9:Nine

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Lo decidió. En esa semana que tenían vaciones en la escuela decidió apartarse de todo, de la ciudad y de su casa.

Pidió una semana de descanso en su trabajo que le fue concedida al no pedir nunca días de descanso ni irse de vacaciones.

En la mañana se duchó y curó las heridas que tenía en sus brazos, poniendo en ellas unas venas, en ambos brazos, la herida que se hizo hace unos días en su mano ya se había curado, por suerte era superficial.

Guardó toda la ropa que necesitaría y las metió en una mochila, miró por la ventaba y vio que no había nadie.

Era su oportunidad para irse antes que Jimin y los demás volvieran.

Salió corriendo con su mochila en la espalda hasta llegar a la parada del autobús, cuando este llego subió rápido y se sentó algo alejado.

Al ser temprano en la mañana no había mucha gente, puso sus auriculares en la grabadora y volvió a escuchar la voz de sus padres, de alguna manera le alivia escuchar a sus papás y su corazón se siente un poco más ligero y feliz.

Nunca se cansaría de escuchar la voz de sus papá, él puede asegura que es la mejor melodía que a escuchado en toda su vida.

Miró por la ventana viendo a los coches pasar y a la gente caminar con sus propias preocupaciones y miedos.

Viendo a gente sonreír aunque recién era la mañana y a otros con rostro adormilada o gruñón.

Por mucho que estuviera en su cuerpo se sentía como en otra galaxia, está en un trance y sabe que eso está mal pero aún no puede asmiliar que sus padres han estado muertos más de un año y eso sólo le hace pensar que está loco, enfermo y que necesita ayuda.

Pero no sabe como pedirla, se siente como una ballena en medio del océano, y por mucho que intente pedir ayuda nadie parece oírlo, las ballenas a su lado simplemente lo ven diferente e ignoran sus incontables pedidos de socorro.

Al llegar a su destino bajó del autobús y se dirigió a la cabaña que tenían, una pequeña cabaña pero hogareña cerca del mar.

Dejó tan rápido como pudo sus cosas dentro de la cabaña y fue hacia la playa y se adentró en el mar.

Esa era otra de las cosas que lograban tranquilizarlo. El mar.

Le encanta bucear y sentirse como un tritón en su hogar.

Intentó ir lo más profundo que pudo y aguanto la respiración, quedó agarrando a una piedra profunda, observando toda la cristalina agua fascinado.

Ver las algas hondear en el agua y uno que otro pez perdido lo llena de paz.

Al ver que ya no podía aguantar la respiración subió a la superficie y quedó boca arriba, dejándose llevar por el agua, cerrando los ojos por fin en un momento de tranquilidad.

En donde su mente queda en blanco al sentir el agua bajo el moverle ligeramente, sin sentimientos no desados, olvidándose de todo por unos momentos.

Sin querer estar en el cruel mundo en el que vive por unos minutos que se convirtieron en horas.

Ya casi había llegado la hora del atardecer, con pesar se dirigió a una gran roca con su ropa empapada y se sentó encima.

Las olas estaban más calmadas que en otras ocasiones, como si quisiesen birndarle el alivio que tanto desea su corazón.

Un alivio que hace mucho no siente.

Sus ojos admirando el cielo que cambia de colores y por un momento sintió miedo a que el arcoíris apareciera de nuevo para terminar con el poco control que le queda antes de ceder a la locura que parece cada vez cobrar más fuerza.

Rainbow || KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora