Uno

99 8 1
                                    

- Hola, soy Connor. - empecé a decir frente al espejo. - No. Mierda. Así no puede ser. - me lamenté. Cogí aire y lo expulsé. - ¡Hola! Me llamo Connor. ¡Joder! - grité.

- Cariño, ¿estás bien? - dijo mi madre abriendo la puerta. - Te estoy escuchando gritar y... - empezó.

- ¡MAMÁ! ¿No sabes picar a la puerta o qué? - le dije. Odio cuando mi madre irrumpe en mi habitación sin pedir permiso. Bueno, odio cuando mi madre se entromete en mi vida sin permiso, que es todo el rato.

- Sí, cariño. Pero pensé que... - dijo mirando al suelo.

- Estoy bien, tranquila. No pasa nada. Ya puedes cerrar la puerta. - dije girándome hacia el espejo nuevamente. 

- Vale...como quieras. - dijo cerrando la puerta. Que asco le tengo a esta mujer. Y al hombre con el que está casado. Sí, mi padre. Y a mi hermano. Odio a todo el mundo. Incluso a mí.

La gente puede creer que por ser rubio de ojos azules ya debes ser feliz. Pero no lo eres si eres un puto elfo y la gente se mete contigo por tu estatura cuando tienes 17 años. O porque tus ojos parecen de sapo. O porque tu ropa no es guay, porque tus padres no se van a gastar más de 50 euros en algo. Pero sí en cosas para ellos o para tu hermano. Son una panda de egoístas. Les odio demasiado. Y a mí también. Por no poder pararles los pies sin que me castiguen.

"Venga, otra vez más" dije.

- Hola chicos. Me llamo Connor y...

- Cariño, ¿qué vas a querer cenar? - preguntó mi madre volviendo a abrir la puerta.

- ¿Otra vez, mamá? - grité. - ¡Qué no entres en mi habitación así, hostias! - dije. Su cara cambió. - Perdón. Pero mamá, por favor, la próxima vez...

- Toca. Lo sé. Perdón. Es la costumbre. - dijo. - Y la tuya la de hablar así de mal. Y como no dejes de hacerlo, te vas a enterar, Connor Samuel John Ball. - Como no, mi madre llamándome por mi nombre entero y otras formas de demostrarme que está enfadada. 

- Lo siento. Prometo no volver a decir ninguna vulgaridad más. - dije mirándola a los ojos. Tuve que apartar mis ojos de los suyos, porque me estaba matando. Tiene unos ojos intensos, de esos que te devoran. 

- Más te vale. O te castigo sin móvil.

- Lo juro. - dije deprisa. Me castiga sin móvil y me muero del asco. Puesto que mi hermano Lewie es el que se apodera del portátil para jugar a juegos y es el mimado y no se le puede decir nada, solo me queda el móvil para las redes sociales y escuchar música. Música que, por cierto, no les gusta a ningún habitante de mi humilde y asqueada morada. 

- ¡Con! - dijo el trasto que tengo por hermano. Lo que me faltaba. No tendría ni media hora de tranquilidad. - ¡Samuel! - dijo viniéndome a abrazar. Quería algo.

- ¿Cuántas veces te tengo que decir que me llames Connor? O Con, lo que quieras. Ya sabes que prefiero obviar el Samuel John que nuestros padres me impusieron para castigarme por ser el futuro de la familia.

- Necesito tu ayuda. - dijo el enano, obviando lo que le acababa de decir.

- Dime, Lew. - le solía llamar así.

- Creo que ha entrado un virus. No puedo hacer nada. - dijo preocupado.

- ¡Yo te mato! - grité. - ¿Dónde te has metido ya, Lewie?

- Donde siempre... - dijo poniendo cara de niño bueno. - He probado un juego nuevo y ponía algo así de troyanos. ¿Esos no son luchadores? - preguntó inocente. Le quería matar.

- ¡Eso es un virus! Que niño este - me sulfuré. Quería cumplir los 18 para irme de casa ya. No aguantaba más. - ¡No toques nada! ¡Mamá! Lewie ha metido un virus en el ordenador. - dije dirigiéndome al comedor, donde estaba Kelly, mi madre, doblando ropa.

- Espera a que llegue papá y a ver si lo arregla. Listos. No hay que montar un drama por eso. - contestó.

- Gracias mamá. Tú siempre tan positiva. - respondí.

{...}

- Papá, Lewie ha metido un virus en el portátil. - saqué el tema en cuanto nos pusimos a cenar.

- ¡Ha sido sin querer! - saltó mi hermano haciéndose la víctima. Mentiroso.

- Mañana lo miro, hijo. Hoy estoy muy cansado. 

- Claro. Gracias, papá. Que considerado. - dije. - No tengo hambre. Me voy a dormir.

- ¡Connor! Acaba. - ordenó mi madre.

- Mamá, tengo 17 años. Ya soy suficiente mayor para saber si quiero levantarme o no.

- Déjale, Kelly. Ya se morirá de hambre. - contestó mi padre sin apartar la vista del plato.

- Tienes razón, Simon. - le peloteó mi madre. Genial.

- Buenas noches, Samuel. - dijo mi hermano con una sonrisa. Lo odiaba a muerte.

Cerré la puerta de un portazo y me tumbé a escuchar música en la cama. Quería matar a mi familia. Y, gracias a dios era viernes, y al día siguiente no tenía clase. Y no podría querer matar a mis compañeros. Pero no tenía portátil. Solo tenía el móvil, aunque me podría apañar con eso.

Busqué mi lista de reproducción favorita; Heroes. 

Empezaron a sonar aquellos artistas que me ayudaban a aguantar todo lo que llevo encima. All Time Low y You And Me At Six son mis mayores héroes. Aunque hay otra banda que me gusta muchísimo y que les considero un modelo a seguir. Bueno, que ojalá yo fuera como ellos. Empezaron haciendo covers en YouTube y ahora están arrasando por el mundo. De la nada al todo. Son como unos Justin Bieber, pero en británicos y más jóvenes. Se llaman The Vamps. Son dos rubios y un castaño. James, Tristan y Brad. Y se ve que se lo pasan genial en el escenario. Se divierten haciendo lo que más les gusta, que es cantar, como a mí. Solo que yo solo canto cuando estoy solo y en la ducha. Odio que me escuchen cantar. Y si supiera tocar algún instrumento, aún lo aprovecharía, pero no tengo ni idea de tocar nada. Ni la guitarra, y es lo más simple. Ellos tres sí que saben tocar. Y Tris sabe tocar la batería. Le envidio. Yo ni la flauta sé hacer funcionar, y mira que parece fácil. Sé que suena muy gay que admire a un grupo de chicos, ya que la gente cree que eso es propio de chicas. Pero no sé, siento admiración. Han pasado de grabarse en un garaje, a estar en grandes escenarios, a los que nunca he podido asistir porque eso son "bobadas" para mis adorables padres. Y para alguien que ama la música, es algo digno de admirar.

Decidido; iba a aprender a tocar un instrumento. Iba a demostrarles a mis padres que si ellos han podido hacer eso, su hijo también. Y a ver si así dejan de verme como a un niño malcriado que no soy y me valoran más. Voy a ser alguien. Y todo se lo deberé a esos tres chicos que sin conocerme, me han dado una esperanza en la especie humana y me han dado fuerzas y energía para afrontar ciertas cosas.

Iba a ser Connor Ball.


RISK IT ALLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora