Capítulo 1

31 6 2
                                    

9:15 am

Finalmente despierto. Todo está en silencio. Extremo silencio. La cama sobre la que estoy acostada es inmensa. Las sábanas que me arropan son de un vivaz color rojo y suaves al tacto, de seda. Por un momento me siento serena y en paz. No sé dónde estoy. Me siento en el borde de la cama y me pongo a observar el entorno que desconozco.
La habitación es grande, con tres lámparas colgantes en medio de esta que emiten una luz tenue, sutil, que crea un ambiente tranquilizador. El piso y el techo son de madera de caoba, lo que le da a la espaciosa habitación un efecto rústico. Parece que no hubieran ventanas, pero, en realidad, están cubiertas por las gruesas telas de las cortinas que hacen juego con las sábanas de la cama. Un sofá Chesterfield de terciopelo rojo de dos plazas se encuentra a mi derecha, acompañado por una frágil mesa de vidrio que tiene sobre ella una copa de vino a medio terminar. La puerta, que es enorme y de un diseño rural pero moderno, tiene pequeños detalles dorados alrededor, aunque, viéndolos mejor, parecen ser de oro. También hay una pequeña estantería con unos cuantos libros ordenados verticalmente. Un poco desgastados, la verdad. En fin, la habitación está cargada de cosas tan innecesarias como la cabeza de un ciervo, que siento que me mira; no obstante, cada una de ellas cuajan muy bien con el estilo del lugar. Algo está claro: la habitación es de un completo millonario.
Escucho a alguien gemir. No es de dolor.
Me acerco sin hacer ruido y pego mi oreja a la puerta para escuchar mejor. Otro gemido. Es de una mujer. ¡Carajos! ¿Qué le estarán haciendo al otro lado? Giro lentamente la fría manija de la puerta y la abro tantito. No puedo creer lo que estoy viendo.
La mujer está de espaldas, de rodillas y completamente desnuda. Su largo cabello negro cae sobre su espalda. Le está haciendo sexo oral a un hombre. No cualquier hombre. Conocería ese rostro donde fuera. ¿Para qué traerme aquí cuando tiene a personas que se lo hacen sin decir una palabra? ¿Qué tengo yo de especial?
Hasta el fondo —le dice. ¿Por qué todo lo que dice suena como una orden?
Ella le obedece. Su rostro hace un gesto de placer. Estoy... ¿excitada? Tengo ganas de meterme los dedos o, mejor aún, me gustaría ser ella ahorita mismo. Por Dios. ¿Qué mierda estoy pensando? Está a punto de venirse, su rostro me lo confirma.
Comienzo a tocarme debajo del vestido. Me muerdo los labios. Cómo me encantaría que me lo hiciera él. ¡Concéntrate, Angelica! Tienes que salir de aquí ya. Inesperadamente, el chico nota mi presencia. Se me acelera el corazón. Rápidamente, aparta a la chica de él con una fuerza tremenda, tan fuerte que hace que caiga al piso, y camina hacia mí, sin nada puesto. Sin vergüenza alguna. Tiene un cuerpo de envidia, con un abdomen perfectamente marcado y con pectorales que se ven duros como rocas. Su miembro está erecto y se mueve de lado a lado con cada paso que da. Diablos, señorito.
—Con que estabas espiándome, ¿eh? —me dice. No puedo evitar mirar su miembro. Es... impresionante. Jamás he visto uno. No uno frente a mí, quiero decir. Pero, aunque hubiera visto alguno en mi vida, no se compararía con este. Es más grande. Más largo y grueso. Más... imponente—. ¿Qué tanto miras? —pregunta. No recibe respuesta de mi parte—. Ah, ya veo. No te preocupes. Tendrás tiempo para tocarlo si es lo que deseas.
¿Tocarlo? Vaya. Una gota de sudor resbala por su pecho. No hace calor, lo que me hace pensar que estaba haciendo más cosas sucias con aquella chica antes que yo despertara.
—¿Quién te dijo que lo quiero tocar? —digo retándolo.
Su reacción me toma por sorpresa: me agarra del cuello con su mano, me levanta unos cuantos centímetros y me empuja contra la pared de piedra.
—No pienses que soy un idiota —dice entre dientes—. Te estás resistiendo, lo sé; pero tarde o temprano no podrás aguantar más y caerás, te lo aseguro. Y, cuando lo hagas, querrás más y más. Solo es cuestión de tiempo, mi querida Angelica. —Su voz suena sexy. Me suelta. Doy rápidas inhalaciones para recuperar el oxígeno perdido. Más tiempo y me quedo sin aire—. Liam te traerá algo de ropa ahora. Ponte sexy para mí. Será un viaje largo. Saldremos en dos horas.
—¿Salir adónde? No puedes llevarme contigo. Tengo una vida, ¿sabes?
Sonríe.
—Eso no me interesa. Me interesa que vengas conmigo y nada más. Y, con respecto al lugar, sabrás cuando lleguemos. Vístete linda, ¿sí?
—No iré. No puedes llevarme sin mi consentimiento. Me quedaré aquí en forma de protesta. —Me cruzo de brazos. A él parece causarle gracia.
—No seas ridícula. Si quiero que vengas conmigo, lo harás. Con tu consentimiento o sin él. ¿Entiendes eso?
Miro por encima de su hombro. La chica ya no está. Se ha ido. El chico, cuyo nombre aún se me es desconocido, se da la vuelta, dispuesto a marcharse a no sé dónde. Pero, entonces, otra de mis preguntas lo detiene. Qué preguntona soy.
—¿Te puedo preguntar algo? —El chico sin nombre se voltea hacia mí, como si tuviera la necesidad de responder a mi pregunta—. ¿Cómo es que sabes mi nombre y yo no sé el tuyo? —cuestiono.
—Ya te lo dije. Sé muchas cosas. Cuando me obsesiono con una persona es difícil que no conozca algo sobre ella. Pero si te interesa, me llamo Marco. Marco Damiani. Y soy un hombre muy peligroso. No tengo piedad con nadie —dice—. Y si no haces lo que te pido y te comportas mal, tampoco la tendré contigo.
Se me hela la sangre. ¿En serio estaría dispuesto a hacerme daño si no hago lo que él quiere? Da la vuelta otra vez con un aire enigmático y se marcha.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 27, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

TONIGHT | AMAR ES UN JUEGO PELIGROSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora