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La salvación a Anna había llegado

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La salvación a Anna había llegado.

—¡Eh!—Otro señor apareció por ahí, llevaba un palo en sus manos—¡Salgan de aquí!

Los tipos se echaron hacia atrás y dejaron de manosearla para huir, dejando el callejón.

Ella se acomodó la ropa y se encargó de encontrar su teléfono en la oscuridad de la noche para cortar la llamada.

—Malditos bastardos—Se quejo aquella voz cuando los tipos se largaron—¿Estas bien?

No tardo en darse cuenta que era el señor Collin, un viejo muy amable que vivía sobre la esquina de la vecindad.

Le extendió la mano y ayudó a que se levante. De tanto susto ya se encontraba en el suelo.

No tenias palabras, esos tipos se las habían arrebatado.

—Esos tipejos andan sueltos desde hace un par de semanas, ya me tienen harto—murmura mientras va caminando por la calle oscura con el bate en la mano.

—Muchas gracias señor Colin—Se animó a soltar las palabras.

—No hay de que, la próxima no deberías andar sola por las calles a estas horas—Asintió—¿Te acompañó a casa?—El señor Colin conocía a casi todas las personas dueñas de las casas del barrio, al ser viudo se la pasaba toda la tarde mirando y observando las calles por su ventana.

—No, no puedo. ¿Le molesta si me quedo un rato en la suya?—El asintio amablemente.

Es un hombre serio, de pocas palabras, pero realmente es muy humilde y bueno. Solía ayudar a mi madre en las tardes para que le cortara el césped y le diera una mano.

Era raro no verlo todos los miércoles ahí frente a su jardín.

Cuando la dejo entrar en su casa, estrecha y acogedora, inmediatamente desapareció para preparar algo a la pequeña cocina.

—¿Quieres agua, té, cafe? ¿Algo?

—No, gracias, ¿puedo pasar al baño?

—Por supuesto, ¿estas bien? Te han pegado—dice cuando se da cuenta que la mejilla de Anna estaba rojiza y con tonos morados.

—Estoy bien, solo me tocaron un poco—dijo tratando de no desbordarse—Igual así me dolieron los golpes—Se tomo la piel sensible de la mejilla y la acaricio un poco.

—Esta bien—el señor Colin miro sin estar de acuerdo—en el baño hay alcohol, por si necesitas limpiarte la herida.

¿Que herida? ¿Tanto le habían hecho?

Cuando Ann se miro al espejo salto en su lugar y se tapo los ojos, una herida de aproximadamente un centímetro recorría su mejilla izquierda.

La sangre ya estaba un poco seca, pero aún así se desinfectó un poco con el alcohol.

Lloro un poco más.

Lo peor es que no podía decirle a alguien lo que realmente le había pasado.

¿A quien podía contarle lo sucedido?

Tu "𝙰𝚖𝚘𝚛 𝙰𝚗𝚘𝚗𝚒𝚖𝚘"|Hero Fiennes Tiffin [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora