Horacio se encontraba en ropa interior sujetando un dildo. Intentaba ponerse unos pantalones distintos a los que había utilizado al llegar al departamento. Su ropa interior tenía un diseño exótico, un estampado de leopardo para ser exactos.
- Y-Yo no vi n-nada - dijo el mayor girándose para retirarse rápidamente.
- ¡Mierda! - susurró el menor para sí mismo. - ¡Volkov! - dijo mientras se terminaba de poner los pantalones y corría tras el ruso.
Horacio agarró al mayor del brazo y lo jaló haciendo que ambos se miraran.
- No es lo que parece, me estaba cambiando de pantalones, vi el dildo y lo iba a guardar en mi maleta. Yo jamás usaría eso... - explicó nervioso el menor. - Al menos no con usted en casa. - se corrigió soltando una leve risa. - Lo siento, no pensé que entraría... - dijo nuevamente serio.
Un pequeño destello se pudo observar en los grandes y expresivos ojos del menor, sus ojos se habían cristalizado. Volkov no pudo evitar sonrojarse.
- No, yo lo lamento. Usted me dijo que le esperara en la sala y no le hice caso. - dijo el peli-grisáceo aún sonrojado. - Y aunque estuviera haciendo "eso"... - dibujó comillas en el aire y su sonrojo se hizo aún más notable. - estaba en todo su derecho, después de todo, esta es su casa. - terminó de decir nervioso.
- ¿Podemos hacer cómo si esto nunca hubiera pasado? - ofreció el menor esperando una confirmación del contrario.
Volkov solamente asintió y le regaló una pequeña sonrisa. Horacio soltó el brazo del ruso y ambos se dirigieron a la sala. Las horas pasaron y la cantidad de cajas que contenían las pertenencias del de cresta fue aumentando.
- Creo que eso es todo. - dijo el menor pasando su mano por su frente para limpiar el sudor que se encontraba en esta misma.
- Llevemos sus pertenencias al coche y nos vamos, ¿vale? - cuestionó el de piel pálida.
El menor levantó ambos pulgares en señal de aprobación y le dedicó una de sus hermosas sonrisas. El ruso se giró para ocultar su sonrojo y la sonrisa que el menor le había provocado. Volkov cargó algunas cajas, de hecho, cargó más cajas que el de cresta. Después de todo, él es más fuerte.
- Bien, esta es la última caja. - dijo el menor levantándola.
- Pásemela, yo le ayudo. - respondió el ruso cogiendo la caja de las manos de Horacio.
Volkov salió del departamento con la caja en las manos. Horacio vio el departamento por última vez, para después, salir y cerrar la puerta con llave. El menor puso las llaves donde el rubio le dijo y trató de esconderlas lo mejor posible. El de cresta se subió al ascensor y se dirigió al automóvil del peli-grisáceo.
- ¡Listo! - dijo el menor acercándose al ruso que se encontraba recostado en la puerta de su coche mientras miraba su teléfono.
- Muy bien, suba. Lo llevo a su casa. - dijo Volkov entrando al vehículo.
El de cresta también entró en el auto y se puso el cinturón. Viktor tenía pensado ir directamente a la casa del menor, pero de camino, pasaron por un badulaque...
- ¡Espera! - gritó el menor, y por el susto el mayor frenó de golpe.
- ¿¡Qué pasa!? - cuestionó exaltado Volkov.
- ¿Podemos entrar al badulaque? - preguntó el de cresta jugando con sus dedos nerviosamente.
Volkov lo miró algo enfadado. ¿¡Lo había hecho frenar de golpe solamente porque quería ir al puto badulaque!? Al ver la expresión del mayor, Horacio bajó la mirada apenado. Parecía un niño pequeño al que acababan de regañar por su mal comportamiento. El ruso soltó un suspiro y miró al techo.
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Even the coldest people cry ~ Volkacio
Romance¡Hola! Solamente me gustaría aclarar que la mayor parte de esta historia no sucede en el rol real y es completamente ficticia. Por favor, no molestemos a los streamers con los ships y reservémoslos para el fandom. Dicho esto, ¡disfruten! <3 - ¡Casi...