Era la hora de volver a empezar, un nuevo comienzo en mi corta vida, pero tal vez el peor de todos, uno donde las personas de mi entorno, serian crueles, egoístas, manipuladoras, malvadas.
Sí, estoy hablando de otro tedioso año de secundaria en una nueva institución, quería pensar que al ser “secundario superior” las personas serian maduras, pero sabía que era algo imposible.
Después de todo, mis compañeros de clase tendrían entre 16 y 18 años, en mi opinión, la peor edad.
Entre nosotros, no nos conocíamos salvo algunas excepciones y los que se hablaron en el autobús.
Ese día y por milagrosa única vez me llevaría mi madre en su auto, por lo tanto, no hablaría con ninguno.
A decir verdad, creo que, si hubiese ido en el autobús, tampoco habría hablado con alguno de ellos, me cuesta un poco ser sociable.
Además, tampoco había asistido a fiesta que dieron para presentar a los nuevos dueños de la institución, supuestamente, eran ricos y famosos, a mí no me interesaba.
No conocía a nadie, eso sería genial, escuela nueva, vida nueva, sería como renacer de mis propias cenizas.
—Yo puedo—me susurré mirándome al espejo, intentando tomar coraje como me recomendó Nancy, mi psicóloga—yo pue...
— ¡Vamos Aria o llegaremos tarde! —exigió Nicole rompiendo mi mantra.
— ¡Voy! —grite con voz chillona mientras bajaba las escaleras.
Para variar hacia frio y estaba oscuro, pero en mi interior, sentía esta pequeña llama queriendo encender para iluminarlo todo.
***
—levántate, debo ir al colegio—ordene mirando a María, ella se veía angelical entre las sabanas de mi catre, pero a la vez, se veía fuera de lugar, como si no perteneciera allí.
— ¿Por qué continuas con eso cada década de tu vida? El tiempo para que estudies en la secundaria, ya paso hace mucho Eric—dijo estirándose y resoplé mientras me subía el pantalón—además, hace años no teníamos una noche como la de ayer ¿Por qué no quieres quedarte aquí conmigo durante el día? Ya eres adulto para hacer esas cosas de niños—miro a mi habitación y suspiro—es hora de que consigas una cama, esta cosa es pequeña e incómoda.
—no necesito una cama y anoche no parecías quejarte del tamaño—apunte poniéndome una camiseta y de pronto la tenía frente a mí, deslizando sus largas y afiladas uñas por la piel desnuda de mi vientre.
—Por qué el tamaño es impresionante—dijo apretando mi pene y me estremecí, su mirada llena de lujuria comenzaba a cansarme—me encanta—pasando su lengua por sus labios y me aparté.
—Vístete—dije mirando su cuerpo desnudo, era fenomenal, pero no podía apreciarlo completamente, algo faltaba y no podía darme cuenta de que era y eso comenzaba a volverme un poco loco, no me gustaba la incertidumbre—vístete y vete.
— ¿Por qué no puedo quedarme aquí? Todos me conocen. ¿Acaso es que no quieres que sepan que follamos? —susurro mirándome a los ojos, con voz seductora y caliente, intentando hechizarme, pero no sería posible, había aprendido a esquivar el encanto de su mirada hacia muchos años.
—Exacto, eso es lo que pasa, no quiero que lo sepan ni quiero que te vean—me miro herida, pero al fin se apartó de mí y comenzó a vestirse.
—la verdad es que no te entiendo, Eric, somos familia ¿piensas que no me aceptaran en tu vida, de forma formal, como una novia? —creo que el horror se reflejó en mi rostro, por la forma en la que me miro, como si hubiera matado a su gatito preferido.
—ese es el problema, eres la hija adoptiva del hermano de mi padre adoptivo y yo no te quiero en mi vida formalmente ni informal, te quiero para algo casual, como lo de anoche y lo sabes, esa es la condición que tú misma pusiste hace tantos años—era cierto, hubo un momento de nuestras vidas donde me tenia bailando de su dedo meñique, habría hecho cualquier cosa por su amor, pero ella puso reglas y con el tiempo, simplemente me acople a las reglas y aprendi a jugar y descubri que era lo mejor que habría entre nosotros. Fue entonces cuando pude ver a la ninfa maniaca que realmente era, a la perra calculadora que nunca había podido ver, pero me habían alertado sobre ella.
cuando termino de vestirse, nos miramos a los ojos y comenzó a irse, hasta que llego a la puerta y se dio vuelta, me miraba asqueada.
—espero que dejes de ser tan… hijo de puta, algún día y seas más humano, como te gusta aparentar—anuncio antes de irse dando un portazo, lo que ella no sabía es que pensaba lo mismo.
Deseaba ser más humano.
— ¡Eric! Apúrate o llegaremos tarde—me llamo mi hermano Emmanuel desde la planta baja.
— ¡Voy! —grite y suspire, otro año de pantomima innecesaria comenzaba.
Pero sentía que sería diferente a todos los años anteriores.
***
Mi primera clase fue la de química con el señor Paludi, lo odie por la materia que enseñaba.
Allí conocí a Natalie, me senté junto a ella porque era uno de los pocos lugares vacíos y estaba casi atrás de toda la clase.
A primera vista, la definiría como <<una chica simpática pero charlatana>>, lo que tenía un punto a favor: yo no aportaría mucho a las conversaciones. No soy buena conversando.
—hola, me llamo Natalie buenorden ¿y tú quién eres? —quiso saber y no supe si responder, tal vez, si no lo hacía, no me vería obligada a hablar siempre con ella, y con el tiempo ser su amiga.
No, eso es lo que haría mi antigua “yo”.
La nueva quería hacer amigos y ser medianamente popular, de esas que todos saludan, pero no necesariamente son sus amigos.
Suspiré y le sonreí de la mejor manera que pude, sintiéndome algo incomoda y ansiosa.
—Aria Hallen—me presente tendiendo mi mano, ella sonrió y la acepto, su mano era pequeña y delicada. La mía no.
—Hola Aria—me saludo sonriendo y volví a sonreírle.
—bien, en la clase de hoy hablaremos de las cadenas de potasio—anuncio el profesor con una horrible sonrisa llena de maldad, él sabía que a nadie le gustaba esa materia que el enseñaba con tanto fingido amor, o tal vez no lo fingía y era un rarito.
—Supongo que aquí es cuando nos mantenemos en silencio, no parece que le guste escuchar charlas en sus clases—parecía triste por no poder seguir hablando, a mí no me molestaba.
—Sí, supongo que no lo es—murmuré y abrí mi cuaderno, mientras el profesor empezaba a explicar y escribir en el pizarrón, haciendo rechinar la tiza.
—Nanny, ¿esta noche nos vemos en tu casa? —le pregunto a la joven menudita que se sentaba en el banco continuo al nuestro.
—sí, quedamos en vernos todos allí ¿te enteraste de la pelea de Nicholás con Roxanne? —Natalie soltó un sonido de sorpresa y la miro prestándole atención, supe que había sido olvidada, una parte de mi se sintió decepcionada pero aliviada al mismo nivel.
—No lo puedo creer, espera ya me cuentas—me miro sonriendo, iba a decirme algo, espere pacientemente a que hablara— ¿nos sentamos juntas en el almuerzo? —nunca nadie me había preguntado si me quería sentar en la misma mesa, siempre comía sola, en la biblioteca, o en los pasillos de mi antiguo colegio, mis amigas sabían que la pasaba mal sentándome con ellas.
—sí, claro—acepte preguntándome en que me había metido ¿realmente quería de amiga, a una persona que sabía no toleraría mucho? Me ponía nerviosa que hablase tanto.
***
Caminaba tranquilamente por uno de los corredores del instituto que habíamos comprado con mis hermanos, pensando en seria este año.
¿Un alumno con más años de lo que deberia? ¿Un preceptor nuevo? ¿Un profesor Joven? Comenzaba a estresarme no saber quien quería ser, normalmente era una persona que tenía todo decidido.
Había algo en ese lugar que me hacía ser…. No yo mismo.
— ¡Eric! Hola—me di vuelta cuando escuché una voz familiar y amigable. La miré y le sonreí.
—Luna Levis, ¿Qué haces por aquí? —cuestione sonriéndole y ella me abrazo. Era una de las pocas personas que sabían mi secreto, aunque fingía que no y, aun así, podría llamarla siempre amiga.
—al parecer lo mismo que tú, empezar de nuevo, en un pueblo diferente, donde nadie conozca nada de mi—dijo sonriendo tristemente y acaricie su hombro.
—Vas a estar bien cielo, no te preocupes y si alguien se mete contigo, ya sabes dónde encontrarme—dije dándole mi apoyo y sonrió con lágrimas en sus ojos.
— ¿Cómo crees que te verán si te juntas con una ex drogadicta? —lloriqueo y la abrace fuertemente, odiaba verla tan triste.
—si tú no le dices a nadie, yo tampoco y además no me importa lo que piensen ¿Cuál es tu siguiente clase? —murmure mientras caminábamos abrazados por un pasillo lleno de aulas.
—biología y luego arte ¿tu? —murmuro, parecía más calmada, tranquila.
—pasaré por el salón de biología a observar—respondí sonriéndole y suspiro.
—¿no sabes que hacer con un instituto, verdad?-cuestiono riendo y negué de la misma forma, no tenía idea de lo que quería hacer allí. O si quería estar allí.
—tienes razón, como siempre. Tal vez sea tutor en mis especialidades. No lo sé.-respondi despreoupadamente-no le encuentro sentido a estar aquí en realidad. Solo soy dueño de una parte, mis hermanos tienen más experiencia dirigiendo sitios como este. Prefiero ser socio silencioso.
—oh, eres un chico rudo que no sabe lo que quiere y utilizo el poder de su padre para conseguir negocios ¿o usaste los tuyos? —dijo en un tono algo burlón y sospechoso. La mire y me miro sonriendo ampliamente.
—Creo que no soy el único que guardara un secreto ¿no? —me miro fingiendo estar desconcertada—aquí es nuestra aula—dije abriendo la puerta para que ella pasara primero.
— ¿Qué secreto debo guardar? ¿Sobre ti? Pero si recién te conozco ¿Cómo es tu nombre? Emir ¿verdad? —dijo con burla y me reí.
—Soy Eric, Eric Watson, un placer querida señorita—murmure y me miro de una forma que parecía estar entre la burla y el miedo.
—van a perseguirte, eres famoso—no me había dado cuenta, pero ella tenía razón, tendría puras niñas queriendo algo conmigo.
—Mierda—dije mientras me paraba junto al escritorio vacio y suspiro.
—Eric, cariño, sabes que te buscare novia, ¿verdad? —dijo como si su comentario no tuviera importancia y la mire horrorizado, no podía decirlo enserio.
—no puedes buscarme novia y sabes porqué—apunte seriamente y rodo los ojos.
— ¿por tu vegetarianismo? No me mires tan sorprendido, no olvides que Milly me salvo y dos veces, me conto muchas cosas—quise estrangular a mi hermanita, por tener un alma tan bondadosa de ayudar a alguien en problemas y además contarle nuestros secretos.
—No me busques a nadie, estoy bien solo—murmure con firmeza y ella me despeino.
—no lo estas y nada de lo que me digas va a hacer que deje de buscarte una—la mire a los ojos y vi que lo decía muy enserio, resople y me rendí, contra ella, no podría ganar jamás.
***
Mi segunda clase fue la de historia con la señora Moreno, no la odie, pero no fue mi materia favorita jamás.
Mi compañero de banco era Austin Vega, un chico simpático que también era callado.
Debía confesarlo, Austin era hermoso.
Alto, un poco delgado, rubio, de ojos grandes y grises, su rostro parecía el de un bebé delicado, muchas mujeres lo miraban fijamente, lo deseaban.
Con solo mirarlo podrías saber que era una persona solidaria, que ayudaba a todo el mundo y no discriminaba a nada ni nadie.
Cuando entró al aula, camino derecho a mi mesa, a pesar de que algunas personas lo saludaban e invitaban a sentarse con él, eso me puso incomoda, no me dejaba de mirar, parecía que me desafiaba a desviar la vista.
—Hola Aria—me saludo y lo mire confundida ¿nos conocíamos? Me resultaba un poco familiar.
¿Acaso habíamos ido al mismo colegio antes?
— ¿Nos conocemos? —quise saber y se rio, eso me confundió aún más.
—Sí, soy Austin vega—su nombre no me resultaba conocido, suspiro y me miro conteniendo la risa, tenía unos hoyuelos adorables cuando sonreía de esa forma—soy tu vecino desde hace dos años y unos meses, incluso nuestras ventanas están enfrentadas.
— ¿enserio? No sabía, no me resultas familiar—señale y volvió a reír.
—eso es porque siempre estás tan perdida en tu mundo, o mejor dicho en tu pasado que no lo has notado. Nuestros padres son amigos, a veces me junto con tu hermano, incluso te veía llegar llorando, o llorar en tu habitación—me sonaba a que era un acosador, me hizo sentir un poco incomoda, mire a ver si había otro sitio disponible—no, por favor no te asustes, no es que te espíe, solo que no soy ciego, ni sordo—dijo apresuradamente—se cosas de ti, pero por que no puedo evitar saberlas.
—oh, no—me queje aterrada, odiaba saber que había alguien que conocía mi humillante pasado, el que quería dejar atrás.
—Tranquila Aria, no le diré a nadie, guardaré tu secreto—me tranquilizo y me guiño un ojo, yo le sonreí tímidamente, relajándome un poco, él no iba a salir corriendo al grito de "ella es una llorona" con solo mirarlo, podía saberlo.
—Te lo agradezco con todo el corazón— le agradecí sinceramente y toqué su hombro, el palmeo mi mano, fue un gesto inocente, amigable.
—ya sabes, ¿no? Estoy aquí para lo que necesites, y no dudes en buscarme en casa, ahora que sabes que somos vecinos, siempre puedes huir hacia allí cuando las cosas se te compliquen—sus palabras me hicieron sonreír.
—Sí, gracias y lo mismo digo, ahora que sé que somos vecinos, puedes buscarme siempre que quieras hacerlo—nos sonreímos y no dijimos nada más, por esa clase.
Tenía el presentimiento de que seriamos muy buenos amigos, y eso sería genial.
***
En la clase de arte, materia que odié por mi falta de habilidades en ella, la profesora González nos sentaba de a grupos, así conocí a Wendy, Luna, Santiago y Martin, también reconocí a otros en esa clase, Austin y Natalie, estaban en otro grupo, pero los vi.
—hola—me saludo Luna con una gran sonrisa, de alguna forma, su nombre era ideal para ella, tenía el pelo largo y sedoso, negro como las alas de un cuervo, su piel era pálida y delicada y sus ojos eran del gris más transparente y brilloso que había visto en mi vida.
—Hola—saludé tímidamente y me senté junto a ella.
—Soy Luna Levis y ellos son Wendy, Santiago y Martín—nos presentó y me saludaron sonriendo.
—Aria Hallen—me presente y me sonrieron ampliamente.
—nos conocemos desde hace años y somos amigos, pero no te sientas excluida, nos va a encantar tenerte entre nosotros muñeca, además Luna también es nueva en nuestro grupo—anuncio Santiago pasando su brazo por el respaldo de mi silla.
—Santy, déjala en paz, la vas a asustar—se quejó Martín sonriéndome, ambos eran hermosos chicos, Santiago parecía el típico adolecente deportista que solo salía con porristas, moreno, de pelo castaño y ojos marrones, pero llamativos.
Martin parecía un nerd de los que son sexys, usaba lentes, pero los usaba con estilo y lo hacían más bonito, era delgado y bajo, tenía ojos verdes y oscuros, con unas pestañas largas que parecían delinearlos, su pelo era castaño claro y lo tenía algo largo, pero le quedaba bien.
—si Santiago, déjala en paz, necesitamos a otra chica en el grupo, no la espantes—Wendy parecía de esas chicas calladas y sencillas, que se aíslan de todo el mundo, usaba ortodoncia, pero apenas se veían, eran delgados y blancos, como sus dientes, usaba ropa holgada, como si no se sintiera cómoda con su cuerpo, ya éramos dos.
—si querida, lo que digas—dijo Santiago mirándola y ella sonrió tímidamente, él la miraba con adoración, al parecer, había algo entre ellos.
Hacían bonita pareja, y ambos me agradaban, en realidad, todos ellos me caían bien.
***
A la hora del almuerzo no me sorprendí de verlos a los cuatro juntos sentados en una mesa.
Los salude con un gesto de mi mano y camine hacia la barra de comida, tome una hamburguesa con queso recién hecha y un poco de papas fritas con una gaseosa de pomelo, mire a un lado y Austin estaba hablando con Natalie, haciendo a un lado mi timidez, me gire y les sonreí.
—Hola chicos—anuncie y ellos me miraron sonriendo.
—Hola Aria—dijeron a la vez con una sonrisa que me hizo sentir bien— ¿te molesta si nos sentamos con él? —quiso saber Natalie y negué.
—No, está bien, puede sentarse con nosotras—acepte y nos alejamos de la barra, empezamos a caminar a una pequeña mesa vacía.
— ¡Aria siéntense con nosotros! —grito Martín desde su mesa y mire a mis acompañantes, dependía de ellos si nos sentábamos allí o no.
—vamos—dijo Austin sonriendo y fuimos a la mesa donde estaban, era grande, así que entrabamos cómodamente, ellos nos sonreían y me toco presentarlos, me sentía bien, sentía que al fin encajaba con esas personas, aunque solo era el primer día.
Deseaba que fuera así para siempre.
—Austin, Natalie, ellos son Luna, Santiago, Martin y Wendy, chicos, ellos son Natalie y Austin, mi vecino—los presente sonriendo y ellos se saludaron.
—creo que tuvimos un caso de telepatía muchachos—anuncio Luna mirando nuestros platos, todos nos habíamos servido lo mismo para comer.
En ese momento de risas y charlas, donde estábamos a gusto entre nosotros y bromeábamos como viejos amigos, los conocí, y cambiaron para siempre mi vida.
***
Entre a la cafetería con mis hermanos adoptivos, que según la falsa documentación que tenía mi padre, solo Emmanuel, Milley y yo lo éramos, aunque la realidad era que sus hijos adoptivos éramos Emmanuel, Jasson y yo, pero al Milley y Emmanuel, ser parecidos a mí en algunos rasgos, ante las leyes modernas ellos eran mis hermanos y Jasson y Loreley eran mis cuñados.
Para mí, eran todos mis hermanos.
—no quiero comer nada de esto. Todo es asqueroso—se quejó Milly mirando las opciones de comida, que no eran nada apetecibles.
—Sabes muy bien que debemos hacerlo—la reto Jass y luego la abrazo por su espalda.
—sí, lo sé, pero sería lindo que la cocina de este lugar tuviera más categoría, más a nuestro nivel ¿o no lo creen? — se quejó tomando su porción de tarta y luego los demás tomamos lo mismo, después nos sentamos en una mesa apartada de las demás-creo que haré cambios en el menú. Nunca debimos escuchar a esa planificadora- se quejó molesta y rei un poco, era adorable verla cuando lo hacía.
—Esto es incómodo—se quejó Emm cuando noto que no le quitaban a vista de encima, a ninguno de nosotros, de a poco, se daban cuenta de que estábamos allí.
—Sí, lo sé—murmure en un gruñido, odiaba como nos miraban ¡no éramos trofeos! —pero eso obtenemos por comprar la institución, ahora todos querrán ser nuestros amigos y hablando de amigos ¿saben que Lunita Levis está aquí, en este lugar?
— ¿de enserio ella está aquí? ¡Qué suerte! Comenzaba a extrañarla—dijo Milley alegremente.
— ¿Comenzabas a extrañar contarle cada uno de nuestro secreto? —me miro sonrojándose.
—es una amiga y nunca dirá nada lo sé, así que no intentes acusarme o sino le digo a Jasson que te golpee—se quejó abrazando a su marido.
—lo haría con gusto, pero luego tú me golpearías por golpear a tu hermanito—replico el en un tono de indiferencia, pero sabía que hablaba enserio de golpearme, después de todo, había sido un poco cruel con el amor de su vida.
—Bueno, mejor me voy, tengo que ver algo—anuncio Loy.
— ya sabemos que iras a ver tu reflejo en el espejo, zorra vanidosa—bromeo Milly guiñándole un ojo y ella le envió un beso, ambas rieron.
—Sí, sí, piensa lo que quieras, iré a hacer algo más aburrido. Papelerío—exclamo riendo mientras se iba a hacer lo que tuviera que hacer.
—iré a ver si necesita ayuda, quedamos en administrar juntos—anuncio Jasson sonando aburrido.
—Sí, ve—acepto Milly antes de besarlo y luego se fue detrás de nuestra hermanita.
Me recosté en mi silla y me dediqué a mirar por la puerta de la cafetería.
Unos instantes después en una mesa vecina se sentó un grupo de jóvenes que reían, todos habían tomado lo mismo para comer.
Una joven capto mi interés, era bonita, todos la miraban y eso había llamado mi atención.
Era linda sí, pero había otras mucho más lindas en esa habitación, la veía muy común, solo tenía una diferencia, no estaba pensando nada, se limitaba a mirar y escuchar a los demás.
De pronto la joven que estaba junto a ella nos vio y me hizo reír, tenía la idea de que ella y yo seriamos pareja, pero nunca sucedería.
***
— ¡no puede ser son ellos! —miramos sorprendidos a Natalie cuando reacciono de esa forma tan dramática y extraña, miraba anonadada hacia un lado, había dejado caer el tenedor y no lo noto, su rostro se ilumino con excitación ¿por qué reaccionaba de esa forma? ¿A quiénes había visto?
—ellos... ¿quiénes? —pregunto Wendy mirándola fijamente, confundida por su reacción, como lo estábamos todos.
—los Watson—dijo en un tono que decía que era obvio, aunque sinceramente, para mi ese apellido no significaba nada ¿eran actores? ¿hijos de políticos? no miraba mucha tv, y cuando la veía, no era para ver el noticiero, bueno antes no lo hacía, porque me prometí que ya no lo seria a partir de ese día, era ser una persona antisocial y no lo seria nunca más—¿quiénes más pueden ser tan populares en un lugar como este? —añadió burlonamente.
— ¿Y por qué son tan importantes? —dijo Martín con curiosidad, debó admitir que no era el único y me sorprendió, ellos no eran antisociales como lo fui yo ¿por qué si eran famosos como parecía, ellos no los conocían?
—bueno, como al parecer no saben nada les cuento, cuando se mudaron a esta ciudad desde Seattle hace unos meses, fueron noticia cuando llegaron—dijo y la miraron sorprendidos y confundidos, ella rodo sus ojos—su padre es un hombre muy importante, es el dueño del “Saint Memorial Hospital” y el banco más importante, el banco “Friz Roy”, además de que ellos, son los nuevos dueños de este lugar, por eso están aquí siendo mayores que nosotros, supongo que serán nuestros preceptores o algo por el estilo—añadió sin dejar de mirarlos como una loca fanática.
Me pregunte si eso les molestaría, así que seguí el curso de su mirada y los vi.
Me quedé helada, sentí que su belleza me empujaba y hacia caer en picada hacia el vacío.
Eran tres, una mujer y dos hombres, ninguno miraba hacia nosotros, pero miraban hacia la entrada del lugar, como intentando ignorar todas las miradas que estaban sobre ellos.
—la chica es Milley y el morocho es Emmanuel, él otro se llama Eric—los presento solo para nosotros, ellos no se dieron cuenta, estaban a dos mesas, pero frente a nosotros, así que podíamos verlos perfectamente y ser, descubiertos vergonzosamente—donde estarán los otros—dijo Natalie devolviéndome a la tierra—oh hay están—exclamo y mire para ver a quien se refería.
No era la única, la mesa entera y otros alumnos más los veían—la de pelo rubio oscuro es Loreley y el otro es Jasson—eran hermosos, me sentí como un bicho feo ante semejantes dioses griegos caídos del olimpo.
La que respondía al nombre Loreley, era alta, parecía medir 1.70 cm, tenía largas piernas, toda una modelo, refinada y perfecta, su pelo rubio y brillante le llegaba hasta la cintura y era rizado, tenía unos hermosos ojos que parecían estar entre el verde y el celeste.
Milley, era un poquito más baja, tenía el pelo un poco más oscuro que la otra, largo hasta los hombros y estaba entre el lacio y los rizos, también era refinada y toda una modelo, solo que parecía más simpática, tenía una sonrisa permanente en sus labios carnosos y sus ojos verdes pardo se iluminaban y transmitían confianza y paz.
Jasson era alto, casi dos metros, grande y leonino.
Perfecto, su pelo era de la misma forma que la tal Loreley, mismo color y tipo, solo que mucho más cortó y cosa que ya me resultaba rara, sus ojos eran verdes, pero más oscuros que las chicas, ¿eran todos hermanos?
Emmanuel era más grandote pero un poco más bajo que el otro, media cabeza.
Su pelo era tan negro como la noche y parecía sedoso, pero corto; parecía un guarda espaldas hermoso y tenía ojos verde agua, casi transparentes.
El otro, el tal Eric era maso menos de la misma altura que los otros dos y era casi tan grande como Jasson.
Pero era el más lindo de todos.
Ya sea por su pelo rubio rojizo, sus ojos negros y expresivos, que en ese momento parecían divertidos, o por el tamaño de su físico, musculoso, pero no tanto como Emmanuel, masculino y guapo, combinación explosiva.
—Loreley y Jasson son las parejas de Emmanuel y de Milley respectivamente—añadió rápidamente con una sonrisa torcida. Así que no eran todos hermanos y los ojos eran una simple coincidencia—Eric no tiene pareja por lo que se, está disponible—sentí un alivio enorme que no entendí cuando dijo que estaba soltero.
Ya dije.
No lo entendí.
—Entonces... ¿no tiene pareja? — ¿Esa era mi voz? ¿Había hablado? Si, lo había hecho y mi voz sonó más curiosa de lo que esperaba, me avergoncé, no quería preguntar eso, mi psiquis me había traicionado.
—no.…Pero no pierdas tu tiempo, sale con mujeres, pero no quiere nada serio, se aburre de ellas, parece que nadie esta echo a su medida—sonreí por lo chismosa que era, sabia toda la vida de la familia, y parecía estar dispuesta a conquistar a Eric, lo miraba como si fuera suyo.
—Tranquila tigresa, no planeaba hacerlo—respondí conteniéndome una risa y mirándola seriamente—no es mi tipo—añadí despreocupadamente, y era verdad, de pronto sentí que alguien me miraba fijo, era Eric, su mirada me dio un poco de miedo, pero lo ignoré.
Nunca estaría dentro del rango de ellos, apenas llegaba a los pies de Milley o Loreley y solo cuando me arreglaba mucho o no, ni siquiera entonces.
— ¿y cuál es tu tipo? ¿Yo? ¿Santiago? ¿Martín?
—Ninguno de ustedes tres, Austin—lo detuve indiferentemente mientras comía, todos rieron de su cara de desilusión y yo también.
—Eso se llama friend zone Austin—se quejó Martín y reímos.
—es una chica que finge ser dura, pero sé que es muy en el fondo, eres una tiernita—anuncio y nos miramos, el me guiño un ojo.
—Soy chica mala—lo apunte con una papita.
—Auxilio me disparara un Papazo—se burló levantando las manos.
—creo que esa no es una palabra, vega—anuncio Luna y reímos.
—querida Luna, me dispara con una Papa, así que si, los proyectiles son Papazos—ellos se sacaron la lengua y reímos más.
Mientras los miraba, suspire sonriendo, al fin parecía encajar en algún lado, me sentía bien.
***
No entendía por qué me había molestado su comentario cuando dijo que no era su tipo.
La miré y encontré su mirada y ella me impacto.
Realmente si era hermosa.
Tenía unos hermosos ojos que parecían ver hasta mi alma y una boca pecaminosa.
Su piel parecía suave y deliciosa.
Tal vez yo no era su tipo, pero estaba condenado si ella no era el mío.
— ¿a quién miras? —pregunto Jasson cuando noto que estaba distraído, seguía mirándome con ella, que parecía no estar pensando en nada—hermano, tienes buen gusto, es caliente—su comentario hizo erizar cada pelo de mi cuerpo, tomo todo mi auto control no golpearlo y no gritar “mía” como un maldito cavernícola.
¿Ella me causaba eso? ¿La mujer que dijo que yo no era su tipo? Si era así, definitivamente era masoquista, quería a las que no me querían y despreciaba a las que si lo hacían.
—cállate Jasson—ordene un poco fuerte y me miro sorprendido, como todos en la mesa.
— Cálmate hermano, Jasson solo dijo lo que pensamos muchos, esa muchachita es hermosa, hay que ser estúpido para no notarlo—señalo Emmanuel y me sentí un poco incómodo, jamás había querido pegarles, menos por una mujer.
— ¿no dicen nada? Están aquí y ellos miran a otra—me queje mirando a mis hermanas ¿Por qué no se enojaban con ellos por mirar a otra mujer?
—Solo están opinando sobre una mujer, Eric, como nosotras opinamos sobre otros hombres tan a menudo—apunto Loreley riéndose de mí, parecía sorprendida de mi actitud, incluso yo lo estaba.
—además de que no somos celosas, al contrario de al parecer, tu que reaccionas así por alguien que ni sabe quién eres—añadió Milley sonriéndome burlonamente y suspire.
“son vampiros” esas simples dos palabras me hicieron volver a la realidad y dejar de pensar en esa mujer. Alguien había dicho la maldita palabra con “v” y no sabía quién fue, por estar distraído.
Me concentre en cada voz de ese lugar, no quería problemas allí. Me moví incomodo, no me gustaba sentirme de esa forma, fuera de lugar, perdido, culpable por no hacer lo que mis hermanos esperaban de mí, un buen rastreador.
— ¿Qué paso Eric? —pregunto preocupado Jasson, cuando noto mi incomodidad, justo en el momento que encontraba al dueño de la voz, por suerte estaba hablando con otros chicos de una película, eso me relajo, no era por nosotros.
—nada Jass, está todo bien, no hay peligro—lo tranquilice y ellos se relajaron.
— ¿si? explícame esto entonces—Milly me tomo del brazo furiosa y me mostro una visión.
Era sobre mí, en un lugar lejano, gritando y maldiciendo a una tal Aria, pero… ¿quién era ella?
— ¿Quién es? —cuestione y negó suspirando.
—creo que es la joven que no te quitaba la mirada—opino y se movió incomoda, no le gustaba lo que veía, o ella sabía algo más y no me lo decía.
— ¿Pero que me hizo para que sienta tanto odio? — pregunte curioso y todos me miraron de una forma extraña, enojados por que no estábamos compartiendo con ellos.
—No lo sé—se limitó a decir y me sentí tan frustrado como aparentaba ella.
—Me ayudas mucho Milly—me quejé y ella se encogió de hombros, luego me fui a la sala de profesores, faltaba para mi próxima clase.
Me había anotado en solo cuatro: Biología, literatura, inglés y francés.
Cuando entré a la que era mi última clase del día, solo había un lugar disponible, junto a la misteriosa joven, sentí esperanzas de poder escuchar su mente, no me gustaba ni un poquito no poder hacerlo, era muy fastidioso, nunca me había pasado y me hacía preguntar si acaso era una enemiga muy bien entrenada.
"oh, Aria Hallen está en esta clase ¿ese no es Eric Watson? ¡Agh! Quería sentarme con ella, me tendré que sentar con Aus" pensó un chico que pasaba junto a mí y parecía un poco decepcionado de no poder sentarse junto a la chica que, al parecer, nos gustaba a ambos.
Un momento… ¿Hallen? ¿Cómo la persona que tanto maldecía en la visión?
Sentí como el pánico se apoderaba de mí, no podía ser posible que me pasara algo así.
¿Ella era Aria Hallen? ¿La chica que me había fascinado?
No, no podía ser tenía que ser otra Hallen talvez algún familiar o un extraño, Hallen era un apellido normal, mire a él joven con odio ¿porque había pensado en su nombre completo? Por su culpa me estaba volviendo loco, tenía que quitarme esta duda en ese preciso momento.
***
El resto del día pasó rápidamente, en las clases siguientes no reconocí a nadie o eso creía.
Cuando entre a mi siguiente clase no había más que una mesa vacía disponible, el resto estaban todas ocupadas y no había sillas vacías en ellas.
Me senté y espere a que llegue el profesor, llego a los cinco minutos, era el profesor Filippo, enseñaba literatura.
Cuando la campana toco por última vez, sonando para que entráramos a las aulas, llego Eric, la única mesa con un lugar disponible era la mía, fingí indiferencia, aunque estaba nerviosa, ¿por qué justo él se sentaba conmigo? el chico que me revolucionaba las neuronas y las hormonas, sentí mi corazón acelerarse.
Acomode mis libros para hacerle lugar y que se acomodase a su gusto, me sonrió mientras lo hacía, y susurro un "gracias" me derretí con su sonrisa y me hice agua con su voz melodiosa, por lo que pude ver en su cuaderno él estaba en esa clase por que debía la materia. Tenía una etiqueta que decía “materia pendiente”.
Cuando se sentó a mi lado se presentó.
—hola me llamo Eric Watson ¿tú eres...—espió mi cuaderno con fingido disimulo, sonreí por su gesto casual, él era simplemente magnifico—...Aria Hallen? —su voz era celestial.
—Solo Aria, hola—me presente y una sombra cruzo por su rostro, haciéndolo parecer letal.
¿Acaso no le gustaba mi nombre? O peor, tal vez nos conocíamos de antes y yo le daba asco, eso me hizo sentir incomoda y miedosa.
“chicos abran sus libros en la página diez” ordenó el profesor devolviéndome a la realidad, no estaba sola con él, estaba en un aula llena de personas.
Busque la página pasándolas rápidamente y entonces Eric murmuro algo parecido a "maldición".
Lo mire aturdida ¿lo había golpeado con uno de mis movimientos torpes?
No lo sé.
Lo que sé es que se alejó de mí y no volvió a mirarme hasta el final de la clase, cuando cerré mi libro y me dedico una mirada profunda y envenenada con sus ojos negros.
¿Qué diablos le pasaba? Era lo único que me faltaba, un loco sentado junto a mi cada vez que tuviera esa clase y lo peor de todo, que sea tan sexy.
***
Era ella.
Desde el minuto que olí su dulce sangre supe que ella iba a ser la causa de todos mis males.
Era dulce, pecaminosa, un aroma adictivo, que si lo permitía me empujaría directo hacia el infierno.
Durante toda la clase estuve tentado a saltar sobre ella hasta dejarla sin una sola gota, algo que no me pasaba desde mis primeros años, cuando aún no tenía control sobre mí mismo, cuando aún no había prometido ser “bueno” y alimentarme solo de Animales y sangre sintética, humana solo en casos desesperados, desde que superé esos años, estuve orgulloso de mi autocontrol, hasta ese maldito día, en que la conocí.
No la asesine porque un aula llena de alumnos como testigos, no era lo ideal.
Imaginé que la seguía a su casa, pero luego pensé en que tenía familia y no pude. También pensé en la mía, si hacia algo como eso, los decepcionaría.
¿Por qué yo? ¿Por qué no era Emmanuel o Jasson quien compartiera esa clase con ella?
Ese pensamiento se fue tan rápido como llego.
Era una mala idea que estuviera cerca de ellos, no podrían contenerse, menos Jasson.
Me tomo mucho de mi propio control salir a una velocidad Humana de ese lugar.
No quería delatarnos usando mis “habilidades”.
Cuando pase junto a Loy, que estaba esperándome junto a mi auto, le entregue las llaves y seguí mi rumbo, me interne en el bosque y comencé a correr.
Podía escuchar las mentes de mis hermanos llamarme desesperados y gritarme.
"¡Eric! regresa" "Eric ¿qué paso? ven por favor y cuéntanos", "Hermanito por favor, ven, vuelve, sabes que nosotros realmente te necesitamos, podemos ayudarte, cuéntanos", "Eric, no seas así, no seas egoísta, piensa en mamá"
Tenía ganas de volver, contarles todo, pero no podía, tenía que descargarme, además sabía que si volvía cometería una locura.
Cuando me di cuenta estaba a tres millas de allí, en medio del solitario bosque, grité con todas mis fuerzas y comencé a maldecirla.
***
— ¿Por qué Watson que se fue maldiciendo y casi corriendo? —pregunto Austin cuando estábamos en el autobús y me preocupe un poco ¿acaso era el fin de mi prematura vida social?
¿Él había pasado por todos los pasillos actuando como una reina del drama?
—no se ¿pero, cómo lo sabes? —pregunte preocupada ¿y si todos me acusaban de poner de mal humor al chico más lindo?
—lo vi personalmente, estoy en tu clase—exclamo riendo—no te preocupes tal vez era por algo que recordó o vio, cambia la cara no estés así por ese idiota— ¿enserio mi cara me delataba? ¿Era tan transparente con mis emociones? Eso me lleno de pánico ¿y si Eric se había dado cuenta de que revolucionaba mis neuronas y hormonas? Sería mi perdición, una catástrofe. No era lo que necesitaba en mi vida—oh, mira estamos llegando—concluyo en su suspiro de lamento sin ser consciente de mi angustia.
—Tienes razón—me lamente enojada y triste, el día me estaba pareciendo tan lindo, tan perfecto.
Nos paramos y cuando bajamos fuimos caminando juntos a nuestros hogares.
— ¿y qué? ¿Ahora te encerraras en tu cuarto y apretaras a tu peluche lola gritando? —pregunto cuando estábamos frente a nuestras casas y me quede atónita ¿Cómo demonios lo sabía?
— ¿Cómo sabes de lola? —lo acuse casi arrinconándolo y él tuvo el coraje de reírse de mí, yo lo mire amenazadoramente, nadie que no viviera en mi casa sabia de ella.
—bueno digamos que tu hermano la tiro hacia mi patio y la encontré—era una respuesta coherente.
—Me refiero a su nombre más precisamente—replique y el comenzó a reír.
—oh, bueno por la etiqueta con tu nombre y el nombre lola—otra vez respondió con algo que parecía ser verdad.
—no sé, tal vez, tal vez me dediqué a estudiar y realizar las tareas, Adiós y gracias—dije, nos saludamos y me fui a mi casa, él a la suya.
Mientras entraba a mi casa, me pregunté si no fui un poco cruel con él, si había arruinado mi posible amistad.
Esperaba que no.
***
— ¿Hijo que paso? —pregunto papá cuando entre a casa una hora más tarde, estaban todos esperándome en la sala, sentados en los sillones y mirándome preocupados.
—nada padre, todo está bien—lo tranquilice y suspiro rodando sus ojos, no me creía— Milly tu visión se acaba de cumplir—murmure y me miro sorprendida.
— ¿qué? ¿Qué paso Eric? dinos—suspiré y les conté todo, no podía ocultarle ese secreto a mi familia.
—Ella, es el diablo en persona—dije sin pretender hacerlo, no podía controlar mis emociones desde que la vi. Ellos me miraron confundidos—su aroma, su sangre, es lo más delicioso que sentí en toda mi vida, me dan ganas de dejarla sin una sola gota—mis crudas palabras alteraron a mamá, que se veía como si quisiera llorar.
— ¿lo harás? ¿Te permitirás caer en la tentación y asesinarla? —sabía que las preguntas de mi padre escondían un propósito, si decía que sí, me expulsarían de la familia, o me harían asesinar, tal vez, no era una mala opción, aunque no quisiera dejarlos, ni traicionar sus ideales, nuestros ideales.
—No papá, puedo con esto—respondí intentando sonar firme y seguro de mis capacidades, al parecer lo logre porque él pareció relajarse, le gustaba la idea de alejarme de ellos tanto como a mí, lo que vendría a ser… ni un poco.
— ¿Cómo seguirá todo? —pregunto mamá preocupada, ella no quería perderme ni irse de allí.
—Como hasta ahora, ya veré como hare para alejarme y no matarla—respondí tranquilamente, o al menos, intentando estarlo.
—No hijo, si quieres puedes irte—señalo sin molestarse en ocultar cuanto le molestaría y en ese momento Milly me mostro una visión, huyendo de allí. Por fortuna, solo.
No quería ser el responsable de que todos tuvieran que dejar el lugar que tanto les gustaba.
Hacia un mes que nos habíamos mudado, pero ellos ya parecían amar el lugar por completo.
—no tienes que torturarte—anuncio papá después de mirarme en silencio, perdido en sus pensamientos, que lógicamente, no estaba leyendo.
Jamás leía lo que pensaban ellos sin que lo autorizaran.
— ¿nos dejaras? ¿Puedo ir? ¿No puedes llevarnos a todos contigo? —cuestiono Milley con voz chillona mientras abrazaba a Jasson.
—no Milly, ya para de aturdirme y no papá, no me iré— Milly se relajó, pudo ver que lucharía por quedarme.—no me torturare, veras que podré soportar esto, no me importa que ella sea perfecta para mí, la ignorare—añadí sin pensar, me di cuenta de que hable en voz alta cuando me miraron atónitos y reino el silencio en toda la casa, uno tan espeso que podía escucharse el aleteo de una mosca—quiero decir, como alimento—me corregí deseando que me creyeran ¿de dónde había salido eso de “perfecta para mi”? sonaba patético y desesperado.
—Si tú lo quieres así, hijo—murmuro finalmente mi Madre y me abrazo demostrándome todo su cariño, ella era la mejor madre que podría haber soñado.
—Te ayudaremos—dijeron a la vez sonando decididos a hacerlo—al fin un desafío para esta aburrida familia—añadió Emmanuel sonriendo ampliamente.
—Gracias a todos—exclame y nos dimos un abrazo grupal y por suerte, fingieron no haber escuchado mi patético comentario.
Amaba ser parte de esa familia, jamás me dejarían de lado ni se quebraría.
***
Estaba en la góndola de carnes congeladas que tenía el supermercado cuando sentí que tocaban mi hombro, miré y era Austin.
Suspire de satisfacción al darme cuenta de que mi hostilidad no había arruinado nuestra posible amistad, saberlo, me hacía sentir tan bien, que me daban ganas de llorar.
— ¿No tienes miedo de que te vean junto a mí, la persona que hizo maldecir al chico más lindo de la escuela? —quise saber y el rodo los ojos.
—Entonces ya te enteraste—apunto y asentí mientras él tomaba un pollo trozado y comenzamos a caminar juntos hacia otra góndola.
Esa misma tarde, había visto en las redes sociales comentarios mal intencionados y completamente erróneos sobre mí y Eric Watson, el señor “muy importante”. Pero no iba a permitir que eso interfiriera en mi vida— ¿Qué tienes que llevar a parte de la carne? —quiso saber e hice memoria.
—Nada ¿y tú? ¿Solo el pollo? —respondí mientras íbamos juntos a las cajas.
—sí, tenemos todo lo demás, papá no se decidía que tipo de carne quería— respondió y me ayudo a buscar todo lo que necesitaba, una chica paso y me miro mal, estaba en una de mis clases.
—Genial, ya soy una paria desde el primer día—me queje y el froto mi brazo.
—No debes preocuparte por eso Aria—me tranquilizo cariñosamente —dicen las malas lenguas que lo ofendiste al tocar su “paquete” y no dejar de hacerlo cuando te dijo que no y que lo hiciste con cada chico que se sentó junto a ti.
—así que tengo fama de guarra, eso es nuevo, dime ¿a ti te molesto? —cuestione codeándolo y haciéndole ojitos y se rio pasando un brazo por mis hombros.
—lo que me decepciona es que no lo hicieras conmigo y creo que a Santiago también le molestara cuando se entere—apunto despreocupadamente y se rio, no sabía si me hablaba enserio o estaba tomándome el pelo—cambia la cara Aria, era un chiste—añadió y sonreí relajándome.
— ¿sabes algo? Es realmente curioso—dije mientras nos acomodábamos en la fila para paga juntos—porque solo ustedes tres tienen “paquetes” y se sentaron junto a mí—añadí despreocupadamente y suspiro de forma teatral.
—No lo sé, al parecer eres tan guarra y tan experta que toqueteas los penes de los hombres solo con tu vista—apunto y nos reímos— ¿me estas tocando sin permiso en este mismo momento, Aria?
—si Austin, porque soy una zorra ninfómana—el chico que estaba delante de nosotros pagando por sus compras, me miro sorprendido y casi me muero.
Era Eric Watson. Y ahora pensaría que era una guarra.
—que pequeño es el mundo, Hermana de mi alma—susurro Austin abrazándome y fue nuestro turno de pagar mientras veía como Eric se iba, sin poder olvidarme de su mirada completamente horrorizada y tal vez, un poco decepcionada.
No la olvidaría nunca y tampoco quería volver a verla.
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Renacer
RomanceSinopsis: Aria Hallen una típica chica de 17 años, conoce en su nuevo colegio a Eric Watson, el chico de oro de la ciudad, del que nadie sabe nada y que todos adoran a pesar de su arrogancia y fama de mujeriego, como si estuvieran bajo un hechizo...