El regalo del cielo

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Hoy es día de tormenta, el cielo se había hecho de día, era oculto y estaba cubriendo con la desnudez azul entre jirones de nubes, unos eran mas claros que los demás. De repente, se había hecho de noche.

Hasta que un fogonazo más brillante que el día, entró por mi cabaña como el flash de una camara de fotografíar. El perro, que dormía hecho un ovillo en un cesto al pie de mi mesa de escritorio, levantó la cabeza atemorizado por el ruido fortísimo del trueno subsiguiente, sólo para encontrar un poco de seguridad en mi actitud indiferente, totalmente fingida.

Contenía la respiración, sintiendo en mi cabeza la ausencia dejada por aquel agudo sonido. Y contando los segundos que quedaban hasta que empezara a nevar; acodado al ventanal, veía caer la nieve, me produce una irresistible atracción al contemplar como se rasga el cielo, ese efecto de exterminio del día del juicio, de la inundación de la nieve sobre la ciudad estaban atrapados. En mito de un efecto sedante, de abandono, de olvido, de bálsamo ...

Las calles estában a tope, la gente buscaba refugio a toda prisa, rehuye de la bendición del cielo, seguro que éste es uno de esos casos que los árboles no dejan ver la cima de la montaña, se notaba que la ventisca cada vez era mas fuerte, principalmente se notaba en la cresta, ya no se podía ver la vertiente y en teoría se veía siempre desde mi cabaña la cual estaba situada en el collado; desde la ventana veo que el clima no cambia , sonando los tragos del té negro y amargo como la pulpa de una lima. Sonrío pensando en lo irónico que resulta que el único regalo que recibía hoy por mi cumpleaños venga de dios y quien tenía que saber mejor lo que de verdad me gusta?

El regalo del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora