Día 01

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Temática: Declaración; primera cita; primer beso


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Cierto rubio cenizo estaba siendo aconsejado por los idiotas del Bakusquad, escuchando atentamente desde el más tonto consejo hasta el más convincente, y es que no sabe por qué lo está haciendo, pues con un par de palabras y todo estaría listo, no le interesaba si hay respuesta o no, si es para sacarse la molestia del pecho, lo que suceda después no tiene relevancia.

Por otro lado, tres personas le sugerían ideas al portador de doble quirk, quien se tomaba todo literal, hasta los consejos más tontos y poco eficaces, mas no se le puede culpar, poca experiencia tiene en los temas del amor, y al parecer sus amigos también; para finalizar la conversación, aclaró que sería lo más directo posible, pues a aquel chico no le gustan los rodeos.

Y ahora ambos estaban ahí, después de clases, siendo observados por sus amigos ocultos detrás de las columnas, mirándose mutuamente pero como si se estuvieran retando a un duelo; dejando todos los nervios y esas mierdas de lado, pronunciaron tres palabras, sólo tres palabras que cambiarían todo.

-Me gustas, Bakugou.

-¡Sal conmigo, bastardo!

No fue como se lo imaginaron, ambos hablaron simultáneamente y se sonrojaron casi al instante; ¿de verdad estaban siendo correspondidos, cada quién, por su amor platónico?, que alguien los despierte de ese sueño tan irreal.

Y aún más irreal que los dos chicos más fuertes de la clase A estuviesen compartiendo una porción de esa dulce nube rosada, ¿algodón de azúcar se llama?, mientras caminan tranquilos entre las muchas atracciones que la feria les ofrecía; ¿cómo habían terminado ahí?, ¿cuándo habían acordado tener una cita en aquel extravagante lugar?, no recuerdan lo que sucedió luego de su entreverada confesión, sólo chicos irrumpiendo en sus habitaciones para ayudarles a no fracasar en el intento.

Es sábado, seis de la tarde, y el sol ya se está ocultando para darle pase a la oscura noche; la vista desde ahí es increíble, y claro que lo es, pues están sentados en la cabina más alta de la rueda de la fortuna, todo tan digno de ser parte de una película hollywoodiense. A Katsuki le parecía ridículamente cursi, pero eso fue antes de ver la brillante mirada que el bicolor tenía, esas mejillas ligeramente sonrojadas y las hebras de diferentes colores siendo movidas por la fresca brisa otoñal.

-Quiero besarte.

-¿Qué?

-Quiero besarte.

Ahora no sólo el más alto estaba sonrojado, también el menor lo está, dispuesto a cortar la distancia para alcanzar esos delgados labios que posee Todoroki, pero su turno en la atracción acabó y lo maldijo entre dientes; el momento perfecto para su primer beso había sido arruinado, ¿habría otro de esos momentos magicos?

-Bakugou, juguemos eso.

-¿A derribar latas?, ¿qué eres?, ¿un mocoso?

-No soy un mocoso, tengo limpia la nariz.

Katsuki se volvió a cuestionar el por qué, ¿por qué tuvo que enamorarse de ese medio idiota?; como dicen las ancianas, en el juego del amor, nadie puede mandar.

-Mejor busquemos algo más genial que solo tumbar latas.

-¿Algo como qué?

-¡Como eso!

Sí, un concurso, algo perfecto para impresionar a tu cita o para demostrar que eres mejor que todos esos tontos extras; Shouto suspiró y quiso oponerse, pero la excitación en los iris carmesí le hicieron cambiar de idea, así que terminó caminando con el rubio hasta el dichoso juego.

Quien llegase primero a la cima de la pared, que simula ser una montaña, se podría llevar el premio que desease, o en algo así consistía aquella dinámica; si mal no recuerda, a Bakugou le gusta el senderismo, además de que tiene una excelente condición física, y una increíble agilidad, así que no se preocupa tanto al ver que competirá contra tres tipo de contextura más delgada que la del rubio.

-Sostén mi chaqueta y ni te atrevas a ponértela.

-De acuerdo, suerte.

-No despegues la vista de mí, verás que ganaré.

Y así lo hizo, en menos de ocho minutos había logrado escalar diez metros para llegar a la meta y ganar ese tonto premio, aquel que reclamó una vez que estuvo de nuevo en el pavimento; quizás hubiera escogido ese gran peluche de All Might, pero no se arrepentiría de haber tomado esa Pokebola de peluche que tanto había cautivado al mayor.

-Gracias.

Se giró para ver al chico que iba unos pasos detrás, mas no pudo ver mucho, pues los labios, que tanto había deseado probar, rozaron con los suyos de una manera muy tímida y cariñosa, como quién no quiere la cosa; los momentos mágicos si volvían a surgir, porque, aunque el sol ya no estuviese, la luna fue testigo de ese gesto tan pequeño pero tan significativo, de aquel primer beso de los tantos que vendrían.

Demonios, ahora quiere más.

-¡Shouto, bésame bien, pokebola andante!

-¡No!

Las personas alrededor los miraban extrañados, mientras murmuran cosas que ellos ignoran con total libertad; ambos corrían como un par de niños, como un par de idiotas enamorados que se sienten que pueden dominar el mundo con ese estúpido y cursi "poder del amor".

TodoBaku/BakuTodo WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora