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-¿Qué haces Noriaki? El niño bueno está dejando su pudor de lado...- Jotaro tomó al chico por la cintura, sintiendo un hormigueo en su parte baja. No entendía lo que sucedía o por qué, simplemente dejaba que pasará.

-Lo hago por ti, estoy borracho, no ciego. Me di cuenta de la forma en que me miras. Eres muy obvio.- guiñó el ojo y torpemente se acercó al rostro contrario.

Tenía razón pues ver al pelirrojo en solo ropa interior, encendió algo dentro del otro, algo difícil de aplacar. Sus rostros estaban demasiado cerca, sin embargo Kakyoin no se atrevía a dar el primer paso y cerrar sus distancias de una vez por todas.

-Termina esto que empezaste.- ordenó al notar al chico indeciso, quería darle vana seguridad- Vamos primor...

El menor se alejó de el, después retiró las manos contrarias de su cintura. Jojo se mostró confundido con esto, ¿Por qué tan derrepente rompía el ambiente que habían formado?

-No podemos hacer esto...- cubrió su rostro con ambas manos.

-¿Qué dices? ¡Nada nos lo impide!- su temperatura corporal iba en aumento y escuchar eso no lo alentaba demasiado. Lo hacía sentir frustrado.

-¿Qué mierda hacemos? ¡Solo somos un par de adolescentes borrachos y con las hormonas de cabeza!- torpemente se alejó del cuerpo contrario, quedando de pie.

Una pequeño ataque de ansiedad se apoderó de Kakyoin, provocando que el aire le faltará, sus piernas temblaran y su rostro enrojeciera aún más. Una gota de sudor se derramó por su cien, sintiendo su cuerpo temblar.

Jojo no entendía si lo que veía era a causa del alcohol o si de verdad su compañero estaba colapsado frente a él. Para disipar sus dudas, se levantó de su incómoda posición y tomó bruscamente a Noriaki, evitando que callera de lleno al suelo.

-Hey Nori, ¿Qué sucede? ¿Estás bie...?

-¡No! ¡No estoy bien!- estaba sudando demasiado a pesar de la baja temperatura de la habitación, con sus ojos perdidos y preocupación miró al pelinegro- No estamos bien...

El mayor no podía entender aquel repentino cambio de humor por parte de su amigo, aún así quería ayudarlo. Así que con la poca lucidez que tenía pudo formular algunas preguntas.

-¿Esto te... Asusta? Quiero decir, tú y yo...- con suavidad acarició la mejilla de Noriaki y este tembló al tacto. Lentamente ambos se deslizaron hasta el piso, sintiendo la frialdad de este.

-¿T-tú me quieres?- sus ojos violetas se cristalizaron, como si fueran a quebrarse en cualquier momento. Al no obtener respuesta y que la expresión del otro no revelará nada, volvió a insistir- ¡Contesta, maldita sea!

-¿De qué forma?- el ojiazul estaba tan cerca del pelirrojo que su aliento húmedo chocaba con la piel caliente de su amigo.

-¡No lo sé! De una manera romántica tal vez, ¿Te gustaría salir a pasear conmigo de la mano por un parque? Comprar un helado y sentarnos en una banca a comerlo para cuando ambos terminemos besarnos por horas.- en su delgado rostro estaba plasmada la preocupación de ser rechazado, de ser herido.

-¿Sabías que amo cada palabra que sale de tu linda boca?- contestó una pregunta con otra. Siendo honesto, Jotaro no tenía ni puta idea de que contestar. A penas y podía entender sus palabras.

Un largo silencio descendió sobre la habitación, creando un ambiente realmente extraño, rozando lo incómodo.

-Lo sabía, solo quieres sexo. Solo necesitas un lugar donde depositar tu semen y después hacer como si no hubiese pasado nada... ¿Sabes qué? Olvida esto, olvidemos está mierda y vayamos a dormir.- Kakyoin trato de levantarse, pero un brazo de Jotaro lo rodeó y tiro de el nuevamente hacía abajo.

Una Noche Confusa ·«Jotakak»·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora