupado tanto por mi apariencia que he perdido la noción del tiempo. Más me vale llegar a tiempo o Ramón se enojará.
—Tendré que dejarlo así —me digo a mí misma.
Me paso la mano rápidamente por el pelo, intentando acomodarlo un poco, y en eso me llega una notificación al móvil. Es un mensaje de Cat.

—|Cat (en línea)|—

-¡¿En dónde carajos estás metida?! Ramón está desesperado. ¿Por qué tardas tanto?
-Dile que me distraje un poco y que llego en diez. Que no se preocupe. Yo estaré ahí.
-Ok, pero mueve el culo. Todas estamos aquí. La única que falta eres tú. Visto a las 6:48pm

No pierdo más el tiempo y tomo las llaves, me echo un poco de perfume y salgo del departamento camino a Ramon's, no sin antes verme al espejo de nuevo y comprobar dos veces que la puerta esté bien cerrada. Vaya inseguridad la mía.

______________

7:15 pm

Cuando llego al bar lo primero que noto es que hay demasiada gente. ¡Madre mía! Jamás había venido tanta. Alcanzo ver a Ramón sirviendo tragos en la barra con sus ágiles manos, pero aún teniendo tanta experiencia se le ve en aprietos. Apenas le da tiempo para coger un respiro. Necesita ayuda.
Ramón nota mi presencia y hace un gesto para que me acerque. No se le ve para nada contento.
—¡¿En dónde demonios estabas?! —exclama enfadado, sin quitar la vista de lo que está haciendo.
—Lo siento, Ramón. No me di cuenta de que era tarde y...
—¡Santo Dios! —dice al verme—. ¡¿Qué rayos te pasó en la cara?! —pregunta con una mueca de disgusto.
—También lamento eso. No sé qué sucedió, pero si me das unos minutos para...
—No, no, no —dice negando la cabeza—. No hay tiempo para que te arregles. Tu maquillaje está hecho un asco, es cierto; pero necesito que lleves estas bebidas a la mesa trece ya.
—Pero...
—No hay tiempo para excusas —vuelve a interrumpirme—. Hablaremos de eso después, pero ahora necesito que lleves esto a esa mesa —la señala con su barbilla—, y por el amor de Dios no hagas un desastre, Angelica. Son gente importante —se acerca a mi oído y baja la voz, como si estuviera a punto de decirme un secreto—, tienen mucho dinero, y estoy seguro que vendrán a menudo si reciben una buena atención de tu parte, así que... no me decepciones, ¿entendido?
Di un gran suspiro y asentí.
—Esa es mi chica —dice Ramón.

______________

7: 25 pm

La gran mesa la conforman puros hombres. Hombres musculosos y bastante apuestos. Todos vestidos de traje negro, excepto por uno, que de inmediato dirige su mirada hacia mí al llegar.
—¡Hola! —saludo intentando ser amable. Ahora todos me están mirando—. Les vengo a traer sus bebidas —digo. Nadie habla. Qué momento tan incómodo.
Al no recibir respuesta, comienzo a repartir las bebidas una por una, concentrada para no derramar nada; pero, mientras lo hago, unos venosos brazos me detienen.
—Eso lo puedo hacer yo —me dice con su gruesa voz—. No es necesario que lo haga usted.
Me doy vuelta y alzo la vista. Es atractivo, muy atractivo. Alto, con un elegantísimo traje blanco que le encaja a la perfección, con un pelo rebelde de color castaño y profundos ojos de un verde esmeralda que me observan fijamente.
—Gracias por ser tan amable, pero se supone que ese es mi trabajo. No tiene que preocuparse por eso —le digo nerviosa.
—Insisto. ¿Y si le doy —busca su billetera en uno de los bolsillos de su pantalón y saca de esta dos billetes de cien— esto?
—Esa es una cantidad... bastante ridícula para un par de tragos. No lo voy a aceptar.
—¿Quiere más? —pregunta extrañado.
—No, no quiero más. Lo que me está ofreciendo es demasiado. Solo deme lo justo.
—¿Lo justo?
—Sí, lo justo —repito.
—Está bien —dice regresando uno de los billetes de cien a la billetera—. Para mí esto es lo justo.

______________

11:45 pm

El callejón es oscuro, tan oscuro que no me deja ver mi propia sombra. Me duelen los pies. Aquella jornada de trabajo me ha dejado realmente cansada; no obstante, me siento bien por Ramón, pues antes de irme de su bar me contó que el hombre con el que me había encontrado esta noche le había hecho un elogio, dándole las gracias por tener un lugar tan bien cuidado y con meseras tan atentas. Me alegro por él. Ramón ha puesto mucho empeño y dedicación en ese bar. Es lo menos que puede recibir.
Sigo caminando. Lo único que quiero en estos momentos es llegar al departamento lo más pronto posible, darme un baño caliente, hablar con Cameron e irme a dormir; sin embargo, parece que no será posible porque, frente a mí, justo en la salida del callejón, una camioneta se interpone impidiendo el paso. Mis ojos son golpeados por una blanca y cegadora luz que hace que se cierren un poco involuntariamente. Escucho cómo las puertas de la camioneta se abren y cierran. Veo un poco borroso, pero lo suficientemente claro para poder distinguir lo que se acerca. Parecen ser las siluetas de unos robustos hombres, que vienen hacia mí con paso decidido.
—Súbanla a la camioneta —dice uno de ellos.
No lo pienso un segundo más y me echo a correr en dirección contraria.
—¡Que no se escape! —exclama otro.
No me detengo. No miro atrás. Mi corazón late con desesperación. Necesito salir de aquí ahora.
Y cuando menos me lo espero, aparece él, vestido de blanco y cruzado de brazos. Acompañado por otro grupo de corpulentos hombres. Estoy rodeada, indefensa. No hay manera de que pueda huir.
—¿Perdida, preciosa? —dice. Luce tan tranquilo que me causa coraje.
—¿Qué carajos es lo que quieres? —le pregunto molesta.
—A ti —se limita a responderme—. Te quiero a ti.
Estoy confundida.
—¿En serio? ¿A mí? ¿Qué te hace pensar que yo te quiero a ti?
—No lo sé. ¿Por qué no me lo dices tú? —Se aproxima de forma lenta, con una sonrisa pícara en su rostro—. ¿Acaso no me deseas?
—No —digo nerviosa.
—No sonó muy convincente —dice—. Tal vez porque no puedes hacerte creer algo que no es cierto. Solo piénsalo, Angelica.
Se sabe mi nombre.
—¿Cómo sabes mi nombre? —Me tiembla la voz.
—Conozco muchas cosas sobre ti, Angelica, pero ninguna de ellas son de importancia en este momento.
Estamos frente a frente. Demasiado cerca. Percibo su olor. Huele a... No sé cómo describirlo. Pero huele bien. Bastante bien, de hecho. De seguro es de esas lociones carísimas que la gente con mucho dinero puede comprar.
Me mira de arriba abajo.
—¿Sabes qué me gustaría hacer? —dice en voz baja, casi susurrando—. Quitarte toda la ropa que llevas puesta y follarte salvajemente.
Quedo atónita ante sus palabras. Siento un extraño y excitante escalofrío que recorre mi cuerpo.
—Pero ya tendré tiempo para hacer esas cosas.
—¿A qué te...?
Unos fuertes brazos me agarran por detrás. Intento zafarme, pero me es imposible. Pido ayuda. Nadie me escucha. Unos me agarran de los pies mientras que otros me sujetan de los brazos. Son fuertes.
Uno de ellos
—Métanla en la camioneta —ordena—. No olviden mantenerme al tanto de todo lo que suceda, ¿entendido?
Los otros solo asienten con la cabeza, con la vista al suelo. Le tienen miedo.
—Y a ti —se dirige a mí, que me muevo en distintas direcciones, luchando por mi libertad— más te vale comportarte bien. A veces puedo ser muy malo, y te aseguro que no querrás verme así.
Me guiña un ojo.

____________________________
Nota:
Espero que les haya gustada el prólogo de esta historia, Tonight. Espero que le den mucho apoyo, y les prometo escribir cada capítulo lo mejor posible y con mucho, mucho cariño. Xoxo.❤️✌🏻

TONIGHT | AMAR ES UN JUEGO PELIGROSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora