La desconocida.

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Suspiro, y caigo con un rebote en la acolchonada cama.

He vuelto a casa por fin.

Hoy ha sido un día de terrible y estoy demasiado cansado como para pasear o escribir.

Hay un montón de estudiantes en mi universidad, de todos los tipos, punks, skaters, hispters, y todo ese tipo de gente extraña que califica la sociedad como una amenaza y nadie, NADIE, se dignó a dirigirme la palabra o ayudarme, no hubo miradas curiosas o cotilleos  como en bachillerato, aquí todos son unos gilipollas. 

Me froto la cara, me he ganado un dolor de cabeza horroroso y me siento aun peor.

Pese a todo aún sigo muy entusiasmado en mi interior, ósea bueno, es el primer día, sé que pronto hare buenos amigos, e incluso puede que tenga una  que otra novia.

Sonrío.

Y luego recuerdo a la tía feísima del pasillo.

Ugh.

Aun no estoy seguro si me gruño su verruga o ella al marcharse.

Me estremezco.

-¡Beeeen!

-Ay no.-Mascullo.

Cubro mi rostro con mis manos y me preparo para recibir un tsunami en pleno apogeo.

Intento levantar la cabeza, y observo justo a tiempo, a Isaac correr a toda velocidad y abalanzarse contra mí.

¡Gah!

¡Dios mio!

 ¡Me ha exprimido los pulmones!

Jadeo en busca de aire.

-Jodido enano, ¿No conoces una manera menos dolorosa de saludarme?-Gruño fulminando con la mirada al pequeño rubio a horcadas de mi, que me mira con aire divertido.

-Nop.-Murmura haciéndose el inocente y empieza a ronronear como una gatito en mi pecho.-¿Cómo te ha ido?-Pregunta curioso.

Suspiro.

-Bien, supongo.

-Bien de bien, o bien de mal.-Insiste.

Le miro de reojo.

-Es duro Isaac.-Murmuró.-Ya sabéis, adaptarte a otro medio y todo eso, ninguno de mis antiguos amigos está ahí, y bueno, te sientes algo solo, pero, por lo demás, es increíble, hay un aire de independencia y felicidad que te rodea, y quedas absolutamente alucinado, mirando a las personas de tu entorno, algunas estudiando, otras leyendo en el pasto, otros riendo entre amigos, y luego están los músicos y sus guitarras repartidos por ahí cantando alrededor. Y luego estas tú, tú mismo, y sabes que anhelas ser parte de ellos, o que incluso, si las cosas salen bien, algún día lo serás, y entonces es ahí, donde tiene sentido estar donde estas.-Finalizo y me reprendo internamente, seguro que el pobre no entendió nada.

Lo miro, y él está observándome también, como si estuviese analizando cada palabra, con esos felinos ojos curiosos.

 Y luego poco a poco, veo cómo se va formando en su boca una sonrisa.

Al final dice:

-Me gustaría ser como tú.

Sonrío.

-No soy nada especial tontín, la magia la hacen ellos.

Isaac sacude la cabeza con vehemencia.

-Te equivocas.-Replica.-La magia la haces tú.

Frunzo el ceño, y le revuelvo el pelo cariñosamente, pensando en lo que significa eso.

La magia, la haces tú.

Vaya, eso sí que fue profundo para un niño de 7 años.

Me rio.

Siete minutos después, Isaac está corriendo por la casa desnudo, mientras lo corretea Lupita para bañarlo.

Llevo media hora partiéndome de la risa por eso.

El pobre tiene las mejillas rojas por el esfuerzo, y me pidió que lo escondiera en la lavadora.

Pongo los ojos en blanco.

Que fabuloso escondite.

Miro el reloj por enésima vez, aún es demasiado temprano y no ha pasado nada extraordinario en mi nueva vida.

La monotonía me está asfixiando.

Entre gruñidos camino hacia la escalera y busco en mi habitación papel y lápiz, mi mp3 y unos audífonos.

Hora de ir al parque a caminar.

Observo mi aspecto en el espejo, estoy vestido con un buzo completamente negro, las mangas me quedan algo largas, así que una de ellas, esta doblada hasta el codo, llevo unos jeans holgados en la cadera con un inmenso roto en las  dos rodillas por culpa de una estupenda-Notese la ironia- caída en skate en la que fui horriblemente atormentado por mis amigos en un video de internet.

Resoplo al recordar ese estúpido video.

Y retomando mi aspecto, me paso una mano por el desordenado cabello castaño claro, y suspiro resignado.

Hago una mueca, y miro con enojo mi palidez.

Soy muy delgado y pálido, cualquiera puede confundirme con una palillo chino.

Arrugo la nariz.

Al menos, agradezco mi altura, y sobre todo mis ojos.

Son demasiado gris, muy claros diría yo.

Frustrado, camino de vuelta por las escaleras de hierro, y doy un paso hacia la libertad.

Al tranquilo y exterior mundo de afuera.

Una parte de mí se ríe.

Deberías llamarlo ‘’Al jodido y asqueroso mundo de afuera’’.

Asiento imperceptiblemente.

Sí que lo es.

El parque no está demasiado lejos, así que camino unas calles abajo con los audífonos puestos, hace frio, pero estoy tan acostumbrado que solo lo noto por los pequeños vellos de mis brazos erizados.

Still de Daughter retumba en mis oídos al llegar.

Observo el parque, esta algo solo a excepción, de dos pequeños niños envueltos en un montón de abrigos, con gorros y bufandas que corren de un lado a otro para atraparse  mientras ríen a carcajadas, y una señora diminuta leyendo tranquilamente en un banco, que probablemente sea la madre.

Camino despacio, absorbiendo el olor del pasto y la tierra mojada, me siento debajo de un árbol como siempre y cierro los ojos, inspirándome para escribir.

Pero me tomo más tiempo de lo previsto.

Al abrirlos, doy un respingo.

Hay una cara frente a mi  mirándome con curiosidad.

 Observo atontado los ojos más grandes y hermosos que haya visto jamás.

-¿Te has muerto?-Pregunta la pequeña boca carnosa y rosada de la castaña de los ojos extremadamente azules frente a mí, su cara está demasiado cerca, parece irreal, juraría que hace un minuto no estaba aquí.

Cuando estoy a punto de contestar avergonzado, me estampa el libro que tiene en la mano con fuerza en la cabeza.

-¿Pero qué mierda?-Mascullo frotándome la mejilla y la miro sorprendido.

La castaña solo se encoge de hombros y sonríe.

-Tenía que comprobar.-Replica con aire divertido, se levanta y limpia sus vaqueros en un movimiento rápido.-Lo siento.-Dice y señala el probable moretón que tengo en la mejilla, empieza a caminar como si nada hacia el lado contrario, luego se voltea y me mira sobre su hombro aun caminando.

 Veo una pequeña sonrisa ladeada en su boca.-En realidad no.-Murmura y se aleja riendo.

Me quedo pasmado.

-¿¡De donde salió esa maniática!?

B E N J A M I N EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora