0 | Prefacio.

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EL OTOÑO EN SU MIRADA

— No creo que pueda hacer esto —Se abrocha el cinturón con rapidez; realmente la ha regado—. Lo siento.

La muchacha lo mira con desdén, no lo entiende. Han llegado muy lejos como para detenerse ahora. Ella lo quiere, de verdad que sí. Tiene las emociones brotando por sus poros y la piel hirviendo y pidiendo a gritos las manos del rubio. Ni hablemos de cómo está: con la melena castaña enmarañada y el labial expandido desde sus labios hasta su quijada; tiene la apariencia de haber tenido sexo casual pero, en realidad, no había sido nada más que un agarrón. Y esta molesta por ello. Avergonzada y humillada.

Las intenciones de Thomas nunca fueron dejarla plantada en plena sesión de toqueteo —porque él quería seguir hasta tener la mente nublada, como todo adolescente de dieciséis años—. Quizás se siente muy joven para perder su virginidad. O solo está asustado de dejarla embarazada y tener un bebé que, obviamente, tendría que encargarse (Qué tontería, ni siquiera la dejaría no-ovulando porque tenían un preservativo en el cajón de su cómoda; además no había pasado nada). Sea lo que sea, desde un principio no quizo que Ele se sintiera en una situación desagradable como ahora.

Pero cuando el rubio sintió tener el corazón en la boca sabía que debía parar; le asustaba tener un ataque. Madre mía, no podía ser esto más vergonzoso.

— Lárgate, no quiero volver a verte.—Ella brava mientras se baja la falda. Thomas no protesta y hace caso al pie de la letra de lo que su ex-novia dijo...

No se han visto desde hace tres meses y eso está bien para él. Tampoco quiere verla.

Sin embargo, está pensando en ella ahora. En lo que pudo haber pasado aquella noche de verano cuando sus cuerpos estaban por unirse.¿Se habría sentido bien? ó ¿Qué pasaría luego? ¿Tendría que haberla llamado? Son preguntas que rondan en la cabeza de Thomas, preguntas muy absurdas. Él da un respingo y tira la pelota amarilla hacia la pared con fotografías que lamenta haber tomado.

Su cuarto de pronto se siente pequeño y las paredes tambalean; su cuerpo tiembla. Su corazón late más de lo normal, su garganta está seca y no es tampoco como si pudiera gritar.

Otra vez no.

Todo a su alrededor se siente paulatinamente calmado y sereno. Ve a sus padres llegar gritando a su cuarto y Thomas ríe porque no sabe que otra cosa más puede hacer.

De alguna manera piensa en que va a morir y se pregunta cuánto tiempo tomará que su corazón deje de palpitar.

(Thomas tenía nueve años cuando se enteró que el dolor era causado por una enfermedad llamada cardiopatía congénita.

La cardiopatía congénita es un problema en la estructura y funcionamiento del corazón presente desde el nacimiento.

En ese entonces, él junto a sus padres, habían llorado mucho y se habían prometido que harían lo mejor para que tuviera una vida normal.

Y...Había tenido diez ataques hasta ahora. Así que Thomas estaba acostumbrado a que su corazón se alocara como si hubiera bebido alcohol.)

Siente una aguja atravesar el tejido de su mano y de inmediato sus párpados pesan.

Lo último que piensa es que morirá siendo un nerd virgen.

GOOD THINGS COME WITH AUTUMN | dylmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora