2. REENCUENTRO

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Levantarme con una sonrisa de oreja a oreja se debía a la sola presencia de mi chico. Solo el estar a su lado me hacía sentir protegida.

Al percatarse de que lo estaba observando con una mueca divertida me agarró desprevenida tirándome hacia un lado de la cama.

- ¿Tanto te gustan las vistas? — susurró contra mi clavícula dejando pequeños mordiscos a su paso

- Me encantan — le insinué recorriendo con mis dedos sus perfectos y marcados abdominales—

- Creo que te va a encantar más hacer otras cosas conmigo, ¿no crees Ri? — me tensé al escuchar el apodo que utilizaban Ian y Hayden conmigo —

- Voy a llegar tarde, aunque es tentador. Resérvalo para esta noche— le guiñé un ojo intentando ocultar el temor que me provocó escuchar de nuevo aquel apodo—

Les prometí a cambio de su ayuda mi perdón.  Ellos querían volver a empezar conmigo y qué mejor que hacer borrón y cuenta nueva.

Después de todo si me encontraban tenía que cumplir con lo pactado, cosa que no me agradaba nada.

Para mi desgracia soy demasiado débil a sus encantos, y el que me ayudaran hizo que los viese otra vez como aquellos chicos de los que me enamoré una vez.

Después de todos estos años separados los he echado de menos. A todos, no solo a Ian y Hayden. Suena algo loco pero esos chicos consiguieron calar profundo en mi corazón.

A pesar de seguir sintiendo algo por ellos volvería a huir de nuevo una y otra vez si me encontrase en la misma posición. Ellos me hacen mal, y me quiero lo suficiente para saber que no me convienen.

Mientras que ellos son mis demonios, Hugo es el ángel que me protege frente a todo tipo de adversidades.

Mientras que ellos son mis demonios, Hugo es el ángel que me protege frente a todo tipo de adversidades

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En el camino hacia mi facultad me sentía observada constantemente. Cosa que hizo que acelerase el paso en busca de la salida más cercana de la estación.

Conocía esta sensación. Sabía que algo andaba mal, solo tenía que mirar a mis alrededores para percatarme del silencio y vacío sepulcral que se percibía en el lugar.

Este sentimiento que recorría todo mi ser, era algo que conocía a la perfección gracias a ellos. Miedo.

El sudor frío se hizo presente conforme aceleraba mis pasos y escuchaba el sonido de los tacones contra el suelo.

Poco después el sonido metálico se hizo presente en el lugar junto a unos pasos minuciosamente calculados.

No podía girar la cabeza para ver de quién se trataba, ya que si era quien me imaginaba que era no podría volver a moverme con solo mirar a sus ojos.

Me quité los tacones conforme iba aumentando el ritmo de mis pasos hasta finalmente correr.

Al llegar al final de la desolada estación volví a respirar tranquila al volver a ver personas en las aceras.

- Te gusta jugar a las escondidas, ¿verdad preciosa? — mi cuerpo reaccionó al reconocer su voz intentando correr de nuevo —

Al prever mis intenciones me noqueó por completo y lo hizo ver como si me hubiese desmayado.

- Si, es mi esposa. Lleva días sin dormir por el embarazo, está tan ilusionada que le ha pasado factura. Ahora la llevaré de vuelta a casa para que descanse — comentó con una falsa pena a una mujer que se preocupó por mi estado. Maldito mentiroso. Si solo pudiese hablar. —

- Aiden — intenté pronunciar aún aturdida por el golpe—

- No sabes cuánto he esperado este momento. Te vas a arrepentir por todo lo que has hecho en estos años pequeña. — susurró con una aterradora sonrisa en su rostro que camuflaba toda la ira que sentía. —

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