Ninguno lo pensó.
No paramos a analizar las consecuencias. Nos tiramos al vacío sin paracaídas y, como era de esperarse, nos dimos de bruces contra el suelo.
Dolió tanto que, aún sin haber empezado, algo ya estaba roto.
prólogo
Ninguno lo pensó.
No paramos a analizar las consecuencias. Nos tiramos al vacío sin paracaídas y, como era de esperarse, nos dimos de bruces contra el suelo.
Dolió tanto que, aún sin haber empezado, algo ya estaba roto.