Dareh

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Mi nombre es Dareh... de hecho, mi nombre completo es Darehtoriansworerg, y yo soy tan raro como mi nombre.

Nací de un padre humano y una madre Naewat, unos alienígenas que cohabitaban en la Tierra con los humanos. Había pocos como yo, pues ambas razas habían estado en guerra durante mucho tiempo, y aunque la guerra había acabado, había cierta reticencia entre ambas razas a la hora de estrechar lazos sentimentales. Cada uno tendía a enamorarse de los de su propia especie... ¿pero cuál era la mía? No era ninguna de las dos. Aunque tenía amigos de unos y de otros, no terminaban de cuajar entre sí. Eso me parecía completamente estúpido, pero no puedes convencer con palabras al resultado de decenas de generaciones de conflictos y guerras.

Me sentía un poco solo y abatido. Había estado discutiendo por enésima vez con mi padre en el último mes, pero esta vez la discusión había sido mucho más grave, hasta el punto de que le dije que ojalá no fuera su hijo.

Cierto que era un poco excéntrico, pero no le odiaba al punto de no querer estar vinculado a él. Cuando estás enfadado, dices cosas tratando de hacer daño, pero en realidad no las piensas, y eso me pasó a mí. Hablé sin pensar. Lo malo era que ya lo había dicho, y después me marché de allí hecho una furia. Si hubiera sabido que me quedaba tan poco tiempo para estar a su lado, mis palabras habrían sido muy diferentes.

Llevaba algunos meses presionándome mucho para poder desarrollar mi talento. Él estaba convencido de que yo era capaz de viajar en el tiempo físicamente, a pesar de que en todos los meses que había estado practicando, no había hecho ningún progreso. Eso me frustraba, pero a mi padre le daba igual. Él insistía en que tenía que concentrarme más todavía.

—No te rindas, Dareh— me decía. —Llegará un momento en que te será tan natural como respirar.

Pero yo no veía ese momento llegar.

Aquel día había explotado al fin.

—¿No puedes ser un padre como los demás y jugar conmigo a la pelota, como hacen los padres de mis amigos? ¿Por qué tienes que estar tan pirado?— le dije furioso.

—Un día entenderás todo esto, Dareh, y ese día llegará, estés preparado o no. Cuanto más preparado estés, eso llevarás de ventaja.

—Déjate tus consejos de galleta de la fortuna para quien quiera oírlos.

—No son simples consejos, Dareh. Te estoy facilitando el camino para el futuro.

—¿Qué me importa el futuro?— exclamé. —Lo único que yo quería era salir esta tarde con Jeanine, y tú me tienes aquí, como siempre, haciendo tonterías.

—Jeanine es una payasa. Tú mereces algo mucho mejor. Resérvate para la que está por llegar.

—Ninguna es suficientemente buena para ti. Todas tienen algo: demasiado fea, demasiado tonta, demasiado fácil, demasiado complicada, demasiado normal... ¿Qué esperas? No hay nadie perfecto.

—No es alguien perfecto a quien buscas, sino alguien que te completará y que te hará progresar hasta ir más allá de lo que nunca hubieras imaginado. Alguien que, con solo mirarla, sabrás lo que piensa y será recíproco. Te estoy dando una oportunidad que me agradecerás en el futuro.

—Lo siento, papá. Eres un pirado. Ojalá no fueras mi padre.

Y ahí acabó la conversación. Sin permitirle rebatir o defenderse, salí corriendo.

Corrí hasta llegar al viejo nogal que había detrás de mi casa donde siempre encontraba a mi mejor amiga, Ada. No tenía mucho sentido, pues ella era una especie de amiga imaginaria, pero desde que nací, ella siempre había estado ahí: aconsejándome, consolándome, comprendiéndome... haciendo todo lo que debía haber estado haciendo mi padre.

Engel 2 // Hace mil años/POV DarehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora