AL PASAR DE LOS AÑOS- GIYUUTAN

Ilusión

Ilusión

-¡... Y el ganador del oro del campeonato Mundial de Kendo por quinta vez consecutiva es del kendoka*; Giyuu Tomioka!

Los aplausos estallaron en masa en cuanto los tres ganadores entraron al centro del lugar, caminando hacia los podios donde cada uno recibió la medalla que merecía.

Con una sonrisa encantadora y besando la medalla de oro; Giyuu saludó al mismo público que gritaba su nombre y se extasiaban cuando volvía a sonreír de esa encantadora y seductora forma que sólo él podía hacer; desmayar al público y encantar a un más a la gente que lo miraba levantar con orgullo una medalla más para su colección.

Eso es, sonríe, sonríe. Sonríe como si una medalla más te llenara el vacío que sientes.

Los planes eran pocos y siempre los mismos. Después de tantos años como artista marcial (el más talentoso hasta ahora), y con la seguidilla de admiradores que tenía, la rutina siempre se había vuelto la misma; crear movimientos de pelea que él llamaba alientos y competir, y tratar de sorprender al público y si mismo también comenzaban a cansarle.

Pero, ¿qué importaba? A la gente le gustaba solo porque era él, y los jueces seguían dándole puntuaciones altas porque creían que ya no podrían ver otro nivel más de perfección.
Además, aun no podía tomarse un descanso como le gustaría.

-Giyuu, ¿otra vez estás viendo los movimientos de ese japonés inútil?

El Canadiense pausó el video que veía, dejando el teléfono a un lado y centrándose en el adolescente de 15 años que lo miraba con esa expresión de descontento que ya tan bien conocía.

Agradecía la gran paciencia que tenía, además de poder fingir un rostro de desinterés como si cualquiera de los comentarios que el chico pelinegro hiciera realmente no le molestaran.

Si supiera... La lista de cosas que el chico había dicho y las muchas que le habían molestado eran larga, e iba sumando muchas más.

Giyuu sonrió, casi invitando al chico decir mucho más, pero solo quería alejarlo y volver a ver los movimientos  de esa persona que venía estando en su mente desde hace tantos años.

-Inosuke~... ¿No tienes que practicar?

-Tsk. Ya lo hago perfectamente.

Giyuu sonrió, no podía quitarle crédito al chico por ese exceso de confianza. Pero, también debía enseñarle un par de cosas aun.

-A pesar de que creas que haces todo bien, sigues decayendo en muchas cosas.

La expresión enfadada del Canadiense fue como un trago de vodka; pero le encantó, aunque supo disimular muy bien su sonrisa de satisfacción.

-Lo hago mucho mejor que ese.

-Solo un poco. Mejor ve y sigue ensayando -Lo espantó con un movimiento de muñeca, y en cuanto el chico se fue con una expresión de gato mojado, no reprimió la baja risa que escapó de sus labios.

Tenía que soportarlo, sí, pero le encantaba hacerlo enojar tan fácilmente.

De cualquier forma; tenía unos minutos más de descanso antes de que su maestro Urokodaki le pusiera atención, y que al verlo estar jugando con su teléfono comenzara a exigirle que volviera a ensayar (aunque supiera que no ganaba nada, y que el hombre de cabellos oscuros lo haría cuando tuviera ánimos otra vez).

Reprodujo otra vez la misma rutina de movimientos que ya había visto antes; cientos de veces por video, una sola vez en vivo durante el Gran Campeonato del año pasado.

No importaba las veces que la viera, intentaba dejar de lado su preocupación en cada movimiento o golpe que le veía fallar, por una vez solo intentaba centrarse en las expresiones que aquel chico hacía, como transmitía todo lo que sentía con su cuerpo y como el dojo y él parecían ser uno solo.