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Yoongi

Bajé del coche para encontrarme a ShiYoon, uno de mis guardaespaldas, sosteniendo al muchacho con cara de impaciencia.

El pequeño no paraba de retorcerse y gritar. De vez en cuando sollozaba.

- Dámelo. - ShiYoon me miró con agradecimiento infinito en sus ojos y tomé al muchacho en brazos, cargándolo como un saco de patatas.

Ante el cambio de posición, comenzó a gritar con más fuerza.

- ¡Por el amor de Dios, mocoso! Nadie va a hacerte nada, cállate de una vez.

- ¿¡Cómo puedes decirme que nadie me va a hacer nada!? ¡Me van a obligar a prostituirme! - Chillidos. Chillidos. Y más chillidos.

- ¿Quién carajos te dijo que te voy a obligar a prostituirte? - Pregunté, pasmado.

Sonreí al sentirlo tomar aire desesperadamente luego de gritar durante un minuto sin pausa y comencé a caminar hacia mi casa, ante la mirada divertida de mis empleados.

- ¡Tú! ¡Te dije que no era una puta y me dijiste que si no lo era, lo sería muy pronto! ¡No voy a dejarlo convertirme en una puta!

- ¿Puedes parar de gritar? Gracias al cielo los oídos todavía me funcionan, a pesar de que tú has atentado en su contra. - El muchacho se quedó callado, pero sus gritos fueron reemplazados por pequeños sollozos, lo cual era mucho peor. - Prefiero que grites... - Comenté con un suspiro.

Los sollozos se hicieron más intensos y sentí una repentina opresión en el pecho.

¿Qué era eso? Yo no sentía culpa, ni remordimiento, ni pena.

Min Yoongi no sentía.

- Oye, tranquilo. - Intenté suavizar mi voz para no asustarlo más y abrí la puerta de mi habitación en el tercer piso. - Todo va a estar bien.

- Seré un prostituto. Nada va a estar bien. - Más sollozos. Su voz sonaba ahogada y una terrible sensación de responsabilidad me invadió.

Deposité al muchacho sobre mi cama y, al apartarme para mirarlo, sentí como si mi corazón se rompiera en mil pedazos.

Sus ojos estaban rojos e hinchados, las mejillas bañadas en lágrimas. Sus hombros estaban caídos y sus labios lastimados de tanto mordérselos.

Me permití pasear mi vista por su cuerpo. Era un cuerpo pequeño pero perfecto.

Casi suelto una carcajada al reparar en su pijama de Pucca. A todas luces parecía no ser más que un mocoso, pero una mocoso no podía tener ese cuerpo. ¿O sí?

Sin poder contenerme, me puse en cuclillas frente a él y aparté un poco de pelo castaño de su frente que tapaba sus ojos.

- No serás un prostituto. Lo hubieras sido si te hubiera dejado con Dong-wook, pero no aquí. No te obligaré a hacer nada que no quieras hacer. Por favor, deja de llorar...

Dejó de sollozar, pero lágrimas silenciosas seguían escurriendo por sus mejillas.

- Si no me obligarás a hacer nada, ¿por qué no me dejas ir?

Suspiré y bajé la vista.

No podía dejarlo ir.

- Porque sabes demasiado.

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Jimin

- ¿Porque sé... demasiado? - Lo miré con los ojos entrecerrados.

Suyo    |     YoonMin    |    ADAPTACIÓN   |   TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora