Al fin tocó la bendita campana. Adiós escuela, hola fin de semana.
—¡Señor Soler!
Me quedé de piedra ante el grito de la directora. Mis compañeros se miraron entre ellos y rieron mientras se marchaban a la fiesta de esta noche. Idiotas.
Di vuelta y planté en mi rostro esa sonrisa que deleitaba a todas las chicas.
—Melissa, un gusto verte —dije, intentando ser amable.
Me fulminó con la mirada.
—Muestre algo de respeto ante mí, jovencito. Necesito hablar con usted sobre temas importantes.
Mi piel se erizó. Me iba a expulsar, lo veía venir. Mis plumas bajaron su brillo. Esto no iba a terminar bien.
—Usted sabe que en la Central de Comunicaciones nos encargamos de...
—Cuidar a nuestros protegidos —terminé por ella para hacer esto corto, poniendo mis ojos en blanco. Si me expulsaban, que sea rápido.
Asintió.
—A todos los ángeles guardianes se les designa uno aleatoriamente cuando sus alas aparecen a los 6 años —fruncí el ceño. ¿A dónde quería llegar? Esta historia me la sabía de memoria —. Y usted también tiene una protegida.
—Lo sé —bufé—. Su nombre es Ema y tiene quince años, ¿algo más?
Clavó sus ojos marrones en mí y estos soltaron chispas doradas, como siempre ocurría cuando estaba molesta. Era odioso que perteneciéramos al mismo clan.
—También debe saber que los ángeles guardianes se ponen en contacto con sus protegidos en casos de que ellos se empiecen a ir por el camino de los ángeles caídos: hacia el mal. El protegido puede sufrir, tener depresión o atentar contra su vida —asentí, recordaba a la perfección la prueba que había aprobado apenas sobre este tema— y nuestro deber es evitarlo para que la humanidad persista. Los ángeles guardianes se comunican con sus protegidos a través de las esferas en la Central de Comunicación ubicada en la ciudad y en casos extremos, viajan a la Tierra cuando esta persona corre peligro.
—Lo sé, es lo que nos enseñan todos los días. ¿A dónde quiere llegar?
Sacó una nota de su abrigo. Tenía una dirección escrita a puño y letra.
—Nos hemos percatado que tu protegida está investigando furtivamente el paradero de su padre, el reconocido arqueólogo Díaz —se me erizaron los bellos de la nuca. ¿Por eso nunca me habían dejado saber quién era el papá de mi protegida? ¿Él era ese Díaz? —. Ya debes saber en qué se está metiendo y no podemos dejar que continúe. Si los caídos la descubren, no tendrá escapatoria. Confío en ti, Daniel.
Comenzaba a irse, guardé el papel en mi bolsillo y la tomé por el brazo. Me miró extrañada.
—¿Qué ocurre con mis clases? —pregunté. No es que me importaran, pero debía enterarme de todo.
—No asistirás hasta que todo vuelva a estar como antes. Tómalo como unas «vacaciones».
—Usted está de broma...
—No. Estás listo, aunque no rindas bien académicamente, sigues siendo un ángel guardián, un protector y eso supera todos tus deberes y responsabilidades de la escuela.
Sonreí de oreja a oreja.
—Gracias.
—Ahora vete. Tendrás un cuarto en el Central de Comunicaciones. Estarás en una sala con una esfera que te permitirá hablar con tu protegida a través del pensamiento. Sólo podrás salir tres horas al día para tus necesidades básicas y darnos los reportes de su estado. ¡Sin errores! ¿Está claro?
Le guiñé un ojo y sonreí. Me di la vuelta y extendí mis alas.
Allá voy Ema.
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ALTO. Lo sé. El nombre de Drake cambió a Daniel. Y Emma ahora es Ema.
...
(Ahora es cuando saltan a criticar).
Fue difícil y lo debatí por un buen tiempo con la editorial, pero estuvimos de acuerdo. Tranquilos angelitos, que pudieron cambiar su nombre, pero esa chica y su ángel siguen siendo ellos mismos, y claro, él sigue siendo el mismo protector del que nos hemos enamorado (¿o acaso soy solo yo?).
¡Nos leemos!
~Emily Salther.
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Libro X (Protegida/Protector)
Фэнтези[AVISO Y PRIMEROS CAPÍTULOS ÚNICAMENTE] Historia retirada por su publicación con la editorial Loba Ediciones. Disponible en todas las librerías de Chile😆.