Capitulo 1: Promesa Eterna.

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 Nunca llegaste a conocerme, aún ni yo mismo lo hago. Recuerdo cuando era joven y tenía un alma insaciable, cada día era una aventura, solía llevar esos jeans y camisas holgadas, por las calles sin destino, sin amor, de todas esas estúpidas maneras en que amaba, siempre terminaba con el corazón roto y el pecho dolido... Pero amaba ser joven y libre, cada tarde recorría el mismo camino con un sol implacable, me refugiaba de el bajo un techo de rocas con vista al océano, fumaba mis penares, y anhelaba mi futuro, alimentaba mi diario con versos, poemas, pensamientos, cualquier cosa que viniera a mi cabeza, allí esperaba el ocaso, y admiraba cuanta belleza, no era un hombre feliz, pero constantemente trataba de olvidar, buscando aquí y allá una manera o algo que admirar, y así sentado con el alma abandonada y cascadas de poemas en mis manos inspirados en ti... te espere, y creí que nunca llegarías, hasta esa estrellada noche de abril, que sentí tu hechizante aroma y vi como tu sonrisa le dio color a mis días lúgubres.

 -¿Y te enamoraste? –Dijo marcos-

-No solo me enamore, fue algo más que eso, dicen que la tierra fue construida para dos, y solo vale la pena vivir si alguien te ama. Cuando conoces el amor, el tiempo se detiene, las estrellas se alinean y tu corazón late tan fuerte que se paraliza, y sientes como tu vida vacía, se llena, se llena de esperanza,  tristeza, amor, rabia, euforia, felicidad, un sinfín de sentimientos encontrados, que deberás reacomodar, para no explotar.  

Marcos empezó una descontrolada tos, lo que desesperó a Alex, quien corrió en busca de un vaso con agua, Marcos y Alex vivían en un apartamento en el centro de la ciudad de Vurgos, Marcos era medico, dedico su vida a salvar vidas, pero en aquel momento nadie podía salvar la suya, así era la vida, injusta en todos los sentidos, por parte de Alex era un reconocido escritor, pintor y en tiempos libres tocaba el piano, dos mundos totalmente distintos unidos por el amor, eso que te mantenía esperanzado hasta el último minuto. El apartamento era amplio y con un toque artístico claramente impuesto por Alex, las paredes pintadas de blanco hacían juego con varios cuadros pintados al estilo van gogh acompañando unos distinguidos muebles rojos y una mesita de vidrio, esa sí, escogida por Marcos. El resto, era bastante común, un cuarto, una cocina, el baño, hasta que llegas al cuarto de "inspiraciones" entonces frenas en seco. Una particular habitación donde tus sentidos se salían de sí mismo, Lo primero en que fijabas tu atención era sobre el techo, un techo estrellado, pintado al neón, de alguna extraña manera, te sentías volando sobre el universo, tenía una bola disco colgando del techo y las paredes pintadas de todos los colores, literalmente, te causaban distorsión visual. Habían cuadros de todos los tamaños y colores y una vitrola que siempre tocaba música no de este mundo, ¡era una locura! Tenían estantes repletos de libros, y lo más alucinante, un acuario que ocupaba toda una pared, la habitación era la más amplia de todo el apartamento... cuando entrabas era como estar en el país de las maravillas. Allí ambos guardaban sus más profundos y oscuros secretos, gabinetes repletos de cartas, juguetes, objetos, cualquier cosa valiosa para ellos... era su santuario, su lugar más sagrado, donde entraban con penas y salían sin ellas, donde podían limpiar sus almas cansadas, el lugar donde ambos cultivaron su amor e hicieron una promesa eterna.

Alex camino el pasillo hacia la cocina y se tumbó a poco metros de la nevera, reventando en sollozos, tenía 35 años de vida y aún le faltaba mucho por vivir, él siempre prefirió una vida rápida y agitada, llena de experiencias constantes, historias, amoríos, drogas, rumbas, siendo adolescente era la perfecta imagen de la rebeldía, y le gustaba... porque de esa manera sosegaba su profunda soledad, creció únicamente con su madre, quien lo hecho a la calle a los 16 cuando le dijo que era homosexual. Desde ese preciso momento su vida se convirtió en una excitante travesía, colmada  de dolor, abandono, sexo, soledad y sobre todo desamor, Alex buscaba incansablemente el amor, hasta que el destino se fijo en él, lo observo solo e inquieto, y decidió que era tiempo de darle lo que se merecía, su media naranja. Y no estaba preparado para dejarlo ir, Marcos se había convertido en todo lo que tenia Alex, y el solo pensar no tenerlo a su lado, lo enloquecía, hacia en su garganta un nudo y entumecía su cuerpo de dolor.

Respiro hondo, se armó de valor y sirvió el vaso con agua, llevándoselo a Marcos, cuando entró al cuarto, Marcos mantenía los ojos cerrados, su rostro se veía placido, Alex se detuvo a admirar su belleza, tenía cejas pobladas y un cabello negro despeinado, era blanco como la nieve, y sus labios eran rojos como la sangre, sus mejillas siempre estaban sonrojadas por el frió que hacía en Vurgos, y tenía unos esplendidos ojos azules, que iban oscureciendo a medida que su luz interior se apagaba, era alto y con presencia, su voz era cálida y calmada. Siempre manteniendo postura, y de lo que más amaba Alex  eran sus nobles sentires, aunque dentro de los gustos de Alex nunca estuviese un medico, Marcos era el mejor medico del mundo para él, como no, como no amarlo, si cada palabra que salía de su boca estremecía cada fibra del alma de Alex, tan transparente y dispuesto siempre ayudar. Marcos abrió los ojos y lo vio allí parado, le hizo un ademan para que se acercara. Marcos tendido en la cama, sostenía un libro "Sirenas: mito o realidad" nunca le había interesado la lectura, a menos que tratara sobre la medicina, pero estaba harto de ese tema, quería explorar otros campos, quería conocer otros temas, había gastado 20 años de su vida dedicado a la medicina, y ahora esta le daba la espalda. Leía para pasar el tiempo, aunque con Alex a su lado casi nunca se aburría.

-Te he traído agua, es hora de tus pastillas- dijo Alex-

Marcos en silencio sujetó el vaso, y lanzó una mirada despectiva al montón de pastillas posadas sobre su mesita de noche. Tomó las debidas, subió las almohadas y reposó su cuerpo en ellas. Ambos mantuvieron algunos minutos mirándose a los ojos, como si buscaran respuestas, de preguntas no hechas.

 Marcos comenzó a toser levemente, pero su tos ascendía cada vez más, se puso la mano en el pecho tratando de respirar, buscaba el aire, como un pirata un tesoro, tenía la cara roja y los ojos fuera de sí, Alex no sabía qué hacer dentro de su desesperación. Corrió en busca de un teléfono, marcó emergencias y pidió una ambulancia, tomó a Marcos de los brazos y trató de cargarlo, pero ambos se desplomaron en el suelo, Alex no podía con él, y se odio en ese momento, Marcos cerraba los ojos lentamente y se esforzaba por respirar, Alex sintió perderlo, le daba respiración boca a boca y daba golpes en su pecho, pero nada de eso funcionaba, el tiempo se agotaba rápidamente, y las opciones también. En un flashback Alex corrió a un gabinete y con la sangre bombeando a mil, sacó todo en busca de un bolígrafo, lo desarmo, y sin ningún tipo de conocimientos acerca de lo que iba hacer, clavó el bolígrafo en la traguea de Marcos. Lentamente el color de su piel volvía a la normalidad y aún mejor podía respirar, el sonido de las sirenas que se acercaban alivio a Alex, que cayó tumbado al lado del cuerpo de Marcos, sujetando sutilmente la mano de su amado. 

Si te vas, llévame contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora