Primero

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13 de agosto del 2020
Desde casa.

Recuerdo cuando te conocí, eras una explosión de ira.
Pero no te veías rojo, ya sabes como siempre es asociado este gran enojo en los libros. Tampoco llorabas de la ira o temblabas; pero tu aura era tan pesada que me hacía sentir electricidad aunque a lo lejos te observaba  ¿Llamarías a esto locura?. 
Agradezco haberte conocido como muy pocos llegaron a verte, ¿Seré la única que se siente complacida cuando te noto tan honesto... Y molesto? porque aunque se vincule la ira con catástrofes, no creo que ninguna que haya ocurrido a causa de esta pueda ser comparado con la catástrofe que hiciste en mí en esa milésima de segundo en la que nuestros ojos fugazmente se cruzaron.  ¿Cómo alguien muriendo de ira puede lucir tan óptimo? ¿Dirías que es amor a primera vista? 
Está sensación de perderse en cada uno de tus rasgos, de mirarte y contener la respiración. ¿Pudiste sentir algo así? Porque cada que me mirabas sentía que el cosmos se detenía sólo para escuchar mis gritos ahogados de dicha pura. 

Y no podía evitar mencionar cuando por primera vez tomaste mi mano, que aunque tú sólo te presentabas a tu nueva alumna, yo ya había tenido esa conversación interna con mi yo más pudorosa; En la que sabía que serías la aventura más dolorosa y extraordinaria que viviría. Pero seguramente para ti, fui sólo una persona más que guiar y enseñar... Y yo acepté tal trato, con la única condición de poder ver de nuevo esos pequeños y simples ojos castaños, esos que eran adornados por pequeñas arrugas en sus pliegues. Y qué rugosidad tan encantadora la que se encontraba cerca de tus ojos y boca, cómo olvidar cuando brillaban en cada sonrisa con encantadora hermosura. Y esas gafas de marco grueso, las que te hacían ver los ojos un poco más grandes, pero que por alguna razón iban a juego con tu dominante apariencia y tu instinto sagaz. 

¿Sigo sonando cómo alguien que no sabe lo que quiere? 
No te confundas, la edad para mí ha sido siempre un número... Y puedes llamarme cliché, me reiré contigo si eso te llega a complacer tanto como lo sería para mí escuchar tu risa. 


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