Su respiración irregular era lo único que se podía escuchar en la habitación, su cuerpo de contraía debido a los golpes, las heridas y la baja temperatura que había en el sótano. Creía haber olvidado hacer tiempo el dolor pero ahora ahí estaba esa jodida sensación de nuevo.
Sus brazos estaban ya acalambrados, no los podía sentir debido al largo período de tiempo encadenado a la pared, las marcas en sus muñecas eran las pruebas de las muchas veces que había intentado escapar de esa cosa y en su cuerpo, las heridas de los castigos que recibía por intentar hacerlo.
Quería huir, quería alejarse de ese maldito ser que le mantenía atado en contra de su voluntad, sabia bien que nadie notaría su ausencia pero vamos, esto era un maldito infierno; jamás creyó haberse sentido peor que un animal enjaulado.
Ya había pasado semanas desde que su secuestrador le mantenía encerrado en la oscuridad del sótano. La humedad del lugar habían terminado de joder sus pulmones, su respiración era cada vez mas forzada; había perdido bastante peso debido a las pequeñas raciones de comida que esa cosa le daba una vez al día después de cada agradable visita.
No olvidemos tampoco del nauseabundo olor que su cuerpo emanaba, estaba hecho un desastre. Era asi una mierda andante.
Ya no podía mas, ya no más.
Un escalofrío recorrió su delgado y desnudo cuerpo apenas y escuchó las pisadas sobre la superficie acercándose cada vez mas.
Oh no.. Por favor, no...
La puerta del sótano se abrió.
Por favor.. No más..
La silueta apareció tras de esta, con una enorme sonrisa dibujada en su rostro, una maldita sonrisa llena de perversión y locura.
..Tengo miedo..
—¡Oh, cariño! Pero que dulce expresión tienes, ¿Estas contento de verme?— la aguda voz de ___ le hizo soltar un jadeo, negando repentinas veces intentando forcejear contra las cadenas que le aprisionaban.
Ella sonrió una vez mas, acaricio él pálido rostro del hombre frente a ella, dejando un cálido beso sobre su frente pese a estar cubierto de sudor y sangre seca. —Te has portado muy bien.. Debo recompensarlo.. ¿Te apetece jugar otra vez?
Jeff sintió las yemas de los delgados dedos de la chica sobre su cuerpo justo en el lugar en donde habían heridas apunto de infectarse, provocadas días atrás en uno de sus múltiples juegos. Su respiración se acelero y con ellos su pulso cardíaco. Estaba asustado; esa perra estaba mas trastornada que la zorra de Nina. Quien diría que ahora estaba en lugar de muchas de sus víctimas, ahora estaba en sus zapatos, este era su castigo.
Oh dios, no debió entrar a la casa de ___ esa noche.
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Algo cortó, lo se PERO él próximo estará mas dulce y tranquilo que este.
