Capítulo 14: Disculpa.

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Si dijera que hoy amanecí feliz y contenta, estaría mintiendo enormemente pues desde que me levante no puedo dejar de pensar en el acto tan cruel que Sebastian hizo, y lo peor de todo es que desde anoche me dedique a llamar y enviarle mensajes a Damon explicándole todo pero este no respondió en lo absoluto así que sin ánimos de hacer el desayuno me acerco al cuarto de Henry para avisarle.

—Henry —digo mientras toco la puerta—, si estás despierto te informo que hoy no habrá desayuno, si sigues dormido no importa, te dejaré una nota.

—Estoy despierto Andie —dice sonando somnoliento mientras su voz se escucha más cerca—, y está bien, comeré en la cafetería del trabajo.

—Está bien, adiós —digo alejándome de la puerta para ir a mi cuarto para alistarme.

Como hoy mi humor está sombrío decido usar mi ropa sombría. Esta consiste en una sudadera negra con capucha que en el frente tiene escrito en letras blancas "Odio a todos", unos pantalones negros rotos y mis converse negras con dibujos de calaveras. Mi cabello lo amarro en una coleta alta y sin molestarme en maquillarme salgo de mi departamento.

Luego de estacionarme en mi lugar, me dirijo a la cafetería que se encuentra al frente de la editorial, usar mi ropa sombría funciona como un repelente de personas pues nadie se me acerca cosa que agradezco, ordeno un café con leche grande y un brownie y comienzo a comer mientras camino hasta mi oficina. Al entrar en ella veo que Sebastian ya se encuentra allí así que sin molestarme en reconocer su presencia me siento en mi silla mientras termino mi brownie.

—Buenos días Andie —dice Sebastian con cautela.

—Hola —es todo lo que digo mientras agradezco que hoy sea el último día que comparto oficina con él.

— ¿No vas a hablarme? —Pregunta a lo que yo decido ignorarlo—, ¿En serio? No seas así, no fue para tanto.

Continúa hablando mientras yo comienzo a trabajar y cuando ya no puedo aguantar más su voz, tomo los audífonos de mi bolso y me los pongo para comenzar a escuchar música, supongo que Sebastian finalmente capta que no quiero hablar con él ya que después de unos minutos deja de hablar y comienza a trabajar.

La mañana transcurre con nosotros en completo silencio trabajando y aunque siempre que escucho música tengo la necesidad de cantar —no se preocupen, todos dicen que canto muy bien— no lo hago pues no quiero que Sebastian me escuche.

Cuando ya finalmente es la hora del almuerzo me quito los audífonos y salgo de mi oficina con la intención de invitar a Karah a almorzar con mis amigos. Cuando llego a su escritorio que está frente a mi oficina, la encuentro enfrascada en su computadora leyendo un documento.

— ¿Qué lees? —pregunto a sus espaldas asustándola.

—Pues mmm... —balbucea nerviosamente mientras intenta ocultar lo que sea que este leyendo.

Me acerco a ver qué es lo que la tiene tan nerviosa, pensando que es una de esas novelas rosas que le encantan pero cuando leo un párrafo conocido en la pantalla exclamo algo molesta:

— ¡Estás leyendo mi libro! ¿Cómo lo conseguiste?

—Bueno, desde que dijiste que estabas trabajando en un nuevo libro tenía curiosidad por leerlo así que cuando el otro día me pediste que usara tu computadora para enviar unos correos electrónicos aproveche la oportunidad y me envié lo que tenías escrito.

—Eso es abuso de influencias e invasión de la privacidad —digo negando con la cabeza—, no puedo creer que lo hayas hecho.

—En mi defensa debo decir que cuando dijiste que escribirías un libro de ciencia ficción me sentí completamente curiosa pues nunca has escrito nada de ese género y como todo lo que escribes es muy bueno me moría por saber cómo era, y déjame decirte que estoy impresionada.

Mi segundo nombre es desastre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora