AFLICCIÓN DESOLADORA

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Rumores contradictorios se regaron por la ciudad con prontitud, algunos de ellos proclamaban la verdad y otros tantos, hablaban de la llegada del blasfemo dios destructor, quién arrasaba sin misericordia cada álito de vida fuera de los grandes muros de piedra.

Dos días, solo eso bastó para que el terror corriera más rápido que los chismes en la gran ciudad. Tras los muros la muerte vestía de escarlata los vastos territorios hasta donde alcanzaba la vista, pero solo la guardia y los siervos del palacio podían vislumbrar la tragedia que se avecinaba; pues las puertas de roble lunar se hallaban selladas como cada año por aquellas fechas.

En el palacio, la cosa no iba a menos, el creador se encontraba en una sensación agridulce teniendo a su amada por fin con él; pero viendo tras el balcón, su creación caer a pedazos fuera de los muros de Tristán.  

Las tinieblas arrasaban con todo lo que tocaban, y en ellas, los cascarones vacíos de quienes un día vivieron, se levantaban habidos de llevarse con ellos, a quienes seguían con vida. Padres, hermanos, amigos; no había rival para tal enemigo. Esta lluvia maldita, corrompía los cadáveres de quienes vivieron tras los muros, llevándose a su paso la moral de la guardia, al forzarle enfrentar la mayor debilidad de un combatiente:

Luchar contra la razón del porqué combatir…

Ohhh, pero la aparentemente inquebrantable seguridad de los legendarios muros, se vió perdida al fin con una fuerte explosión, y en cuestión de instantes; las calles se hallaron cubiertas de sangre, miembros y entrañas adornando los árboles de la ciudad.

Con quebrada esperanza, el palacio fue sellado y sus puertas apostilladas con innumerables muebles. Pero el silencio escribía con terror en cada mirada que todo se había perdido… El legendario muro de piedra había caído a sólo dos días del primer asedio; ¿Qué podría hacer un viejo portón y unos cuantos muebles de madera? 

Entonces, el estruendo de la puerta rompiéndose dictó sentencia. Trás ella se asomaba vagamente Natanael, quien manchado por la corrupción de las tinieblas y Armado del espadón carmesí; venía a dar fin a su implacable cacería.

En aquél desesperante momento, solo el aplastante miedo colmaba los corazones de la guardia; que caían pedazo a pedazo, frente a la banderola blanca que revoloteaba libre por toda la antesala. Era impensable detenerle y desmotivante, verle arrancar cabezas como quien poda el césped de un apacible jardín. Nada podría frenar su acérrimo proceder excepto sus hermanos de armas; los legendarios caballeros prometeos.

Así y reconociendo su papel en un esfuerzo por ganar tiempo, Azrael y Gabriel atendieron el llamado de muerte, que proclamaba la presencia de este blasfemo hermano…

—Al menos no te vas a casar con aquella mujer del mercado. —bromeó resignado Gabriel.

—No te imaginas las ganas que tengo ahora mismo de tener esa oportunidad. Me hubiese gustado tener familia al final de mis días, ver sus rostros pasar por mis ojos al partir de este mundo. —respondió tristemente Azrael, mientras evadía los ataques de Natanael.

—Siempre pensé que querrías vivir entre faldas…

—No, siempre quise aprovechar mi tiempo mientras encontraba esa mujer que me robara las ganas de salir de la cama.

—Pfffff… cumplirás tu sueño hermanito. No te desanimes, saldremos de esta.

—¿Salir? ¿Con quién haré familia? ¿Contigo? Mira allá afuera Gabriel, no queda nada. Estamos aquí solo haciendo tiempo para el creador, no porque quede algo por defender…

...

El silencio agolpó la sala en un ambiente sepulcral; donde solo el crujir del metal, hacía mella en la tristeza de la evidente derrota, que aún no tenía firma en el epitafio de estos dos hombres. Pero entonces, en un leve descuido una flecha impactó en el abdomen del jóven Azrael, quien al ver a su creador ausente en la sala; lanzó a Gabriel por la ventana en un estúpido arranque de heroísmo, y brazando su fin, el pervertido héroe luchó ferozmente por última vez como el sagrado caballero de innumerables canciones...

Puede que este no fuese el fin del prometeo sonriente, pero tampoco sería una situación de la que saldría con vida. Pues aquella triste tarde en que el vasto cielo se hizo sólido y cayó a pedazos, allí, cuando el fin de los tiempos llamó a la puerta, estuvo Azrael para abrirle con una sonrisa…

Eones pasaron desde aquél día y trágicamente para este jóven, la inexistencia no le buscaría jamás. Gritos de dolor resonaron sin descanso en el infinito vacío de la oscuridad, donde añorando la locura de su anfitrión, sus blasfemos hermanos arrancaron de su abdomen, todo contenido en vanos intentos por corromperle; pero solo cuando le fue cercenada la lengua y cosidos los labios, el silencio regresó al fin a reinar en la inexistencia…

… (Entonces, un nueva creación fué necesaria)...

"En el principio, Dios creó el cielo y la tierra, era la tierra sin forma y las tinieblas habitaban en la faz del abismo…" 

No se sabe cuánto tiempo resistió, antes de renacer como la más temida leyenda en el nuevo mundo. Pero su inevitable cara de sufrimiento, permanece constante en en los recuerdos de quienes regresan de la muerte; reconociendole a él, como el ser maldito condenado a robarse los sueños, de quienes guardan su vida en estima...

La muerte le llaman y el hades le sigue.

...

PRECURSOR: AZRAEL © (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora