Jaemin amaba con locura al chico extraño que inundaba su ser con ese dulce aroma y ese era el chico flor dándole todo su amor.
-intento de gore (?
-muy posibles errores ortográficos, que iré arreglando.
Na Jaemin era uno más del grupo de chicos que vivían cerca de aquel bosque lleno de misterios para unos y llenos de cosas turbias que sacar provecho para otros.
Estaban los que en vez de mirar aquel bosque por sus hermosas flores rodeadas de pinos veían la zona como aquel lugar en el que un lobo o algún otro animal salvaje decidió por naturaleza o quizás por proteger su territorio atacar a dos chicos jóvenes.
Jaemin pensaba de la primera manera. Desde que nació y vivió allí jamás vio o escucho un animal. Más sin embargo se sentía raramente atraído a aquel lugar que durante las frías noches dejaba un olor atrayente que dejaba a Jaemin con ganas de visitarlo.
Por más grande que Jaemin decía ser apenas había cumplido los 17 y su madre lo sobreprotegía como a nada, pero él quería explorar por su cuenta y averiguar cómo era aquel lugar.
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Debía terminar esa tarea de cálculo si no su nota no sería perfecta como siempre, pero sus parpados se cerraban de vez en cuando para luego rápidamente abrirse y es que no lo podía evitar más aun cuando la fría brisa entraba desde su ventana e impactaba en su rostro dejándolo con más sueño aún.
Pero hizo aparición aquel extravagante olor dulce haciendo que Jaemin abriera de golpe sus ojos viendo ahora el paisaje que le ofrecía su ventana. Sorprendido se acercó a la ventana contemplando como una luz brillaba. Como si su cuerpo estuviera hipnotizado salió por su ventana y con frio iba caminando y se acercaba a la raíz de ese olor.
Le daba miedo la oscuridad no lo negaba, pero ese destello de luz que se encontraba delante por lo menos le iluminaba.
Paso por tantos árboles que parecían infinitos hasta que finalmente llego hasta donde la luz iluminaba, pero no encontraba que podría ser hasta que subió su cabeza encontrándose con la luna que brillaba intensamente. Al fijarse bien del lugar los árboles rodeaban unas hermosas flores de diferentes colores.
Se acercó para verlas de cerca y encontró un pequeño cuerpo rodeado por las bellas flores.
El pequeño chico contaba con cabellos cafés, una piel muy pálida como para considerarse normal y por último espinas.
Espinas, volvió a pensar.
¿Cómo diablos aquel chico contaba con espinas en sus manos?
Eran verdes y para nada quería ver que se sentía ser punchado por una de ellas. Sin embargo sintió la necesidad de hacer algo por el chico al verlo temblar entre las flores.
Con suavidad movió su hombro y como resultado vio los temerosos ojos azules del chico. Para de alguna manera reconfórtalo y hacerlo sentir seguro acaricio su cabello.
—Tranquilo no te hare nada.
Era una criatura extraña, pero parecía un cachorro perdido temblando y acurrucado entre las flores como si ellas lo calentaran.
—¿Acaso no tienes frio acá?
—S-solo un p-poco.
La curiosidad apareció y por lo menos logro obtener una respuesta de las miles preguntas que tenía, sabía hablar. Un pensamiento al que no hizo mucho caso fue su asombro por la dulce voz del curioso individuo.
—Vivo cerca te traeré una manta y comida ¿sí?
el chico asintió y vio como el humano se alejaba lentamente de su vista.
