MOVE !

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Luzu tragó la bebida en frente de él, dejando que ardiera por su garganta hasta llegar a su estómago y sintiera un calorcillo un poco incómodo expandirse por sus entrañas. Recargó los codos contra la barra y agachó la cabeza, tratando de aguantar las sensaciones conjuntas sin parecer un novato frente al barman. Luzu no era alguien de tomar bebidas fuertes, más bien le gustaban disfrutar de bebidas de nombres extraños y de catalogar los diferentes tipos de vinos del menú, pero la situación lo ameritaba.

Había quedado con alguien en aquel bar por medio de una aplicación, y la otra persona ya iba 20 minutos tarde.

Frunció el ceño, por este tipo de razones tampoco le encantaba usar aplicaciones para conocer gente. No era fan de que la gente no le diera match, o que lo plantara, o los Dioses no lo quisieran, Luzu terminara en una zanja a un lado del camino. Había escuchado historias de terror de gente que quedaban en algún lugar con alguien de la aplicación y lograban escapar del tráfico de personas por los pelos. O los seguían hasta su casa e intentaban abrir la ventana por la noche.

Dioses, ¿por qué estaba haciendo esto?

Había perdido el juicio.

― ¿Esperando a alguien, guapo?

Luzu alzó el rostro de su bebida en la barra hacia el hombre que apuntaba el asiento a su lado con una sonrisa coqueta. No pudo evitar el sonrojo que invadió sus mejillas, pero no le hizo mucho caso. En cambio, soltó un suspiro dramático y negó con el rostro. El hombre tomó eso como una invitación a sentarse a su lado y llamar al barman.

―Entonces, ¿solo vienes a beber tus penas aquí o qué? ―Volvió a romper el silencio el hombre, después de que el barman se alejara de ellos en busca de los ingredientes para su bebida. Luzu lo vio de reojo, tratando de no ser muy obvio. Era, indiscutiblemente, guapo; con su cabello negro y estilizado, piercings en su ceja, un expansor en su oreja izquierda y con una camisa negra que se ajustaba perfectamente a su cuerpo y unos pantalones que iban a juego. De repente se sentía un poco fuera de lugar junto a él, pero no le gustó mucho ahondar en ese pensamiento y mejor decidió disfrutar de su compañía mientras se lo permitía.

―Algo así. ―Murmuró contra el vaso de su nueva bebida, la misma que la anterior. Amarga y fuerte, le ardía de cojones la garganta, pero por alguna razón lo incitaba a hablar con aquel extraño. ―Me dejaron plantado, pero mejor así. Creo que solo quería mi dinero, que ni siquiera es mucho para empezar.

―No me lo creo. ―A su lado, el hombre había pedido un Martini seco y ostia, se veía como para la portada de alguna revista. Punto menos para la autoestima de Luzu. ― ¿Quién no querría estar con un bombón como tú?

Punto para la autoestima de Luzu.

No supo cómo contestar, solo pudo morderse el labio inferior para evitar que su sonrisa se saliera de control. En cambio, el otro hombre sonreía como si hubiera logrado una hazaña digna de admiración en vez de coquetear con Luzu en ese bar.

―Mucho gusto. Puedes llamarme... ―Titubeó. ―...Federico

Silencio.

―Raúl. ―El otro hombre, Raúl, extendió su mano y Luzu la estrechó, disfrutando un poco del contacto contra su piel por más breve que fuera. Después volvieron a beber de sus bebidas por un par de minutos que Luzu aprovechó para controlar su risa detrás del vaso de alcohol. ―Pero háblame de ti. Además de ser hermoso, ¿cuál es tu historia?

―Ya te lo dije, me acaban de dejar plantado. ―Luzu checó rápidamente el reloj de su muñeca, esta vez ignorando el piropo. ―Por ya 40 minutos. Hace 15 minutos estaría dispuesto a tragarme sus excusas, pero creo que es hora de aceptar la derrota.

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