Los Tres Seres

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LOS TRES SERES

Entre altas fiebres que superaban los 40º y destellos de agotamiento mental me aventuré a media noche en uno de mis viajes oníricos, esa misma tarde había leído sobre unos viajes que le pueden suceder al morador nocturno en plena noche, los llaman desdoblamientos, viajes al mundo astral, una separación de tu consciencia del cuerpo físico al cuerpo etéreo. Me intrigaba quien podía habitar en ese mundo, ¿acaso habría ángeles, demonios, dioses desconocidos? Nada malo podía ocurrirte dentro de ese mundo, pero ¿Quién puede confirmar eso? Somos grandes desconocedores del mundo físico, ya no quiero decir del mundo astral, pensé. Acto y seguido me adentré en el dormitorio, me costaba incluso desvestirme por la fatiga, me adentré en la cama y concilié el sueño.

De pronto, entrada la madrugada, mi consciencia despertó, mas no así mi cuerpo, me encontraba paralizado en medio de la oscuridad de la noche. Escuchaba pasos dentro de mi habitación, el miedo me fue invadiendo, de seguido noté una pequeña vibración que al paso de los segundos fue creciendo culminando en lo más alto, en un sonido similar al romper de un cristal. Del susto desperté, me tranquilicé, estaba en mi cuarto, pero, veía borroso, notaba que mis movimientos eran más torpes de lo normal y cuando eché la vista atrás vi mi propio cuerpo reposando en estado de ensoñación, me vi unido a él mediante un extraño cordón de luz, a la vista primeriza lo definiría como un cordón plateado. Numerosas dudas y temores me invadieron en ese preciso instante ¿estaría soñando? ¿Mi mente es capaz de crear esto? Sea la respuesta que fuere y no dejándome llevar por el miedo decidí tomar el control de la situación, ya que si me encontraba en un sueño lúcido o si estaba adentrándome en las orillas del mundo astral mi decisión sería explorar susodicho escenario. Acto y seguido observé mi habitación, todo estaba en su sitio, tal y como lo dejé, pero algo me sorprendió, la puerta de mi habitación era diferente, su pomo estaba cambiado. Entonces, llevado por la curiosidad decidí abrir la puerta y atravesarla. Para mi sorpresa ya no me encontraba en mi casa, si no en un largo pasillo con numerosas puertas, parecía que me encontraba en un hotel, bueno, diría que realmente que se asemejaba a un pasillo de una mansión digna de un conde, un duque o quizás un marqués con un toque oscuro y bastante lúgubre. Me aventuré a abrir la primera puerta, estaba vacía, no había nada más que una cama y una mesita de noche, no decidí a entrar a explorar ni a abrir ningún armario porque me pareció descortés. Salí de aquella habitación y saltándome varias puertas guiándome por una extraña fuerza mayor me dirigí hacia la puerta de al fondo a la derecha de aquél pasillo, puse el oído en la puerta y se podía apreciar una conversación entre varias personas. Entré sin llamar a la puerta, sin permiso, un acto que reconozco que es de muy mala educación, pero para mi sorpresa, ¡Para mi asombro! Lo que vi al entrar en aquella habitación no me pareció propio de este mundo. Observé a tres seres, el primero de ellos parecía estar hecho de obsidiana, podía levitar, carecía de extremidades, solo tenía ojos y boca, en resto de su forma física era semejante a un menhir antiguo. El segundo de ellos era semejante al anterior, podía levitar, a diferencia que este parecía ser de madera clara, poseía cabello largo y ondulado al que no le parecía afectar la gravedad, este si tenía extremidades superiores pero estaban pegadas a su cuerpo. El tercero de ellos, como los dos anteriores podía levitar, a diferencia que él estaba hecho de una especie de cristal brillante, tenía un rostro definido muy parecido a un hombre precolombino, también tenía sus extremidades pegadas a su cuerpo como el anterior ser, pero este tenía un cuerpo similar al de un humano, pero carente de piernas.

Invadido por el misterio de esa situación me decidí a preguntar lo siguiente:

-¿Quiénes sois?

Se miraron unos a otros, su comportamiento era muy templado, como si ya hubieran estado en esta situación.

-Primero nos tendrás que decir quién eres tú.

-Soy la persona que está soñando, me llamo Ben y soy pulidor de lentes en el pueblo de Doth.

El ser de madera dijo:

-Perdona Ben, pero esto no es un sueño.

De seguido el ser de cristal empezó a chillar de una manera chirriante y desquiciante que explotó en mil pedazos, los otros seres entonaron un grito diabólico y por fuerza telequinética me vi volando despavorido de aquella habitación cerrándose la puerta enfrente de mí, pero no paró ahí, si no que esa extraña fuerza me hizo volar por todo el pasillo atravesando la puerta principal que yo había abierto parecida a la de mi habitación y me vi precipitándome contra mi cuerpo hasta despertar sudando y con los ojos como platos.

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