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Capítulo I: Dutch Van Der Linde (Parte 2)

Narrador Omnisciente:

— ¡Maldita zorra blanca! ¡Admítelo, escoria! ¡Estabas robándome! — su mano derecha atrapó el delicado cuello de la mujer y con la otra se aseguró de propinarle una cachetada en seco que resonó en toda la habitación — Maldita puta barata.

  Ella, ahí en una sucia esquina, se vió obligada a ovillarse y consolarse con sus propios brazos marcados en lo que derramaba gotas que surgían con sufrimiento desde sus lagrimales. El terror que sentía a penas le daban ganas para observar al asqueroso monstruo que tenía frente a ella.
  

  — ¿A quién quieres engañar, zorra? ¿Tienes poca experiencia o te faltó valentía para hacerlo? — de su asquerosa boca brotó una risa malévola. Empezó a deshacerse del cinturón de cuero, perseverando esa mirada lasciva que sólo le engendraba un terror descomunal a la chica —. Está bien, no te preocupes, zorrita. Te enseñaré como se hace a una mujer de verdad — bastaron escasos minutos para comenzar a bajar ese pantalón percudido y oloriento.

  La mujer se dedicó a emitir un grito horrorizado que posiblemente haya alertado a los que se encontraran alquilando alguna habitación dentro de ese hotel.

  — No... no, por favor, se... señor, no era mi intención — llevó su pequeña mano a la boca, ahogando otro grito cuando el tipo había quedado con las piernas descubiertas y su miembro expuesto con perversidad y sin pudor —. ¡Se lo suplico, por favor! ¡No vuelvo a cruzarme en su camino! ¡¡Por favor, déjeme ir!!

  — ¡Cierra la boca, pendeja! Ésto te quedará como una lección para que sepas con que hombre te metes... — sus pasos se acercaban a ella con el único objetivo de hacerle daño, un daño imperdonable, doloso y pérfido.

                      *  *  *

 
    Sus botas dejaban un corto rastro en el lodo que desaparecían  paulatinamente al adentrarse al suelo tupido de un pasto apetitoso para su caballo troton. Ése libro y Evelyn Miller ya no le transmitían esa certeza y tranquilidad como cuando residían en Horshoes Overlook.

 

《"No, Dutch, ¿dónde quedó ése hombre del que yo me enamoré?"》

  Apreció al astro sol que bañaba el extenso bosque con su luz abrumadora y acalorante.

《"Olvídalo, Molly, lo que importa ahora es alejarnos de las personas que quieren vernos con una soga en el cuello. Y eso te incluye."》

 

  Sin problemas, Dutch rememoraba la reacción que sus palabras produjeron en el rostro de su amada pelirroja, chocando la palma de su mano por sobre su cara en el instante.

   — No... — susurró casi inaudible y reprimió una lágrima como el hombre que era —... Molly O'shea, perdón — con una mano áspera quitó su bombín negro y lo apegó al pecho plano —. No te merecía.

  Su mano hecha puño se relajó y dejó al descubierto una brillante piedra verde que desprendía refulgencia ante el ojo del espectador. Dutch lamentó la partida de su amada y se despojó de el valioso objeto, dejándolo caer sobre la hierba, a la suerte de quien sea que la encontrase.