~•Abecedario | Lawlight•~

Banca.

Mi nombre es Light Yagami, tengo 17 años y hoy empiezo mi tercer año de secundaria. A pesar de ser popular, no tengo amigos, ya que solo simulan serlo. Además, ¿Para que tenerlos? Solo son un desperdicio.

-¡Cuidado!

Un chico choco conmigo, provocando que cayera por el impacto. Yo, al contrario, pude mantenerme en pie.

-¿Estás bien?-- Dije mientras le extendía una mano

-Si, lo siento. No miraba cuando corría, soy muy distraído.

-No te preocupes. Para la otra se más cuidadoso, ¿Bien?

-Si, gracias.

Me pareció muy curioso. Hablaba de una forma peculiar y su uniforme y cabellos estaban desordenados, además de que en todo el tiempo que estuvimos hablando no alzó la mirada para verme. Al parecer, es uno de esos chicos que son muy callados y tímidos.

Dejé eso a un lado y continúe mi caminata.

1:15

Al empezar el descanzo, me dirigí al lugar donde siempre iba, ya que en el patio eran muy ruidosos y no me podía relajar. Al llegar me impresioné ya que el chico que había chocado conmigo estaba sentado en la banca que siempre me sentaba.

-¿Hola?

-¿Eh?-- Pregunto alarmado

-¿Estás ocupado?

-N-no

-¿Me puedo sentar aquí entonces?

-Si...

Cómo imaginé, bajo su rostro y se quedó callado.

-Mi nombre es Light Yagami, mucho gusto

-M-mi nombre es E-elle Lawliet

Dijo estrechando mi mano. Al tocar su mano con la mía, pude notar que temblaba.

-¿En qué clase vas?

-3-B.

-¡Que bien! Una clase después de la mía.

Se quedó callado, y solo asintió con la cabeza aún agachada. En ese momento, tocaron anunciando que el descanso había terminado.

-Bueno Elle, nos vemos luego. Adiós

-Adiós.

-¿Nos vemos mañana otra vez?

Alzó su mirada. Cuando la ví, quedé totalmente encantado.

Sus ojos eran negros, y muy brillantes, su piel, se veía muy suave y bonita, ya que no tenía ningún rastro de qué le hubiera llegado la pubertad, y sus ojeras se veían muy bien, ya que su piel era muy blanca.

-¡Sí!-- En su rostro se formó una sonrisa. Por alguna razón, sentí mis mejillas arder.

-B-bueno, nos vemos mañana.

Corrí hacia mi salón, ese dolor en el pecho y el cosquilleo en el estómago todavía estaban presente y lo malo era que no sabía el por qué.

[...]