CAPITULO 2: SOMOS UNA FAMILIA

170 40 14
                                    

—¡wau!...¡wau!...— el pequeño esta contento.
En una mesa, estaba sentado, ladrando y aullando por la vacuna antiparásitos.

—ya esta, pequeño, ella ya termino.— la veterinaria saco la jeringa que incrustó por la vía subcutánea, justo de bajo de la piel, en la zona interescapular.

—muy bien pequeño, ya estas con tu primera vacuna.— ella agarra una libreta.

— ¿y cual es su nombre?.—  pregunto con una sonrisa encantadora.

—bueno…, aun no decido pero creo que se llamara pequeño, por su madre.— agarro a pequeño y lo dejo en sus brazos.

— ah también necesitó saber de su madre, ¿tubo alguna enfermedad? ¿Rabia? ¿Gusanos intestinales?.— pregunto sin saber si aun esta viva la madre.

—bueno esto es muy delicado, su madre la conocía, tenia una pata rota y yo la ayude a enderezarlo, le daba de comer pizza, yo trabajo hay, pero un día saque la basura y vi sangre en el suelo, pensé que estaba herida otra vez, seguí el rastro de sangre y lo encontré en la pared de un callejon, así que no tengo mucha…perdón…información… De…la madre.— empezó a llorar en esas cuatro palabras.

—¡porque no la ayude antes!...porque— grito desgarradamente pensando en la madre, extrañándola, sin saber si murió, sin saber si podría estar herida.
—Joven, por favor…por favor.— ella pone sus mano en los hombros del joven, se pone un poco triste.

—Tu historia es muy conmovedor, sabe soy nueva en esto de ser veterinaria, usted es mi primer paciente, yo también tengo un perro, y me sentiría como usted, si el se pierde o muero.— ella le trae unas servilletas para que se limpie la cara.

—gracias…muchas gracias.— el se seca las lagrimas, inhala y exhala, se calma.
-bien estas mejor.- saca la libreta de su bolsillo.

—toma, venís cada primer día al mes para las vacunas que necesitan, dale, yo misma te atenderé.— ella pone su numero atrás de la libreta.

—bueno, como no tenemos mucha información de la madre, te doy mi numero privado para que me digas si le pasa algo a pequeño, mi nombre es Camila.— ella le abre la puerta del consultorio.

—yo soy Javier, muchas gracias por esta consulta Camila.— un poco mejor sale del consultorio, la mira fijamente a sus ojos azules.

—¡wau!...uhh…¡wau!— pequeño se despide también de Camila.

—Chau pequeño, ¡bonito!...muah..— ella le da un beso de despedida.

Cierra la puerta. Ella se sentó en el suelo, al lado de la puerta, empezó a llorar por el perrito, esta muy abrumada, ella sabe que de seguro la madre murió por desangrado. Sabia que su trabajo es duro, tiene que ver perros, gatos, loros, hámster y otros animales domésticos sufrir por abusos físicos, o están con una enfermedad por varios meses y tendría que dormirlo para siempre. El devastador oír las historias, pero es su trabajo.
El perrito durmió cálidamente en los brazos de Javier, mientras camina, rumbo a un edificio donde el vivía,  entraron discretamente, evitando que vean a pequeño. Entran al ascensor, toca el botón numero 4, para el ascensor, salen, se para en la puerta 14. Acuesta al pequeño en el lado derecho de la cama, y el con cuidado  se pone del otro lado cansado también, cierra los ojos y dice.

LADRANDO AL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora